No es normal que un equipo haga lo que hizo ayer el mexicano en su cuarto partido oficial de vida. El Piojo Herrera tomó el mando de la Selección para la eliminatoria de repesca contra Nueva Zelanda en mitad de una crisis nacional profunda, apenas lleva meses trabajando y, para colmo, ha perdido la mitad de su centro del campo fetiche en los últimos 30 días. El fútbol del país está en entre dicho por motivos extradeportivos y seguro que suma más cosas malas que buenas, pero los jugadores allí formados suelen tener una virtud común más que interesante: tácticamente son buenísimos. Ese ha sido el don base usado por el Tri para diseñar un sistema en tiempo récord y labrarse un empate fantástico contra la poderosísima Brasil.
Maza y Moreno pararon a Ney5-3-2 para los del norte y 4-2-3-1 para los del sur de América. Ramires por Hulk, la novedad con respecto al debut de ambos cinco días ha. Para empezar, lo más destacable del inicio fue su increíble intensidad. Brasil es una máquina ultra-física, muchos de sus jugadores están en forma y aprovecha la localía para implantar un nivel de contacto que sin resultar en absoluto violento quizá no podría practicar en otros marcos. Para el rival es un suplicio porque la exigencia no es exactamente futbolística, sino que va más allá, se requiere una entereza emocional para no caer en la frustración que no todos tendrán, y menos a medida que la competición avance. Pues para el Tri no solo no fue una traba, sino que igualó la carga y aceptó el juego. Su línea de cinco zagueros fue testimonial. Uno de ellos, el Maza o Moreno según el sector de Neymar, siempre estaba en persecución contra el «10» chocando con todo. El genio vivió una pesadilla. Y de nuevo jugando de mediapunta.
Memo Ochoa salvó hasta tres goles cantados y fue el claro MVP.
A pesar del fantástico trabajo defensivo de México, de la desconexión de Neymar y de que ni Marcelo ni Alves daban una a derechas, el 0-0 al descanso solo se entendía desde los milagros del Memo Ochoa, el crack de la noche. Hasta tres goles salvó. ¿Por qué los produjo Brasil con tan poco y ante tanto? Porque siempre está más cerca del peligro de lo que parece. Su superioridad rítmica se lo permite. Por cadencia de juego se acaban sumando llegadas aleatorias llenas de peligro real.
Brasil empeoró sin RamiresEn el segundo tiempo, Brasil dejó de ser Brasil. Se fue Ramires y entró Bernard. Fue una sustitución cargada de buenas intenciones pero con demasiados efectos adversos para un equipo que ya de por sí ha sido alterado con eso de poner a Neymar de mediapunta. Perdió actividad defensiva y nivel físico, y México, que mantuvo sus constantes, pasó a dominar con Vázquez, Herrera y Guardado. De nuevo los interiores estuvieron perfectos en su posicionamiento. Bien podría Wilmots ponerle a los suyos vídeos de los mexicanos para que aprendiesen a abrir ángulos alejándose del balón. Más lejos es más cerca. Rafa Márquez los unía.
Layún y Marcelo, los más peligrosos en la segunda mitad.
A efectos ofensivos, los laterales fueron los más pesados. Layún se confirmó como un activo de primer orden para esta Copa del Mundo. Su enfrentamiento contra Alves nunca estuvo en equidad, el mexicano lo sobrepasaba tanto llegando a su espalda como regateándolo en seco -pese a jugar a pie cambiado-. En el otro lado, Marcelo giró su inercia del primer tiempo y se erigió como alternativa para su Selección tras 135 minutos muy sosos de torneo. Sus quiebros, pases y decisiones fueron lo más claro de Scolari y también lo más tranquilizador de cara al futuro inmediato. En cualquier caso, Rafa Márquez siguió siendo el epicentro del partido. Quizás en competencia con el mejor central de Brasil hasta la fecha: un fascinante David Luiz.
Sebas 18 junio, 2014
Una lástima que a esta generación de Brasil se le haya caído Paulo Henrique Ganso.