El Bayern de Múnich ha firmado hasta el momento la actuación más convincente de estos octavos de final de la UEFA Champions League. Muy superior desde el arranque, asumiendo una iniciativa que el Chelsea tampoco le quiso discutir en su planteamiento, el conjunto de Hans-Dieter Flick demostró anoche en Stamford Bridge que no necesita completar un partido pluscuamperfecto en todos los sentidos para martillear a su rival con ensañamiento y alevosía. En un 4-2-3-1 que el alemán solo ajustó en el último tramo con la lesión de Coman y la entrada de Coutinho, acercando al brasileño a la frontal para, además de potenciarlo, despejar el carril a uno de los grandes nombres de la velada, el Bayern golpeó con contundencia a un Chelsea que pagó la novatada por partida doble: en el campo y desde la banda. Realmente no puede decirse que esta goleada ya aúpe automáticamente al Bayern a la terma de los grandes favoritos para el título, porque su lugar hoy en día no es ese, pero sí sirve para constatar que en el cuerpo a cuerpo, de medio campo hacia delante (pero no tanto al revés) es muy determinante.
Thiago Alcántara y Kimmich jugaron constantemente escalonados en el doble pivote
Como ya hemos apuntado más arriba, el Bayern se organizó en un 4-2-3-1 en el que su doble pivote, conformado por Joshua Kimmich y Thiago Alcántara, vivió constantemente escalonado en las dos fases del juego. En salida de balón, retrasando al alemán hasta la misma línea que los dos centrales, Flick trató de superar presión intermedia del Chelsea a partir de una superioridad numérica (3X2) que Thiago, unos pocos metros por delante, se encargó de completar por pura calidad individual. Con Thiago girando sobre sí mismo tras cada control (porque recibía permanentemente girado), en un movimiento clásico del hispanobrasileño (aunque más propio de un mediapunta que de un pivote; que es lo que siempre ha sido Thiago, pese a que ahora juegue de lo segundo y no de lo primero), el Bayern encontró el modo de superar la primera línea de presión del Chelsea y acelerar el juego desde los primeros pases sin necesidad de abandonar para nada el carril central. Un escenario en el que un inspiradísimo Thomas Müller, moviéndose con bastante libertad en la mediapunta del dibujo, acabó de girar a los de Lampard.
Müller le hizo muchísimo daño al Chelsea entre líneas. Estuvo excelso jugando al primer toque
El Bayern trató de atacar insistentemente los dos intervalos entre pivote-pivote y pivote-centrales de una forma puramente cuantitativa. Acumulando muchos futbolistas en esta zona, porque además de uno de los dos pivotes -generalmente Thiago, aunque Kimmich también se fue soltando poco a poco- el sistema concentraba en muy pocos metros a Müller, Lewanwoski y los dos extremos, que se movieron mucho más en horizontal que diagonal o vertical, Flick trató de establecer una superioridad posicional en esta parcela que le llevase a ser profundo y finalizar las ocasiones cerca del área, pero el plan de la primera mitad no fue tan eficaz ni tan eficiente como se lo había imaginado en su cabeza. Sin un pase de seguridad que le llevase a cambiar la orientación del juego para asentar una serie de pases que le permitieran instalarse con continuidad en campo contrario, y ante los problemas que (causalmente) tuvo para acabar todas sus jugadas, eso le dio la oportunidad al Chelsea de escapar con mucha regularidad.
Lewandowski, Gnabry y Davies, cada uno en lo suyo, destrozaron al Chelsea en la segunda parte
Lo cierto es que al Chelsea no le hicieron falta demasiados toques para llegar hasta la portería de Neuer. Buscando a menudo en largo a Giroud, que se impuso varias veces de espaldas a los centrales para prolongar/descargar el juego a uno de los dos jugadores que lo acompañaban en la última línea (Mount y Barkley), en un 5-2-1-2 que a ratos era 5-2-3 y en ocasiones 5-3-2, el Chelsea consiguió aprovechar la puerta entreabierta que se dejó el Bayern para armar su transición defensa-ataque a 35/40 metros del área rival. Un escenario que cambió completamente tras la acción del 0-1. La gran actuación de Lewandowski en la segunda mitad fue causa y a la vez consecuencia del escenario en el que debieron moverse los equipos tras el descanso. Moviéndose muy inteligentemente dentro y fuera del área rival, tanto en el apoyo como en la ruptura, acercándose al balón y alejándose del mismo en función de lo que demandase en todo momento cada acción, el polaco completó una segunda parte a la altura de ‘esa’ actuación que tanto tiempo lleva esperando la Champions de él en una noche como esta. Detectando la zona libre para servir de apoyo y lanzadera a la carrera del lateral/extremo generalmente del lado izquierdo, Lewandowski emergió en un escenario que no había existido en los primeros 45’; en parte porque, con Müller muy activo entre líneas, flotando por delante del balón y acelerando cada acción al primer toque, el Bayern necesitó que Lewandowski fijase en muchas situaciones a la defensa tan poblada que propuso Lampard desde su pizarra. Y los dos grandes beneficiados del nivel del polaco en la segunda mitad, significativamente cuando más metros concedió el Chelsea a la espalda de la defensa, fueron Serge Gnabry y Alphonso Davies. Dos jugadores con una cadencia superior a la media, tanto por ritmo, como por velocidad y resistencia, que machacaron al Chelsea desde sus carreras con y sin balón. El primero más por dentro, sacando partido de los toques de Lewandowski en la posición que decidió mantenerlo Flick al descanso a pesar del empate, y el segundo desde fuera, irrumpiendo en la acción desde 70 u 80 metros de la portería de Caballero, el Bayern se llevó por delante a un Chelsea que, superado en cada fase del juego, ni siquiera pudo ver los ojos de su verdugo.
AdrianBlanco_ 26 febrero, 2020
Impresionante lo de Alphonso Davies. Verdaderamente impresionante. Qué manera de correr. Qué potencia. 😀