El pase a octavos como primera de grupo, tras un final de infarto entre el gol de Iago Aspas y el empate in extremis entre Irán y Portugal, es, de largo, la mejor noticia que España pudo extraer de su segundo tiempo ante Marruecos. El cuadro de Fernando Hierro, que llegó a ir perdiendo a menos diez minutos para el final, debió recurrir a la épica para igualar un encuentro que, de más a menos en cuanto al ritmo y el volumen de ocasiones, volvió a dejar un sabor muy amargo. La movilidad de Isco, sus conexiones con Iniesta, los cambios de orientación hacia uno y otro costado y los continuos desmarques de Costa en la última línea del ataque no fueron suficientes para enterrar los múltiples problemas que la selección viene coleccionando a nivel defensivo. Bien por errores individuales, como en la acción del uno a cero, como desconexiones a nivel táctico, ante lo mucho que volvió a sufrir ayer al contragolpe, como ante Portugal e Irán, demuestran que esta España, queriendo ver el vaso medio lleno, aún está bastante lejos de alcanzar su techo real.
España volvió a desproteger demasiado la zona de Busquets
Con Thiago Álcantara de interior derecho, muy presente en el primer pase, España quiso superar el 4-1-4-1 de Marruecos estableciendo, para ello, un trío y una pareja de ases a muchos metros del esférico. De esta forma, con el futbolista del Bayern armando el juego de la selección desde el perfil derecho, la presencia de Busquets, Ramos y Piqué en mediocampo trató de instalar el dominio sobre suelo contrario. Sin embargo, más allá de la propia posición de Thiago, que tras soltar la pelota rápidamente miraba hacia arriba, el plan (inicial) de España volvió a desproteger en demasía la figura de Sergio Busquets. El mediocentro de Badía, acompañado en ocasiones por los dos centrales en paralelo, debió hacer frente nuevamente a una gran cantidad de metros a su alrededor. Un espacio que, ha de puntualizarse en ello, esta vez no debió preocuparse tanto de ocupar para correr hacia atrás –dejando a un lado el error individual del cero a uno- como, en cambio, a la hora de proteger a España ante una (teórica y nada descabellada) pérdida.
A raíz del 0-1, Isco Alarcón fue entrando poco a poco en el juego del equipo. El malagueño, bien abierto por izquierda, como ya es costumbre, volvió a ser –como hace días ante Irán- la pieza más móvil dentro del sistema. El otro, a diferencia de aquel encuentro ante la selección de Carlos Queiroz, fue Diego Costa. Entre ambos, y a partir de las conexiones que el primero realizaba con Iniesta por su sector, consiguieron dar con la forma de cruzar el bloque medio-bajo marroquí. El otro método, como anteriormente señalábamos, fue a través de los cambios de orientación, desde los centrales y el mediocampo a las posiciones de Alba y Carvajal cerca del área de Munir. Dos-tres consigas, a las que España fue sumando las esporádicas participaciones de otros como Silva y Thiago, con las que la selección, muy insistente por el costado izquierdo, consiguió girar varias veces la articulación defensiva de Da Costa, El Ahmadi, Saiss y compañía. Una Marruecos que, todo sea dicho, llegó con la lección del pase atrás (más allá del gol de Isco) muy bien aprendida.
El problema defensivo puede ser más grave de lo que parece
Pero nada de todo esto cuenta si España sigue estando –como estuvo- tan concesiva en la zona defensiva. La exigencia táctica es muy grande. Busquets, por decirlo de alguna forma, se está viendo muy solo cada vez que España pierde la pelota. Y si los centrales, que están acompañando –como es lógico- al bloque muy arriba, no llegan a corregir el desbarajuste, el problema ya pasa de castaño a oscuro. Se apreció claramente ante Portugal, se sufrió ante Irán y anoche, ante una Marruecos que acabó dejando a En-Nesyri arriba para explotar esta flaqueza, se constató que, de no solucionarse bien y pronto, puede ser un lastre competitivo ante cualquier equipo en 90’. Porque, si bien es cierto que es un problema que atañe a otras superpotencias (como es el caso de Alemania), selecciones como Francia, Bélgica o la misma Rusia, por poner varios ejemplos, podrían hacer caja de ello. Y más si esto se extiendese al balón parado, como el 1-2, fruto de las dudas entre el portero y la defensa.
Isco & Diego Costa (e Iniesta) fueron los mejores de España
Isco volvió a estar omnipresente en sus funciones. Bajó a recibir en mediocampo, participó en la elaboración, juntó al equipo más arriba, regateó, comandó el sector más incisivo del ataque (izquierdo) y sumó determinación en los metros finales, como en el gol o el cabezazo que cerca estuvo de colarse por el palo largo. A decir verdad, el futbolista del Real Madrid rindió varios cuerpos por delante del resto. Aunque esto, en absoluto desmerece el partido que por su parte realizaron otros como Iniesta o Diego Costa. El primero, al que cada vez es más palpable que el ritmo de sus piernas no alcanza al de la media por encuentro, estuvo sumamente acertado a la hora de interpretar los movimientos que fue dibujando Isco para, igual que hizo Silva –menos protagonista- con Costa, ocupar los distintos espacios entre el interior (Boussoufa), el lateral (Dirar) y el extremo (Amrabat) de Marruecos. Mientras que el delantero rojiblanco, a través de sus desmarques entre los centrales y la línea del balón, ofreció todo tipo de soluciones súper profundas.
Ahora bien, con el paso de los minutos España fue perdiendo mucha fluidez en su juego. Repitió varias veces el mismo pase, encaró menos y, con Aspas y Asensio en lugar de Costa y Thiago, acabó recurriendo a un centro lateral hacia ninguna parte. Una segunda mitad muy pobre en cuanto a términos cualitativos y cuantitativos, que ahora sí, una vez superado el desaguisado de la primera fase, enciende todas las alarmas. Porque el problema, a tenor de estos tres primeros encuentros, es más grave si cabe teniendo en cuenta que si la estrategia inicial no sale, como es el caso de ayer ante Marruecos, la España de Fernando Hierro no ha definido aún ningún plan alternativo. Y eso, ahora que las rondas no durarán más que 90 minutos, 120 o una tanda de penaltis, puede ser sinónimo de más problemas que certezas cuando no exista margen de maniobra.
Faetón 26 junio, 2018
Me llamó mucho la atención el cambio de Thiago con el 1-1, manteniendo en el campo a Silva e Iniesta. En general, las rotaciones para mantener fresco a las piezas más veteranas brillaron ayer por su ausencia.
También me llamó la atención la forma de descapitalizar la defensa del balón parado.
No parece que hayamos aprendido de las lecciones del Mundial 2014 ni de Eurocopa 2016.