Tras un año particular y diferente desde que Simeone se sienta en su banquillo, el Atlético de Madrid ha reforzado sus fortalezas históricas y despejado algunas dudas que merodeaban a su alrededor. La eliminatoria que le ha enfrentado al Arsenal de Wenger le ha servido, tanto a él como a sus más significativos representantes, ganar de nuevo a su manera. Cuatro finales europeas desde 2012 avalan lo que varios miembros de esta plantilla han comprendido de la victoria, del cómo en toda esta historia. Movidos por lo sensorial, Simeone, Costa y Godín pusieron nombre y apellidos a una eliminatoria que, traída a Madrid tras un primer episodio abstracto de todo lo que ha ido sumando su equipo durante sus mejores años, ya partía con ciertos desequilibrios. En la vuelta de las semifinales, junto a Antoine Griezmann y Koke Resurrección, el Atlético dio sentido y razonamiento a la diferencia existente entre dos equipos que se han acostumbrado a realidades muy distintas.
Y lo hizo en una noche que terminó mostrando las reacciones de Atleti y Arsenal en momentos de presión y actuación pero que muchos antes arrancó ciertamente extraña para el equipo que comenzaba clasificado. Sin demasiado margen para alinear a sus hombres y otorgarles un rol propio de la posición que ocupaban, Simeone optó por Koke en banda derecha y Vitolo en la opuesta. Por detrás del vallecano, el ghanés Thomas como lateral diestro, y en el doble pivote Gabi y Saúl. Esta disposición mezclaba diferentes dificultades para cruzar a campo contrario con el balón controlado y es por ello que comenzó a enviar balones largos a la zona de Diego Costa. No es una opción que al Atlético le comprometa en su competitividad pero fue tan repetida la sensación que tuvo consecuencias.
Koke fue quien trató de solucionar las dificultades de su equipo durante la primera mitad
Por resumir rápidamente, lo que sucedió durante buena parte de los primeros 30 minutos permitió al Arsenal tener la pelota arriba y ser profundo, previa fase defensiva y presión sobre la zaga colchonera que facilitó su plan de partido. Con los dos únicos pasadores rojiblancos, Koke y Thomas, orientados en la derecha, con Saúl y Gabi en la base, una pareja que, caso de Lisboa ante el Sporting u otros encuentros de Liga, ralentiza y techa la salida elaborada, y con Godín y Lucas en el sector izquierdo, el Atlético de Madrid se encontraba muy limitado para extraer ventajas de los pases en campo propio. Conectar con Griezmann era mucho más difícil. Así que todo el proceso se transformó y bien se buscaba a Diego Costa o bien se perdía la pelota. Con un Thomas ciertamente desubicado y con miedo para abrir el campo a gran altura, amenazado por Welbeck a su espalda, la ocupación de los espacios era muy complicada. El Atleti esperaba otro momento de juego o una reacción, desde el campo o desde el banquillo en forma de ajuste para recuperar sensaciones.
En ese contexto, el Arsenal aprovechó la coyuntura para abrir siempre hombres en los costados. El dos contra dos sobre Thomas, bien auxiliado por Koke, pero con dificultades para mantener y recuperar posición, más un Lacazette que permutaba con Welbeck para darle amplitud al ataque gunner en los últimos metros, permitieron al Arsenal un contexto favorable con el balón. En detalle no quedó nada para la posteridad, pues no remataron los ingleses entre los tres palos, ni se apreciaba una actitud agresiva en cada pared o combinación cercana a Oblak, pero su posesión de balón, muy adelantada, era la consecuencia de lo poco que podía dividir la posesión el equipo español. De lo poco que se estaba pasando el balón en la zona de Griezmann, en la zona en la que la eliminatoria podía finalizar.
Diego Godín fue crucial con varios cortes que recordaron su mejor momento
Dada la naturaleza de los londinenses, si el Atlético encontraba la manera de equilibrar el campo y conectar a Koke co Griezmann, su presencia en el partido sería completamente diferente. Resurrección comprendió con enorme jerarquía y sobre todo, determinación, dónde estaba el problema y fue a solucionarlo para acercarse a Lyon. Desde la derecha, Koke fue mandando mensajes. Se ubicó cerca de los medios y después como interior de facto para recuperar escalones, proteger la pelota, cruzar la divisoria y desde ahí pensar. Sumar, poco a poco, toques en campo ‘gunner’ tuvo un significado instantáneo. Ahí, el Arsenal tiende a desgastarse, a separarse poco a poco, de manera literal en sus líneas y también en su mente, en un terreno en el que cada carrera y choque de Diego Costa y cada toque y aparición de Griezmann lo alejarían de Gerland.
Como no es que los rojiblancos entiendan las eliminatorias como una oportunidad para marcar muchos goles, al Arsenal, más por turno que por argumentos, le tocó volver a tener presencia en el último tercio y fue donde, nuevamente, chocó con Diego Godín. La entrada de Mkhitaryan por Wilshere pareció algo confusa pero le dio más mordiente a su equipo. Özil bajó un peldaño, Monreal aparecía muy arriba y fue el uruguayo el que se hizo muy grande. Godín parece haber esperado a mayo para volverse absolutamente indiscutible, dejando 180 minutos donde trascender como trascienden los tres diegos, a su manera. Así es como el Atlético luchará por un nuevo título europeo, el cuarto en los siete años del proyecto de Diego Pablo Simeone al frente.
Foto: Lars Baron
Albert Blaya Sensat 4 mayo, 2018
El partido fue un brutal resumen de lo que vienen siendo ambos equipos en los últimos tiempos. El Atlético pasó porque el Arsenal fue incapaz de hacer que pasase algo. No supo conectarse al partido, fue muy triste su final de partido.
Y el ATM pasó porque sabe como jugar estos partidos. Pero, en líneas generales, les vi poco fútbol más allá de Griezmann- qué genio- y las arremetidas de Costa.