Asier Garitano y su CD Leganés obtuvieron en el Santiago Bernabéu esa victoria que pone en valor y en el mapa su sobresaliente trabajo. La clasificación para la semifinal de la Copa del Rey, la eliminación del vigente bicampeón de Europa en su propio feudo, fue labrada desde el seguimiento milimétrico de una hoja de ruta inalterable en la que cada pepinero cree a fuego. Y nada ni nadie les ha invitado a dejar de hacerlo.
Tal y como detallaba Garitano en su conversación con Ecos en «Cáprica», el primer paso de su preparación de partido consiste en determinar dónde desea que el adversario maneje la pelota. No en quién quiere que la posea, que en más del 90% de las ocasiones será el otro, sino dónde anhela que ese otro se estacione. Bien para no sufrir daño o bien, como sucedió anoche, para causar el mayor daño posible. Porque lo que hizo el CD Leganés fue ir a castigar a Marcos Llorente, a Mateo Kovacic y, sobre todo, a Zinedine Zidane.
Garitano aplicó su método de trabajo del modo más fiel posible.
El Real Madrid padece muchísimos problemas. Tantos, que resulta complicado destacar el más importante. Se trata de un conjunto que llega de ganarlo casi todo y que afrontó esta temporada en peores condiciones que en la anterior: con peor plantilla, con menos suerte y sin la misma motivación, cuestión esta última que se percibe en aspectos concretos del juego tan relevantes como el balón parado, donde la tensión colectiva de cara a poner los bloqueos y seguir las pautas diseñadas en la pizarra lo son todo -nótese como ninguno de los equipos que firmó un año TOP en las jugadas de estrategia y cosechó títulos gracias a estas conservó la misma eficacia en el curso siguiente-. Así, una posible solución pasaba por cambiar el modelo de juego y volver a electrificar con ello el día a día, pero su entrenador, Zidane, fue fiel a lo que anunció siempre: él no iba a cambiar. Él siempre iba a ser el mismo. De esta guisa, las dificultades que antaño resolvían sus jugadores gracias, en parte, a la forma física, el estado de confianza y el mensaje táctico que él trasladó, ahora parecen insuperables para el grueso de su plantel. Una estas radica, con nitidez, en cuánto se le atasca dar ese pase que conecta el centro del campo con la delantera dando ventaja a los que tienen que marcar la diferencia. Y sobre ello orquestó Asier Garitano un plan (o trampa) que, incluso sin el factor sorpresa de la ida, le permitió remontar la eliminatoria en la vuelta.
Theo y Achraf fueron sobreexigidos en materias que no dominan.
El Leganés dejó libertad de acción a los centrales Nacho y Ramos y permitió la recepción al mediocentro Marcos Llorente, un joven de enorme nivel pero con un déficit que su actual equipo señala demasiado: hoy por hoy, carece de ritmo asociativo. Del mismo modo que a Kovacic, su acompañante, le falta cultura de pase. En principio, tales limitaciones podrían ser encubiertas o maquilladas con un trabajo táctico que les ofreciera espacios y líneas de pase (con bases así, hasta hombres que jamás destacaron con el balón como Otamendi pueden llegar incluso a brillar), pero lejos de ello, su labor queda dificultada por las rutinas tácticas, que consisten en que los tres centrocampistas se acercan porque el único remedio que se propone es que Isco, que es quien aúna la capacidad y el carácter, baje a por la pelota y cree por sí mismo. Pero como lleva meses intentándolo y el esfuerzo y las derrotas han desgastado su físico y su moral, su impacto positivo se ha minimizado, y ya tampoco le alcanza. Es como golpearse con una pared cuyas únicas salidas se encuentran en los costados. Y a Marcelo y a Carvajal les sucede lo mismo que a Isco. Y a Achraf y Theo Hernández, los anoche elegidos, que no atesoran las características precisas para desempeñar roles tan creativos recibiendo sin ventaja.
Javier Eraso y Gabriel Pires fueron los reyes de la escena táctica.
Los hombres capitales en la estratagema de Garitano fueron cinco: Eraso en la primera presión (el castigo hacia la falta de fluidez), Gabriel Pires en los ajustes por detrás de esta, Beauvue en el sometimiento ofensivo de los centrales sujetándolos en el centro y Amrabat y El Zhar, en los costados, aprovechándose de la debilidad -personal pero, más aún, coyuntural- de los tiernos laterales locales.
Las vicisitudes para el CD Leganés no arribaron hasta el último cuarto de hora, cuando el Real Madrid tocó arrebato y Garitano echó en falta algún perfil ofensivo que pudiese mantener el balón protegido y restar ritmo a los blancos. No posee esa figura y pudo costarle caro, porque concedió una ofensiva total que el Madrid, por sí mismo, en estos momentos, no sabe imponer, debido, entre otros motivos, a su nulo control de las segundas jugadas, siempre acentuado cuando Kovacic forma parte de su medular. No obstante, para lo que sí estaban provistos los pepineros sería para defender el único recurso ofensivo que manifiestan los merengues: el centro lateral. La personalidad de Lucas Vázquez -y personalidad es lo único que depende de uno mismo demostrar en crisis como la actual- generó algún envío de calidad superior al promedio, pero el armazón defensivo que formaba el Lega, con un hombre saltando contra el centrador, cuatro protegiendo el área y dos recogiendo los despejes en la frontal, maniató casi todo sin mayores apuros de lo esperable.
El proyecto de Garitano tuvo su primera noche de reconocimiento internacional. Merecido e incluso con la poesía que otorga la normalidad, pues no hizo más que hacer de sí mismo, punto por punto y paso por paso. Exactamente igual que Zidane, a quien incluso la elección de la alineación y de la convocatoria representaron de modo fiel. Su método, que en las circunstancias de la temporada 2016/17 se contrastó como casi infalible, no cesa de fallar en las circunstancias de la presente. Quizá, porque en el fútbol, no hay verdades absolutas, sino momentos.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
Albert Blaya Sensat 25 enero, 2018
Lo del Lega y Asier Garitano es tremendo. Es una muestra de un proyecto con poso, dedicación y compromiso.
El partido fue muy, muy malo del Real madrid. Es que salieron sin presionar, sin morder y dejando al Lega jugar el partido que quería. Con balón, como comentas Abel, estuvieron imprecisos y fueron incapaces de administrar la calma y el ritmo necesario. Y qué le pasa a Asensio? Lleva un año malísimo… no influye en el juego y no desborda.
Y otra vez Zidane. Dejar a Cristiano y Bale en casa me parece ir de sobrado, la verdad. Dejas a tu equipo sin pólvora en caso de remontada, y así se vio. La última jugada del partido termina con Benzema en un costado y dentro del área solo Borja Mayoral! Un despropósito.