Viene siendo muy habitual, sobre todo en la posición de central, que muchos equipos apuesten por un perfil de jugador que destaca por sus condiciones individuales, tanto físicas como técnicas, por más que éstas cualidades aún estén sumamente desordenadas. Porque aunque suene parecido, la diferencia entre ser muy rápido y saber cuándo exhibir dicha velocidad es enorme. Y a muchos de estos futbolistas, sea por su inexperiencia o por haber dominado de esta manera en su formación, les cuesta interpretar estos momentos. Les cuesta darle un sentido más efectivo que efectista a sus virtudes.
Cuando Arsenal e Inter de Milan firmaron a Gabriel Paulista y Jeison Murillo, ambos parecían encontrarse a mitad de este proceso. Dos temporadas más tarde, siguen en el mismo punto. Sus experiencias en Premier y Calcio no han sido positivas. Y la sensación de que son lo que ya eran pero que no serán lo que podían ser comienza a limitar el potencial de sus carreras. Es decir, que era el momento perfecto para fichar por un equipo de Marcelino García Toral.
Ser central con Marcelino: un trabajo muy agradecido.
De las ventajas que obtienen los centrales del 4-4-2 y el modelo del asturiano ya hablamos a la hora de afrontar el análisis de Rubén Semedo por el Villarreal, pero es conveniente partir desde ahí. Amparados siempre en este sistema, los equipos de Marcelino logran una ocupación más racional de los espacios en defensa, la sincronía por líneas es prácticamente perfecta y, por ende, el radio de acción de los centrales es más pequeño que en otros conjuntos. Así brillaron Víctor Ruiz o Musacchio, pero también crecieron otros centrales más impulsivos e inmaduros como Bailly… O Gabriel.
Es por eso por lo que tampoco debería sorprender que un técnico como Marcelino, caracterizado por el repliegue bajo y el contragolpe eléctrico, se haga en una misma semana con dos futbolistas con virtudes que, teóricamente, pueden tener un impacto mayor cuanto más lejos del área vivan. A fin de cuentas, la estructura que crea el ahora técnico del Valencia simplifica enormemente las tareas que debe desempeñar un central. Jugarán más atrás, lo cual conlleva que cada error tiene un carácter decisivo -algo peligroso al tratarse de dos centrales tendentes al error-, pero si Marcelino logra hacer suyo el equipo también lo harán más cómodos. Al rival le costará desbordar, no pondrá centros de calidad, verá el centro cerrado y comenzará a tomar malas decisiones. Murillo y Gabriel jugarán protegidos. Y más si cabe si cualquiera de ellos es acompañado por Garay, uno de los centrales más dotados para estas lides a pesar de que su rendimiento en Mestalla no haya sido aún el esperado.
Ante Las Palmas, el Valencia no replegó… sino todo lo contrario.
El caso es que, curiosamente, aunque dibujando el mismo 4-4-2, las primeras impresiones del Valencia 2017/2018 conducen a una idea algo diferente. Como se ha visto por fases en pretemporada y sobre todo en el debut liguero ante la UD Las Palmas, el conjunto che está buscando a los rivales más arriba de los habitual. No repliega, presiona. De ahí que el ritmo de sus partidos venga siendo bastante alto, por momentos incluso en exceso, para lo que suele ser el entrenador asturiano. ¿Es éste el camino o una primera prueba? La llegada de Murillo y Gabriel, pero también de Geoffrey Kondogbia, un futbolista con una naturaleza y una trayectoria bastante parecida, abren la puerta a una opción algo diferente que, a su vez, afectaría directamente a las situaciones que afrontarían sus centrales.
Por eso, para saber que podrán ser en Valencia, primero hay que conocer lo que Marcelino García Toral quieren que sean. Será él quién defina cómo Gabriel debe utilizar su velocidad, potencia, su fuerza y su capacidad anticipando. Será él quién marque de qué manera influye en el juego la fortaleza de Murillo, su habilidad para meter el pie y el talento posicional que se le intuía en el Granada. Hasta entonces, una única certeza: la materia prima sí la tienen.
Veneziano 24 agosto, 2017
No he visto jugar a Gabriel pero si he visto Murillo . Tiene mucha razòn Quintana cuando describe al ex Inter , un jugador con muchas capacidades condicionales pero con poquisima lectura ,y lo peor , con tendencia al error en las zonas calientes del area .
Cuando lo vi las primeras veces me habìa ilusionado mucho , parecìa un jugador con enorme potencial destinado a crecer y que la llegada en Italia donde prima sobre todo la tactica defensiva lo iba a hacer crecer si o si . Lamentablemente no fuè asì y a decir verdad he perdido las esperanzas que este jugador llegue a ser un elemento competitivo top .