José Mourinho llegó a uno de los cinco clubes más importantes del mundo cuando no se encontraba ni entre los 20 mejores equipos que había. Su misión, devolverlo al lugar que le pertenece. Ahora, tras un curso de resultados irregulares pero con el colchón de haberse clasificado para la próxima Champions League, afronta un mercado de fichajes decisivo de cara al retorno absoluto de un gran Manchester United. La primera decisión tomada ha sido apuntalar la zaga con el joven sueco Victor Lindelöf. No parece nada mal tirada.
Lindelöf es uno de esos centrales que prometen que el futuro es suyo. Se trata de un defensor versátil que combina el dominio del área -sobre todo a nivel potencial- con acciones más expeditivas como las anticipaciones a la altura, casi, de la línea divisoria. Con un número de fallos muy bajo en relación tanto a los riesgos asumidos como a la responsabilidad a la que hace frente. Esta actitud se percibe también en su juego con el balón, pues lo que hace con este denota que es uno de esos futbolistas que quiere trascender y tiene en su cabeza lo necesario para ello. Su pie no es semejante al de los mejores, pero cuando hay una línea de pase interior, la traza, cuando debe dar un cambio de orientación, lo ejecuta, y cuando se le abre pasillo, conduce. Lo ve claro y le acompaña la personalidad. Lindelöf llegará a las manos de quien obtuvo lo mejor de Carvalho, Terry, Samuel y Lucio, y de quien dio un salto de calidad a Ramos y Pepe, con perspectivas TOP. En global, sólo peca de inexperiencia.
Lindelöf tiene potencial para ser, por arriba, el nuevo Terry.
Entrando en el detalle, se le presume una desventaja y un pro. La primera radica en que por arriba es un bastión pero le falta pulirse. Lindeföf emplea su concentración y su cuerpo para imponerse en la mayoría de los saltos, es de verdad impactante en este aspecto, pero no siempre obtiene la mejor posición, no siempre la gana, lo cual le cuesta que muchos de sus despejes, aunque sean despejes, no estén bien orientados, concediendo a los equipos rivales la oportunidad de una segunda jugada. Esto, en clave Premier League, puede ser un problema al principio. Más si cabe cuando se presume que el plan A consiste en que forme pareja de centrales con Eric Bailly, que comparte esta debilidad y no sabe aún cómo disimularla.
Bailly encaja como un guante en las necesidades de Lindelöf.
Mucho más compatible, y de ahí el pro al que se aludió antes, serán en todo lo demás. Una de las peculiaridades de Lindelöf estriba en que siempre se halla muy cerca del hombre que representa el peligro. Posee una especie de imán -se llama «colocación»– que le permite comerle el terreno al delantero indicado acción tras acción, incluso cuando el atacante cambia de nombre. Es uno de sus instintos más valiosos. Además, pese a no ser un dechado de velocidad, atesora cierta capacidad de reacción que le habilita para recuperar metros cuando los pierde ante un quiebro o una aceleración de su adversario. El caso, y a lo que se iba, es que a Bailly es justo al revés. Responde al perfil de central que se siente más cómodo esperando en la distancia antes de pasar a la acción. Eric y Victor, dos promesas bajo el aprendizaje de un consumado orfebre, prometen, juntos, más que por separado. No es decir poco.
Foto: PATRICIA DE MELO MOREIRA/AFP/Getty Images
MigQuintana 15 junio, 2017
Desde el primer día me gustó mucho Victor Lindelöf.
Y me gusta todavía más que vaya a parar a manos de José Mourinho, porque ésta me parece una relación en la que sólo pueden ganar tanto el técnico luso como el central sueco. Mi única duda es respecto a su pareja. Sobre todo porque al final también es perfil diestro, como Eric Bailly, amen de que ésta no me parecería una pareja demasiado complementaria a pesar de lo que explica Abel en el último párrafo.