Lopetegui ha logrado refrescar el fútbol de la Selección en términos de ritmo con la pelota y de actividad de sus hombres sin ellas, tanto para atacar como para defender, lo que ha devuelto a España parte de la competitividad perdida. Sin embargo, quizá en alas de nutrir una transición defensiva que, por el perfil de sus futbolistas, podría parecer desguarnecida, satura de hombres el carril central mientras la posesión es suya renunciando a menudo a emplear a sus jugadores más hábiles allá donde más espacios podrían encontrar.
Ante Francia, la Selección tuvo el control del partido y no era nada fácil. Los de Deschamps lucen la estela invisible de subcampeón de Europa y ayer presentaron el ataque más rápido que puede verse hoy en el fútbol internacional, el compuesto por Griezmann, Mbappé y Gameiro. Realmente cada vez que Koke, Isco o Iniesta perdían las pelota sin un sustento detrás, es decir, cada vez que los locales podían desplegarse al contraataque, su extrema rapidez azotaba el juego e intimidaba muchísimo. Y España controló eso. Pero a costa de que Koke, Isco e Iniesta, más allá de su movilidad, que fue constante sobre todo en el caso del malagueño, acotaran la anchura de su campo de influencia para estar siempre cerca del balón y, por ende, también de los adversarios que podían robarlo.
El crecimiento creativo de Carvajal ofrece soluciones a España.
Dicha circunstancia se tradujo en un peso mayúsculo de ambos laterales ya no sólo en la parcela ofensiva sino también en el concreto ámbito de la creación. Tanto Alba como Carvajal se enfrentaban a menudo a situaciones en las que manejaban el balón estando quietos y con la necesidad, o al menos el deseo colectivo, de que trazasen un pase de calidad de centrocampista que se saltara una línea o limpiase una jugada. O si no, que regatearan a un contrario por sí mismos para generar el desequilibrio que abriese el abanico de soluciones posteriores. El zurdo lo hizo bien y el diestro lo hizo de maravilla, destacándose como el mejor jugador de la noche, pero en partidos de máxima tensión -el de ayer no pareció un amistoso pero tampoco un vida o muerte- cabe la posibilidad de que se requiera un plus. Lopetegui, por ahora, parece confiar en la omnipresencia y la capacidad de desborde de Vitolo, pero… ¿es el canario suficiente como carta maestra para compensar la vicisitud?
Foto: FRANCK FIFE/AFP/Getty Images
Ricuevas 29 marzo, 2017
Parece que en los dos partidos de la era Lopetegui contra grandes ( Italia y Francia), el seleccionador confía en un 11 con la presencia de Koke para ayudar a Busquets, mientras que contra rivales más débiles con mucha tendencia al repliegue (Israel), se ha priorizado el último pase que puede dar Thiago. Me parecen decisiones coherentes.