Solemos decir que las lesiones tienen su parte de oportunidad, pues muchas de ellas han propiciado cambios tácticos o incluso entradas de nuevos jugadores que, a la larga, han sido fundamentales para el devenir del equipo. A fin de cuentas, ante una baja importante los entrenadores toman decisiones importantes. Decisiones de calado.
En el caso del Barcelona esto no ha sido así. En ningún sentido. La lesión de Andrés Iniesta, que venía a agravar la anterior de Piqué, desnudaba a un equipo que no sólo se quedaba sin dos futbolistas que ya son leyenda, sino también sin dos de los tres pilares sobre los que se asienta el juego culé. Es decir, exigía cambios e inventos, ya fueran de Luis Enrique o de Lionel Messi. Estos no llegaron, ni siquiera se intuyeron, pero ya el hecho de que el técnico asturiano, tan dado a los matices y los cambios de registros, mantuviera la idea de fondo de su equipo era una noticia: o desconfiaba en la capacidad/idoneidad de cambiar o confiaba en los relevos del ‘8’.
En este sentido, aunque ante el Real Madrid el elegido fue un André Gomesal al que se le sigue viendo muy cohibido, como tratando de calcar el grado de responsabilidad de Rakitic a cambio de sacrificar las virtudes que le definen a él, el primero en recibir la confianza de su técnico fue el chico que creció admirando a Iniesta y que ahora lleva el dorsal de Xavi Hernández. Y desde luego no funcionó bien.
En sus anteriores equipos brilló más como volante.
«Vengo para jugar en el centro del campo, en las dos posiciones de interiores o en los dos extremos, pero mi posición natural y donde puedo rendir mejor es como interior derecho o izquierdo», decía el gallego al llegar a Can Barça. Y no lo dijo una vez, sino tantas veces como creyó necesario. E incluso con mucha más rotundidad. Él se sentía interior, llegaba como interior y quería jugar así, como interior.
Pero en realidad nunca ha sido interior. Formado en las categorías inferiores del Celta y del Manchester City como mediapunta, una vez llegó al Barcelona B comenzó un baile de posiciones que le fue acercando a la banda. «Yo soy un mediapunta, esta posición no existe en el 4-3-3 del Barça y debo adaptarme a la banda y hacer diagonales. Poco a poco ya voy conociendo los mecanismos», explicaba en su momento. Eusebio le había tratado de situar en el interior, pero el joven gallego no se encontraba cómodo allí, así que finalmente terminó jugando y explotando en «la posición de Ronaldinho», su primer gran ídolo blaugrana. Más tarde, esto se acentuó en Sevilla, donde jugó tanto en la mediapunta como en la banda izquierda, y se confirmó sobre todo en el Villarreal de Marcelino García Toral, técnico que le situaba en ambos costados.
De hecho, fue tras su paso al costado derecho cuando dejó su fútbol más brillante y determinante. Allí ejercía de lanzador de los peligrosos contragolpes amarillos. Era recibir, orientarse y lanzar. En cuestión de décimas de segundo y sin mucho pase o toque previo.
Su comportamiento no es le propio de un interior.
Pero quizás consciente de que la MSN hace inaccesibles a medio-largo plazo tres posiciones del campo, cuando Denis llegó a Can Barça lo hizo en condición de interior. Una posición que, como desvela la hemeroteca, solo ha ocupado brevemente en el Barça B, y no de forma demasiada acertada. ¿Puede terminar ocupándola en el futuro? Seguro. ¿Puede moldear su fútbol a imagen y semejanza del Barcelona? Es una posibilidad. De la calidad y talento de Denis no ha dudado nadie desde que éste tenía 12 años. Sin embargo, hoy por hoy, no parece que sea una opción lógica y coherente para relevar a Andrés Iniesta, un interior cada vez más relacionado con la base de la jugada, el control y el orden. Su forma de orientarse ante el balón, de asociarse en corto o simplemente de relacionarse con sus compañeros no hacen sino delatar su diferente formación. Es más, incluso yéndonos a lo positivo, a día de hoy como interior del Barça solo ha encontrado dos momentos de lucidez: cuando ha recibido en zona de mediapuntas o cuando directamente ha roto hacia portería buscando el pase de Leo, quien sí ejercía de interior.
Foto: Aitor Alcalde/Getty Images
Andrés 6 diciembre, 2016
Me parece muy curioso que un futbolista no se sienta como lo que realmente es.Creo que hay algo de "trampa" de Denis hacia nosotros.Lo que trato decir es "quiero ser interior".
Ahora yo lanzo una pregunta, ya se ha dicho que los centrocampistas del Barça no son organizadores de juego, pero en verdad son muy buenos en ek futbol de transiciones que se dice que tienen? Porque la verdad es que yo no los veo como unos box to box de un nivel que te aporten mucho, claro en contexto Barça claro.
Lo que trato decir es que excepto Rakitic, los otros "llegadores" me parecen lejisimos de muchos llegadores en todo el continente