Sin Messi e Iniesta, el Fútbol Club Barcelona se marchó de El Molinón con una abultada victoria sin necesidad de realizar un encuentro brillante y completo para explicar el marcador. La calidad de sus futbolistas, un ajuste concreto y notable de Luis Enrique y el irregular plan -en idea y puesta a punto- de los de Abelardo fueron las razones que justificaron lo visto en los 90 minutos. Sin el control que le otorgan las ausencias mencionadas, los blaugrana jugaron más que nunca con el espacio que genera su versatilidad como equipo y el que le ofreció un Sporting poco convencido en sus diferentes propuestas defensivas.
El plan defensivo del Sporting no tuvo claridad ni éxito
Y fueron diferentes porque se fueron alternando pero convencieron poco por carecer de un orden concreto. Siendo la presión alta la elección preponderante de los locales, en ninguna de esas propuestas anduvo cómodo el equipo asturiano. Cuando buscaba arriba a su rival, rara vez ganaba el rebote posterior al robo; cuando lograba encarar la espalda de Busquets, Burgui y Víctor Rodríguez eran bien controlados por Piqué y Mathieu, y en defensa organizada, tanto la doble punta como el posicionamiento de Cases y Sergio no mostraron la solidez necesaria para lidiar con una fase ofensiva rival alejada del canon. Y es que Lucho, que alineó a Digne en izquierda, Jeremy de central zurdo, Arda y Gomes en los interiores y Rafinha en el extremo derecho, tuvo muy claro que sin Messi tocaba invertir el poder y significado táctico de los costados, como si fuese una decisión elemental.
Empezando por el final se debe apuntar que el jugador más profundo y constante del choque fue Sergi Roberto, indicativo claro de cómo originó el Barça su ataque y hacia donde lo volcó, a lo que debe sumar que Digne, el carrilero opuesto, nunca se incorporó por fuera Neymar Jr. jugó más cerradoen toda la primera mitad. En situaciones más posicionales, el Barça salió con tres atrás, con Busi entre zagueros, laterales a la altura de la divisoria y Neymar en posición cerrada, nunca abierta. El Sporting respondía con un 4-4-2, cuya línea de puntas quedaba aislada cuando Mathieu conducía y atraía al pivote diestro, Álvarez, demasiado móvil para la amenaza que suponía Arda Turan, cuyo fútbol carece de orden y fluidez en el juego de control y pase que caracteriza a un interior azulgrana. Sin el dominio propio de un lado fuerte, el Barça esperaba a que Neymar se moviera por dentro.
Sergi Roberto aprovechó la relación Rafinha-Lora en derecha
Como el Sporting alternaba su defensa, buscando arriba cuando el Barça reiniciaba, un error puso en ventaja a los visitantes. Con marcador a favor se confirmó lo que se observaba antes del gol: Rafinha era la ventaja. El canterano, algo más abierto que Ney pero jugando con la actitud de Lora, comenzó a tirar desmarques hacia el área, todos seguidos por el lateral sportinguista. Como si Luis Enrique quisiera trasladar la jugada de Leo sobre Alba y Abelardo la hubiera previsto, la misión de Lora fue la de impedir que su par le ganara su espalda. El problema es que Burgui no acompañaba la subida de Roberto, lo que dejó un segundo gol de manual. El Barça encarrilaba el partido con una jugada propia de su sistema. Sin necesidad de control ni de dominio, la libertad de Neymar, el timing de Rafinha y la puntualidad de Sergi desarbolaron a un Sporting ciertamente desatento.
En la segunda parte, el Sporting renovó intenciones e intensidad. El Barça las igualó pero aceptando entregar la pelota. No se obcecó en recuperarla y armó un 4-4-2 simétrico y paciente, que acumuló muchos minutos esperando atrás. Abelardo agotó los tres cambios -Ndi, Castro y Douglas- y manejó tanto la pelota como los metros de campo sin crear apenas ocasiones. Con todo el espacio posible, Roberto culminó su partido con continuas subidas, todas determinantes, para ser la individualidad más sobresaliente y relacionada con el discurrir y sentir del partido.
Foto: Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images
JC54 25 septiembre, 2016
Partido muy anticompetitivo. Sergi Roberto en la segunda parte parecía aquel joven galés jugando de lateral con el Tottenham en el Giussepe Meazza. El tema es que es un portento y no necesita parecer nada, porque puede ser lo que le plazca. Al principio le dejaba mucho espacio a Burgui por temor al drible, al ver que éste no era Yannick, le encimó cual toro de encierro. Su físico, con esa técnica, es otra liga.