1) LA MATRIZ DE LA REALIDAD
“Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza”, Platón, en la República.
El esclavo había vivido encadenado toda su vida. Su encarcelamiento era ingenioso: las cadenas rodeaban su cuello y extremidades y mantenían su rostro encarado hacia el frente. Por más que intentara forcejear con todo su cuerpo, retorcer el cuello y forzar sus ataduras no alcanzaba a mover un ápice la cabeza. Su mirada, como la de todos, estaba condenada a contemplar la fría pared de roca que tenía ante sí.
El esclavo asistía cada día al mismo teatro de sombras. Oscuras siluetas se recortaban sobre un muro de piedra iluminado por un foco de luz que debía encontrarse a su espalda, muy por detrás del terraplénPuede costar separar lo real de lo ficticio al que estaba atado por firmes grilletes. El haz luminoso, fatigado tras recorrer una larga distancia, desembocaba lívido sobre la superficie rocosa y era su tenue brillo lo que permitía distinguir las formas opacas que daban forma a todo lo que se movía en ese mundo: la silueta del césped mecido por el viento, la negra figura de un hombre con gabardina, niños y rascacielos, un balón de fútbol suspendido en el aire, los rasgos de un oficinista ante su pantalla, contornos oscuros que representaban necesidades, placeres, deberes y todo tipo de cosas. La caverna. Matrix. El teatrillo de la realidad.
El esclavo aborrecía todo aquello. Quería ver más allá de las sombras aunque no sabía qué le había llevado a desconfiar de aquella pantomima que colmaba las percepciones de casi todos los demás. Algo en su interior lo había alertado toda su vida: se sabía elegido para romper las cadenas y girar la cabeza, alzarse sobre las extremidades entumecidas y dirigir sus pasos hacia la luz. La semilla de la rebelión había florecido en su interior al calor de aquél brillo tenue que le sugería la salida de la prisión.
Un buen día, el esclavo aceptó una mano que le tendía la posibilidad de escapar. Liberado de su confinamiento el elegido giró la cabeza y pronto tuvo que apartar la mirada del foco luminoso. Aun contemplado desde las profundidades de la cueva el brillo se percibía mucho más intenso que todo aquello que jamás había vislumbrado. Le dolían los ojos y las piernas apenas le respondían, pero Johan Cruyff avanzó resuelto el largo camino hasta la salida, donde en un primer momento apenas pudo distinguir nada en medio de la cálida explosión de luz. Entonces comprendió por qué le dolían los ojos: era la primera vez que los usaba.
2) EL HOLANDÉS VOLADOR
“Qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz”, Platón, en la República.
La leyenda del holandés volador alude a un antiguo capitán cuyo barco avanzaba tan veloz que parecía animado por un poder sobrenatural. Sus contemporáneos, esclavos de las viejas supersticiones, le atribuían un pacto con el diablo. En sus mentes no cabía la posibilidad de que el navegante hubiera alcanzado tal grado de comprensión sobre su oficio que le permitiera vulnerar las leyes no escritas a las que se sometían los demás.
En Matrix (1999) Morfeo explica a Neo, el elegido al que ha rescatado de la caverna, que sus adversarios jamás podrán moverse como él: “Su fuerza y velocidad se basan en un mundo erigido sobre reglas.Ambos explotaron al asumir que, para ellos, no había reglas fijas Por eso nunca serán tan fuertes o veloces como tú puedes ser”. Esas limitaciones tampoco afectaban al joven futbolista Johan Cruyff, que había contemplado la verdadera matriz del juego de la mano de sus mentores en el Ajax. La esencia misma del fútbol se había mostrado desnuda ante sus ojos como si se tratara del código de un sistema informático. Donde los demás sólo alcanzaban a contemplar el resultado de una configuración cerrada el holandés volador veía un océano de posibilidades compuesto por principios maleables que podía ajustar e infringir a su voluntad: “¿Qué es la velocidad? Mira, si me pongo a correr ligeramente, un poco antes que los demás, parezco más rápido.”
El entrenador Rinus Michels diseñó un programa especial de preparación para adecuar la flaca constitución de Johan Cruyff a los rigores de la competición que estaba destinado a dominar. Seguir el ritmo de una percepción tan amplia no es tarea sencilla para un cuerpo habituado a regirse por límites convencionales. Una vez liberado de la prisión que retenía su mente Neo también recibe un tratamiento de rehabilitación muscular en la nave de Morfeo, así como una intensa instrucción en todo tipo de técnicas fundamentales. Pero lo esencial ya estaba en su cabeza: “El arma más eficaz para jugar al fútbol es la suma de técnica y sentido común.”
De vuelta al campo el elegido desarrolla movimientos imposibles, superiores a los de aquellos compañeros, también liberados de las garras de Matrix, que comparten su visión aunque no una comprensión tan profunda sobre la misma. Neo subvierte la gravedad y se mueve demasiado rápido para los ojos de sus enemigos y los cambios de ritmo de Johan Cruyff le bastaban para eludir rivales sin recurrir a fintas rocambolescas: “Sólo hay un momento en el que puedes llegar a tiempo. Si no estás allí, llegaste demasiado temprano o demasiado tarde.” El futbolista holandés se apoyaba en una excelente base técnica para mantener el control de la pelota mientras su cuerpo arrancaba, desaceleraba y cambiaba de dirección con tal precisión que parecía desafiar las leyes de la física.
3) EL REGRESO A LA CAVERNA
“Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito”, Platón, en la República.
El estreno de Matrix cambió para siempre el cine fantástico. Sus efectos especiales usaban técnicas ya tanteadas por algunos publicistas, pero que jamás habían constituido el armazón visual de una producción tan ambiciosa. Anteriores propuestas de ciencia-ficción ya habían recreado a su manera la caverna de Platón, pero ninguna había llevado a tanta gente su enfoque iconoclasta. Forma y fondo se conjuraron para dar lugar a una experiencia tan moderna y rompedora como la irrupción de Johan Cruyff en el fútbol mundial. Ambos fenómenos marcaron profundamente a toda una generación y su legado sigue presente en todo lo que vino después.
A finales de los años noventa las salas de cine habían descubierto la fascinación por el cuero negro en Blade (1998) y planteamientos muy cercanos a los de Matrix en películas como Ghost in the shell (1995) y Dark City (1998). Las tendencias ya estaban ahí y emergían por todos lados del mismo modo que los futbolistas holandeses de los años setenta encarnaban la moda juvenil de su época y una nueva forma de jugar. Neo y Johan Cruyff marcaron tendencia: los cines se encomendaron a las gafas de sol y los estadios descubrieron las posibilidades del fútbol total.
Puede que en lo colectivo esa generación holandesa no se diferenciara tanto de sus adversarios, influidos por las mismas tendencias. Pero en lo individual el elegido iba mucho más allá. Su enorme incidencia tácticaCruyff creaba sistemas sobre la marcha definía una nueva forma de concebir este deporte: un fútbol sin límites en el que la íntima comprensión del juego alumbraba soluciones imaginativas para todo tipo de problemas. Ascendente constante sobre la posición y el movimiento de sus compañeros, Johan Cruyff pretendía convertir en un sistema reproducible lo que sus admirados Faas Wilkes, Floriant Albert o Alfredo Di Stéfano, los pioneros que lo precedieron, enarbolaron como un rasgo personal que no trascendió sus propias figuras.
El holandés volador buscaba algo más que ganar partidos: “¿Jugar para ganar o para disfrutar? Se trata de un debate falso.” Su fútbol pretendía derrocar el sistema de creencias establecido, subvertir la propia conciencia del juego. Y para alcanzar su objetivo primero tuvo que asumir que sus botas eran un instrumento demasiado limitado. Tras ganarlo casi todo, justo cuando parecía invencible sobre el césped, el elegido se enfrentó en duelo singular al más implacable esbirro de la caverna. Incapaz de superar al agente Smith con sus fintas imposibles, Neo fue herido de muerte y su aliento abandonó ese cuerpo doblegado. Johan Cruyff ya no regresaría a la Copa del Mundo y su carrera de futbolista se consumiría en un lento adiós cuyos últimos destellos de gloria no podían esconder la realidad: el holandés volador había perdido la gran batalla de su vida.
4) LA CIUDAD DE SIÓN
“Debéis descender hacia la morada común de los demás y habituaros a contemplar las tinieblas; pues una vez habituados, veréis mil veces mejor las cosas de allí y conoceréis cada una de las imágenes y de qué son imágenes, ya que vosotros habréis visto antes la verdad en lo que concierne a las cosas bellas, justas y buenas”, Platón, en la República.
Y entonces las lecturas enloquecieron. Ni los más devotos seguidores del elegido daban crédito a lo que mostraban los monitores cuando una explosión de poder hizo temblar el mismísimo código del sistema. El futbolista había caído pero no había sido derrotado. Por primera vez, Matrix estaba aterrada: Johan Cruyff había renacido como entrenador.
Al principio de su epopeya Neo se preguntaba si algún día sería capaz de esquivar las balas de sus enemigos. Morfeo le respondió entonces que, llegado el momento, no necesitaría hacerlo. Cuando el elegidoPara Cruyff, un jugador debía conocer el juego se alzó de nuevo, más poderoso que nunca, tan confusa afirmación adquirió todo el sentido del mundo. El sistema conoció entonces a un entrenador que no perseguía a los jugadores rápidos ni mandaba saltar a los suyos contra un gran cabeceador: “Nosotros no lo hacemos así. El bueno nuestro marca al menos bueno de ellos. Un problema menos.” Que creía que “el extremo izquierdo no puede dormirse cuando el entrenador habla sobre el lateral derecho” y que se defendía con la pelota porque los otros no te pueden disparar si no tienen el balón. Johan Cruyff pensaba como hablaba: de forma muy poco ortodoxa pero extrañamente eficaz.
Al sentarse en el banquillo del Camp Nou el holandés se desprendió de las últimas cadenas que todavía le atenazaban y descubrió, como ocurre en la escena final de Matrix, que al fin podía volar de verdad. El nuevo Neo no necesita esquivar las balas porque puede detenerlas: su perspectiva ha cambiado. Cual metáfora del propio oficio del entrenador, sus poderes no se circunscriben a su presencia virtual en Matrix: se manifiestan de igual modo en la cruda realidad devastada por la guerra entre las máquinas y Sión, el último reducto de humanos libres del planeta. Llegados a este punto Johan Cruyff tenía todas las llaves: una ciudad dispuesta a creer en el elegido y una imaginación desatada que procesaba el fútbol al margen de cualquier axioma conocido.
“¿Qué es Matrix?”, se preguntaba todo el mundo en 1999. Matrix es una cárcel mental concebida al servicio de una dominación, la de las máquinas que explotan y retienen a la humanidad presa de una falsa ilusión de realidad. Desde su nueva posición Johan Cruyff comprendió que sus verdaderos enemigos no eran las conciencias reclusas, tan imbuidas de las propias reglas del sistema que lucharían por defenderlo, sino sus arquitectos: “Siempre he pensado que el mejor método para enseñar a un niño a jugar no es prohibir sino guiar. No se trata tanto de impedirle hacer lo que le guste como de completar su información o mejorar su calidad.”
5) LA REVOLUCIÓN DEL ELEGIDO
“¿No se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?”, Platón, en la República.
Johan Cruyff llamó “entorno” a la “gente mala que habita el fútbol y sus aledaños”. Se refería a todos menos a los jugadores: periodistas, directivos, representantes e incluso entrenadores. “Hay muchos vividores”. El elegido aborrecía el control que estos agentes ejercen sobre el sistema. Su fijación de lo que se puede y lo que no se puede hacer, el uso del dinero lejos del césped, su incidencia en el trabajo de los profesionales que aman el fútbol por si mismo y no por el poder que genera: “En el mundo de los ciegos el tuerto es el rey, pero sigue siendo tuerto”.
La caverna de Platón es una alegoría pedagógica. Trata sobre la necesidad de que los sabios iluminen el camino, de que los que han alcanzado la ciudad de Sión se internen de nuevo en el sistema para ayudar a escapar al resto. Cuando Johan Cruyff abordaba el juego era imposible disociar sus aportaciones de una prioridad formativa de fondo. Como entrenador, su legado se articuló alrededor de la Masia e incluso ya retirado sus esfuerzos más creativos se centraron en el diseño de originales modos de fútbol callejero para niños y niñas: “lo interesante es que, incluso con una falta, tengan que pensar y tomar decisiones, crear una jugada, inventar”. Morfeo cuenta en Matrix que pocas veces libera mentes adultas, pues son más reticentes a abrir los ojos a la verdad, mientras que los jóvenes son el verdadero motor de cualquier revolución.
El entorno llamó “cruyffadas” a las decisiones de Johan Cruyff, un saco peyorativo en el que mezclar todos los razonamientos difíciles de entender para las mentes cautivas de la caverna. De ese modo, el éxito del elegido bien podía resultar caprichoso, su filosofía una locura y sus fracasos el resultado lógico un camino absurdo. Matrix quiso ver en Neo una vía de escape que descargaría al sistema de las pulsiones rebeldes que lo habitaban sin causar verdadero daño a su estructura. El entorno creía controlar también al elegido y que su aventura terminaría inmolada ante la gran máquina de Capello. Qué equivocados estaban: “En cierto modo soy probablemente inmortal”.
Matrix, como el fútbol, es un relato sobre la toma de decisiones. Johan Cruyff sólo podía mostrarnos la puerta del cambio. Enseñarnos un mundo sin límites, reglas ni fronteras. Un mundo sin ellos. Un fútbol donde cualquier cosa sea posible. Él no vino a decirnos cómo acabaría todo, vino a decirnos cómo iba a comenzar. Lo que hagamos después es una decisión que dejó en nuestras manos.
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La serie:
Evasión o Victoria. Introducción I: El sueño más grande
Evasión o Victoria. Introducción II: Tren de Sombras, cartografía de la luz
Episodio I: «El poder de la sonrisa».
Episodio II: «El furor del potrero».
Episodio III: «El rey de los teutones».
Episodio IV: «Que la pelota te acompañe».
Episodio V: «La vida agitada (y un poco removida) de Best, George Best».
SrX 11 mayo, 2016
El mejor artículo de la serie, una gozada leeros.