Desde mediados del curso 2011/2012, los aficionados de la Unión Deportiva Las Palmas sabían dos cosas: con Vitolo y Jonathan Viera se podía aspirar de verdad a volver a la Primera División, pero durante dicho proceso sería muy difícil lograr retener a ambos en el equipo. Con la crisis, cada vez más clubes de gran potencial comenzaron a fijarse en el talento que empezaba a despuntar en la categoría de plata, y ellos eran dos de los proyectos más sólidos en este sentido. Vitolo sobresalía sobre el resto por su potencia, verticalidad y determinación. Pero entonces el que más ilusión producía era Viera, un jugador con denominación de origen.
Sólo consiguió brillar en el Rayo de JémezDe ahí que el que primero saliera fuera él. Las Palmas ni siquiera se había podido clasificar para los extenuantes playoffs, pero la sensación es que el Valencia no había errado el tiro. Luego saldría bien o saldría mal, pero era una apuesta a realizar. Lo que sucedió, más allá del club y del contexto, que quizás no eran los más indicados, es que a Viera le pesó lo que a tantos otros jugadores canarios les ha pesado: el salto competitivo. Se suele decir, no sin razón a tenor de los antecedentes, que a los jugadores insulares les cuesta desarrollar su juego fuera de las islas por una cuestión de carácter, personal y futbolístico, que en este caso quedó patente. Mientras el mágico y virtuoso Viera, representando el paradigma de jugador canario por excelencia, naufragaba en Valencia, mejoraba en Vallecas y desaparecía en Lieja, el más pragmático y concreto Vitolo explotaba con Emery hasta lograr ser internacional. Habían nacido el mismo año, en la misma isla y en el mismo club, pero cada uno pertenecía a una escuela diferente.
El regreso de Viera a Las Palmas fue bastante positivo.
Incómodo por la situación y el cariz que estaba tomando su carrera, Jonathan Viera decidió volver a casa para reencontrarse consigo mismo y, de paso, cumplir con el objetivo que tanto él como Vitolo habían dejado pendiente a su marcha. Una doble tarea en la que gustó sin tampoco fascinar, algo de lo que ya se ocupaba Sergio Araujo, una especie de mini Kun que dará mucho que hablar, pero que a fin de cuentas sirvió para escribir un gran capítulo en la historia de jugador y club. Su partido en La Romareda, con gol incluido, recordó a ese Viera protagonista que empieza por fuera, que acaba por dentro y que entre medias logra filtrarse en el corazón del equipo rival. A ese Jonathan Viera que, desde luego, es jugador de Primera División. Y de los que pueden y deben ser importantes para su equipo. En sus botas y en la pizarra de Paco Herrera estará revertir el regusto amargo de su primer salto a la élite, pero a priori la combinación no puede resultar más apetecible.
@SharkGutierrez 26 julio, 2015
Ha llegado el día en que se habla de la Unión Deportiva Las Palmas en primera división, y que menos que eso, que otro de los que usó el 21 (lleva el 20 actualmente porque el 21 sigue siendo de "El Flaco" Valerón). A Viera lo conozco personalmente, pues nos criamos (con varios años de diferencia, eso sí) en el mismo barrio de la periferia grancanaria. Vive a 5'-10' del Gran Canaria y representa un poco lo que es la escuela canaria.
Viera no brilló en su vuelta, porque cuando él llegó, pilló al equipo con una dinámica pobre fuera de casa y jugaba más como revulsivo. Entre molestias y lesiones, hasta mediados de Abril, en las que el equipo parecía no alcanzar ya el ascenso directo, la UD empezó a jugar al fútbol y retomó una dinámica perdida en los meses de invierno. Jonathan Viera fue fundamental para lograr esa cuarta plaza y es importante en el esquema.
Viera ocupa la posición de mediapunta, que juega ligeramente escorado a la izquierda. Es bastante participativo y, como los buenos peloteros, cuánto más la recibe, antes sabes que algo va a pasar (para bien o para mal). A Jonathan le sienta bien el fútbol que propone Herrera en la Unión Deportiva: un equipo que en segunda le gustaba dominar la mayoría de partidos (especialmente en el Gran Canaria), pero con muchos problemas para cuando los equipos se le cierran bien. Viera es de esos distintos, capaces de "gambetear" una y otra vez para quitarse rivales de encima. Eso le ha penalizado bastante, cabe decir. Sin embargo, su sociedad con Araujo se antoja clave y básica para crear espacios cuando domine y para aprovecharlos cuando el equipo repliegue bastante más. Es un poco la representación de un equipo que va con 17 canarios en plantilla, de los 25 que pueden conformarla.
Me alegra ver esas pequeñas píldoras en forma de texto, que esperemos ver durante muchos años más en Ecos. ¡Qué ganas que empiece esto!