Aunque Robert Lewandowski y Luis Suárez no estuviesen al mismo nivel, sus fichajes significaron cosas parecidas para el Bayern Múnich y el FC Barcelona respectivamente. Superaban la calidad teórica de sus predecesores y suscitaban dudas en cuanto a su adaptación total a sus nuevos contextos. Ser dirigido por Guardiola o jugar al lado de Messi implicaría disfrutar de menos espacios que en Dortmund y Liverpool; atacar defensas organizadas y no hacerlo a la contra. ¿Explotarían así todo su potencial? Ya se vería.
Luis Enrique liberó a SuárezNueve meses después, existe cierta unanimidad al respecto de que, a pesar de haber jugado en un campeonato más competitivo, desconocido para él y con el lastre de haber completado una pretemporada muy extraña, Suárez ha sido más optimizado que el delantero de Polonia. O sea, no es que haya jugado mejor, que al fin y al cabo se presuponía; lo interesante radica en que Luis Enrique y Guardiola les han dado tratos diferentes y el ofrecido al charrúa, en este caso, ha funcionado con mayor eficacia.
Robert ha sufrido en Múnich lo que Villa, Zlatan o Alexis en el CN.
Eduardo J. Ustáriz examinó el curso de Lewandowski en el artículo «Corredor sin silbato», explicando por qué, en palabras del analista, «El Bayern del día a día es una cárcel para él». Abreviando, la norma auto-impuesta de manejar siempre la posesión y los principios básicos del juego de posición, que tienen como contraprestación restarle libertad de movimientos a cada pieza, perjudicaron a un «9» que, en esencia, sobresalió corriendo por los tres carriles y, a poder ser, al contragolpe.
Luis ha tenido incluso espacioLuis Enrique optó por el camino inverso. En lugar de aclimatar a Luis Suárez al juego de posición, abolió parte del mismo y dotó de una libertad casi absoluta a los miembros de su tridente ofensivo. Para más inri, admitió periodos de repliegue bajo para permitir a Messi, Neymar y el propio Suárez atacar con espacios de vez en cuando, lo cual, con certeza, alivió mentalmente a los tres puntas, pues resulta bastante más fácil crear ocasiones en transición que frente a defensas bien organizadas.
Suárez lee con confianza la zaga rival y propone soluciones.
A partir de los giros expuestos, Luis Suárez ha podido emplear su gran talento de manera improvisada. Su capacidad para interpretar sobre la marcha los distintos retos que sus contrarios le planteaban ha sido un factor real. Es algo de lo que en su día no gozaron Ibrahimovic, Villa, Alexis Sánchez o, por poner el ejemplo más reciente y revelador, el propio Neymar JR, que ha explotado esta campaña. ¿Usos prácticos de liberar a Suárez? Muchísimos. El último, ante la Real Sociedad. Sirvió como boya para un juego directo (balones largos hacia él) contra un sistema de línea adelantada. Luis luchaba con los centrales -excepcional Iñigo Martínez- y permitía a Messi, Neymar, Rafinha y Xavi atacar en tres cuartos de cara con prudente regularidad. El partido en general fue una joya y Suárez, quizá, su actor más especial.
Este texto no pretende, en absoluto, destacar la primacía del camino de Lucho sobre el juego de posición estricto -vaya tontería sería-, sino señalar las ventajas que otorga a un determinado tipo de jugador. En particular, a las estrellas de carácter ofensivo que ya han triunfado en Europa en estilos diferentes al que el Barça utilizó, primero muy bien y luego con problemas, hasta la llegada del técnico asturiano. En otras parcelas, como las ligadas al control, su plan ha podido sembrar dudas en no pocos compases de la temporada, pero en lo vinculado a la adaptación y el rendimiento de su fichaje crucial, sólo ha repercutido de forma positiva. Radicalmente positiva, de hecho. Es Luis. Al 100%.
@Santahuevo 11 mayo, 2015
Es tan emocionante ver a Luis luchar y pelear por cada balón a muerte!!!