En un mercado desértico como es el de los grandes centrales, el fichaje de Gabriel Paulista (24) hubiera estado bien pensado por parte de cualquiera. Hasta clubes como el Bayern Múnich, el Chelsea o el Barcelona, forzados a luchar por cada título temporada tras temporada, habrían visto reforzados sus equipos y sobre todo sus proyectos de haber incorporado al brasileño. Su presente es notable; su potencial, fascinante. Wenger se lleva una joya. ¿Sabrá esculpirla?
Se parece algo a MarquinhosGabriel responde al perfil de central de línea alzada. Sus acciones predilectas son la anticipación, el cruce y la cobertura al lateral, y consigue un impacto tremendo a partir de ellas porque las ejecuta con una clase y una sobradez que gustan, gracias a su casi perfecto físico (potente, fuerte, rápido, flexible, ágil, resistente, con salto, sin defectos) y su depurada técnica. Sus piernas le llevan a llegar el primero, su tronco a ganar la posición y sus pies a hacerse con la pelota casi siempre que los usa. Hasta en situaciones límites, cuando le obligan a ir al piso, su técnica le responde. Rara es la vez en la que se tira y no toca el balón. No es su único añadido. Otro radica en que no le importa si lo ponen en el lado derecho o el izquierdo del área. Su rendimiento se mantiene y no hay que infravalorar ese plus, pues apenas hay centrales zurdos en los grandes de Europa. Este Gabriel es complementario con todos.
Gabriel defiende tan bien en banda que puede jugar de lateral.
Debe hacerse especial hincapié en su cobertura al lateral, en su caída a banda. La fiabilidad de Gabriel en esas lides condiciona su fútbol y el de sus equipos. Quizá sea exagerado compararlo con Pepe, pero hay que mencionarle porque, al igual que el crack del Madrid, ofrece a sus entrenadores darle al lateral de su flanco un rol defensivo más interior, menos pegado al costado, en ayuda de su centro del campo, algo muy preciado sobre todo para defender contraataques, cuando una presión inmediata de un lateral sobre un centrocampista rival puede retardar decisivamente el intento de transición rápida. Wenger podría hacerlo porque Gabriel le respondería saliendo a la cal. La sella. No solo es difícil de rebasar, sino que no permite ni centros. Donde el 95% de los centrales se mueren, él crea una ventaja táctica. Tanto es así que Gabriel supone una alternativa competente hasta para jugar de lateral. De hecho, en el Villarreal-Madrid de la primera vuelta actuó como tal, y a pie cambiado encima, para frenar a Bale. No lo anuló, pero compitió. Considerando que, cuando no están de baja, Mertesacker y Koscielny forman una pareja muy valorada por el Emirates, no debe descartarse que sus primeras irrupciones en el once titular se den como lateral.
¿Si jugando como lateral dejaría cojo el ataque? No. No crearía peligro en la medida de un especialista, pero aportaría, porque su control del balón es notable. Es más, cuando actúa en su puesto, su conducción genera ventajas. Su problema en salida reside en sus pases. Primero, porque se desconcentra y falla bastantes por puro despiste, y luego porque se emociona y, en la zona prohibida, filtra pases entre líneas como si fuese Laudrup, sin tener toque para ello. Nada que no pueda mejorar con el tiempo.
Antes de pasar a la siguiente fase del análisis se debe constatar que aunque se crezca y prefiera formar parte de defensas adelantadas, Gabriel sobrevive muy bien cuando sus equipos plantean repliegues. Su técnica de despeje es alta y su velocidad reactiva también. Ante el Barcelona en El Madrigal, por citar un ejemplo, su actuación fue TOP, llegando a controlar varios unos contra uno ante Messi dentro del área.
Su defecto, la soberbia. Le cuesta reconocer una inferioridad.
Últimamente no estaba tan bienQuien haya llegado hasta aquí tendrá formada la idea de que el Arsenal ha fichado un central casi perfecto. No es el caso. Peca de soberbia. Gabriel está tan provisto de condiciones que confía demasiado en ellas, y hay veces en la que se obceca con determinados desafíos en los que lleva las de perder. Sirvan como prueba dos de sus últimos encuentros con el Villarreal, en los que se midió al Elche de Jonathas y al Málaga de Amrabat. Siendo dos delanteros distintos, ambos decantan la balanza a su favor a partir del contacto, donde son dominantes, y Gabriel, en lugar de eludirlos, flotarles un poquito y cerrarles el camino, se pasó los 90 minutos chocando contra ellos. Como era factible, perdió ambos duelos, y no puede decirse que Marcelino lo pagase barato. Sólo sumó 2 puntos de los 6. Gabriel está acostumbrado a ser superior en cada ámbito. No sabe administrar una inferioridad. No muestra inteligencia leyéndolas. Se sobre-expone. De nuevo, nada que el tiempo no pueda corregir.
La principal duda sobre el destino de Gabriel radica en Wenger.
En realidad, lo único que de verdad preocupa en relación al futuro de Gabriel es Wenger. Desde el mayor respeto hacia el súper entrenador francés, sin duda uno de los técnicos más relevantes de las últimas dos décadas, Arsene lleva mucho tiempo sin diseñar un sistema equilibrado y sin generar un ambiente 100% competitivo. En lo táctico, el centro del campo suele abrirse demasiado en pos de crear espacios, dejando una auténtica alfombra roja que desemboca en incertidumbre y tendencia al error. Y lo mental es más grave. Bastante más, si cabe. Fallar en el Arsenal de Wenger duele, pero muchísimo menos que en un equipo entrenado por Van Gaal, Guardiola, Mourinho o Simeone. Duele en el momento, pero el fallo no deja huella. No pasa nada. Como no pasa nada cuando no se gana un título. Esto, a veces, maleduca a algunos jóvenes, bien propiciando su desmotivación, bien llevándoles a asumir riesgos improcedentes que restan competitividad. Koscielny, que será señalado como el espejo en el que mirarse, es justamente el precedente que más asusta. Laurent suma día tras día acciones de una dificultad técnica increíble, lo que le ha convertido en Bosscielny para los angloparlantes y en Dioscelny en español, pero aunque haya mejorado hasta el punto de sumar puntos -es clave en que el Arsenal siempre quede 4º-, sigue siendo un desestabilizador. Sus decisiones son de un riesgo innecesario, se la juega en demasía, y aunque suela triunfar, su estilo debilita la estructura y atenta contra la cultura competitiva, porque incluso cuando triunfa, se oye el «Uy» de la no-tranquilidad. Y esto sucede, en parte, porque fallar en este Arsenal del último Wenger tiene una importancia relativa. Acertar nueve veces pesa más que fallar una. Ese es el defecto. Competir defensivamente no consiste en acertar, sino en alejar los errores, en reducir el número de situaciones de riesgo. Las pifias, al final, siempre llegan. Hasta los genios caen en ellas si se exponen. Y en el Emirates siempre se hace.
Gabriel es un ganador, desprende el carisma de los líderes brasileños, podría ayudar al Arsenal a recuperar el carácter competitivo a medida que madura. El movimiento gunner es intachable. Pero mirando por el futbolista, preocupa. Por su modo de ser y jugar, necesita que alguien le enseñe qué hay que hacer para alejar la derrota de su horizonte. Por desgracia, Wenger, otrora mentor de campeones, no garantiza eso en este momento. Cesc Fàbregas fue su última creación élite. Ha llovido.
trocko79 6 febrero, 2015
A mi Gabriel me llamo la atencion por su fisico y su anticipacion, pero luego no acabo de convencerme, es algo alocado, no me transmite seguridad y como bien comentais a veces arriesga demasiado, dando la sensacion que busca lucirse innecesariamente, y no siempre le sale bien su apuesta, contra delanteros inteligentes lo pasa mal, le provocan le retan y suele picar y sufrir. Puede que llegue a ser un gran central puliendole esos defectos, pero yo a dia de hoy creo que esta sobrevalorafo. Por poner un ejemplo, en la lista de centrales del Villarreal me parece mejor Musacchio que el. A ver como se le da la Premier y lo que consigue Wegner de el.