El Barça logró una victoria agónica en un campo y ante un rival que, hoy por hoy, son de primer nivel. El Valencia de Dani Parejo, el del 4-3-3 y el carácter de Nuno, es una fuerza de la Liga que muestra tanta versatilidad como calidad y orden, y sin duda dejó constancia de ello en un choque en el que solo fue inferior en los últimos 15 minutos. Claudio Bravo, con tres paradones, resultó crucial.
Busquets jugó como interiorDe nuevo frente a un gran partido, Luis Enrique sorprendió con el once. Parece claro que su confianza en el Barça del día a día es baja. En esta ocasión, el cambio clave radicó en la posición de Busquets como interior derecho, un ajuste interesante. Sergio es un jugador sin base táctica específica, carece de demarcación natural, no se mueve ni como Alonso, ni como Matic, ni como Xavi, ni como Vidal ni como ningún otro jugador de élite, ni de hoy ni de ayer. Lo que hizo en su día fue basar su tiránico juego en orbitar alrededor de Xavi y repetir los dos gestos donde es sublime: el pase y la segada para recuperar la posesión inmediatadamente después de que su equipo la pierda. La particularidad de Xavi era que era quien tenía el balón; papel que en el Barça de Luis Enrique recae sobre Messi. Y si la bola ha cambiado de planeta, ¿por qué no cambiar también la órbita del satélite? Hacer girar a Busquets sobre el culé que más paredes iba a requerir para orientarse y, a su vez, sobre la zona donde más se iba a perder el balón tenía (un poco de) sentido teórico.
Hay otro modo menos sesudo de explicar el reposicionamiento del de Badía: que Luis Enrique prefiriese a Mascherano como mediocentro para competir en Mestalla, sin más. Y como Busquets le importa más que Rakitic, le buscó al catalán el acomodo en la alineación, y ya está.
El Barça solo ganaba metros por mediación de Alba y Alves.
Así pues, el Barcelona formaba un 4-3-3 con Mascherano de pivote, Sergio de interior derecho y Xavi de interior izquierdo. Y quizás lo más sorprendente fue que no existió transformación táctica, las funciones correspondientes a cada demarcación fueron las típicas de siempre, cambiaron los nombres pero no las tareas. Es decir, Mascherano y Busquets articularon los primeros pases y Xavi intentó aparecer entre líneas, sobre todo a espaldas de Dani Parejo, interior derecho ché. Y el Barça se colapsó. Seguramente, porque ninguno de sus tres medios tenía nivel para superar a un rival de la categoría de este Valencia haciendo lo que se les pidió. Cuando se dieron cuenta y se saltaron el sistema, buscando cada uno su zona de seguridad, el tema fue a peor. Tendieron a dibujar una recta. Eso dificultó tanto la triangulación en ataque como la transición hacia atrás, pues un solo buen pase ché borraba a los tres a la vez. Por no hablar de los regates tipo Iniesta de André Gomes. Juntar a Javier con Sergio no fortaleció al Barcelona.
Negredo dominó los apoyos, pero no tuvo turbo para profundizar.
Al ataque ché le faltó calmaEl Valencia, comodísimo durante la mayor parte del choque -acabó ocho ataques antes de que el Barça finalizase su segundo-, echó en falta un punto de calma cuando se acercó al peligro. Que Parejo se hubiese recuperado de la lesión una semana antes, por ejemplo. El caso era que Feghouli y Rodrigo, los conductores, solían ejecutar la primera idea que se les pasaba por la cabeza, y solo Rodrigo superaba con constancia a su marcador (Dani Alves). Tanto durante el primer tiempo como, especialmente, en el inicio del segundo, el Valencia desperdició ocasiones y pre-ocasiones por doquier. Y cuando llegó el carrusel de cambios, que le arrebató a Negredo -martirizó a Mathieu- y al propio Rodrigo, se quedó sin salida. Ni De Paul ni Alcácer hilaban contras.
Los últimos 15 minutos sí fueron una ofensiva total azulgrana.
La falta de contraataque ché y la necesidad azulgrana convirtieron el último cuarto de hora en un acoso sin tregua contra la portería local. Entonces surgieron Neymar y cía, que hasta ese momento apenas habían aparecido tras algún balón largo de Piqué o Mascherano a la espalda de Otamendi y Mustafi. Tampoco es que el Barça fuese el colmo de la fluidez en ese tramo final; a grandes rasgos, sus métodos consistieron en Messi bajando a recibir e intentando filtrar un pase entre cuatro o cinco pares de piernas, si bien, considerando la extrema calidad de los puntas de Luis Enrique, eso suele bastar. Otamendi aguantó lo que pudo, que fue muchísimo para tener al tácticamente nulo Diego Alves detrás de él, pero en el minuto 93, y tras el tercer córner consecutivo, los tres puntos volaron para el Camp Nou. Fue una de esas victorias que pueden servir de punto de inflexión, de las que dan tiempo y aire para mejorar, de las que todo proyecto nuevo necesita para crecer. Y fue una de esas derrotas que no afectan ni lo más mínimo al perdedor, pues ratifican que va por el camino correcto.
javimgol 1 diciembre, 2014
Victoria brutal del Barcelona en un partido de los que dan y quitan ligas.
Creo que el Valencia hizo un gran partido, fue superior a su rival la mayor parte de él y solo al final se encerró demasiado. Y entre eso y su falta de pegada lo pagó carísimo.
Me gustaron muchos los apoyos de Negredo, me desquiciaron los cambios del Valencia (el cambio de Rodrigo por De Pauli no me entra en la cabeza salvo que el primero no tuviera piernas, porque la diferencia entre ambos es notable) y me parece que Messi tuvo una actuación finísima, generando ocasiones y enganchando la bola. Por muy bien que defendiera el Valencia, Messi ofrecía soluciones.