El Atlético de Madrid fue mejor que casi todos. Tras una travesía que duró un cuarto de siglo y que convenció a las nuevas generaciones de que en España solo había dos gigantes, Simeone diseñó una manera de pensar que reactivó al club hasta devolverlo a su lugar de origen. Dicha actitud se basó en una serie de mensajes simples que calaron rápida y profundamente a ritmo semanal, haciendo de los lemas «partido a partido» y «equipo del pueblo» dos marcas de agua calculadas y directas que lograron engrandecer a sus guerreros mientras confundieron por despiste a los adversarios que contra ellos iban cayendo. Como en el deporte el motor de lo social es la suma de los tres puntos, el eficaz fútbol colchonero actuó como acicate; un buen juego que no podía fundamentarse en la técnica y que tomó como punto de arranque el cuerpo a cuerpo, el choque. Se defendía chocando y se atacaba haciendo lo propio. Como hace Mario. Como le gusta a Mandzukic. El Cholo sabe que ha firmado a un igual. A un tío que piensa como Gabi.
Su gran valor como futbolista es que nunca desconecta; aporta a sus equipos desde el minuto 1 al 90.
Mandzukic sabe hacer más cosas las que se intuyen a simple vistaMandzukic luce la etiqueta de delantero centro clásico pero no lo es. Es más, Mario Gómez sí lo era y el Bayern Múnich lo sentó primero y lo mandó a Florencia después porque buscaba algo más plural y quien se lo ofrecía era este croata. A pesar de su cuerpo de peso pesado, que es el principio de su juego porque no entiende el fútbol sin contacto, Mandzukic encuentra varias maneras de aportarle a sus equipos fuera del área; y dentro de ella, aunque se maneja aun mejor, el aficionado atlético descubrirá pronto que Guardiola pudo exagerar un poco cuando lo señaló como el mejor especialista del mundo, pues por el Calderón pasó recientemente un tal Radamel Falcao y salta a la vista que Mario no tiene ni su gama de movimientos, ni su paleta de remates ni su sutileza en el primer toque. El nuevo «9» del Atlético de Madrid es más bien una referencia bastante completa, sin deficiencias acuciantes, que da sentido a su tremenda condición física del modo que más excita a Diego Pablo Simeone: siendo un jugador de 90 minutos. O sea, un tipo que, aunque sea el killer, nunca desconecta, que siempre está haciendo algo que pone en jaque a su rival, tanto cuando toca atacar como cuando de defender se trata. Los jabalíes no tienen brazos. No pueden ponerlos en jarra.
Mario Mandzukic no puede contraatacar sin ayuda, pero sí sabe jugar, y bastante bien, al contragolpe.
Si tiene un poco de todo, ¿puede permitirle al Cholo mantener el sistema del año pasado? No, porque Diego Costa tenía mucho de autosuficiencia y ésta fue la clave del colectivo en muchos momentos de la última temporada. Mandzukic no suele completar nada solo; esa sensación de que el Atleti estaba cerca del área contraria incluso cuando tenía a diez de sus hombres casi metidos en la suya va a desaparecer, y será una diferencia lo suficientemente importante como para provocar serios ajustes en la pizarra de Simeone. Ahora bien, esto no quita que el balcánico constituya una herramienta muy efectiva a la hora de contraatacar. En primer lugar, se trata de un muy buen receptor del primer pase; sabe ganárselo a los centrales, proteger la pelota, esperar a la segunda línea y soltarla con acierto. Su decisión suele ser mejor que su ejecución, no es que pase la pelota con la precisión de Villa, pero la pasa mejor que Costa. En segundo lugar, y de esto se habla menos, es un tipo muy apto para correr el carril derecho durante una jugada de contragolpe si la carretera está vacía, pues esprinta más rápido de lo que aparenta y en cuanto da la tercera zancada logra una potencia difícil de combatir. Cuando llega a la línea de fondo, en vez de recortar, meterse en el área y finalizar él, tiene que centrar; o sea, se insiste, necesita un compañero, pero sabe llegar hasta el final y no la cuelga mal. Para evitar confusiones, se hace énfasis en que esto puede hacerlo en posición de extremo derecho y solo de extremo derecho. En el centro o en la izquierda se requiere más habilidad y se aturrulla. Para que él marque la diferencia, la jugada debe ser un reto de potencia en línea recta sin defensores que le obstaculicen por el camino.
Vamos con una posible aplicación práctica: El Atlético visita Anfield y sale con Jiménez y Mandzukic juntos. Para defender al ofensivo Alberto Moreno, en defensa decide cerrar con el croata trabajando como extremo derecho como más de una vez ya hiciera con Diego Costa. Si los colchoneros logran iniciar su contra en corto, el croata puede correr la banda y ponérsela luego al excelso rematador mexicano; y si sale en largo, puede aprovechar la superioridad aérea de Mario sobre Moreno para peinarla hacia un posible desmarque diagonal de Jiménez a la espalda del mismo. Lo que quiere decirse es que el hecho de que Mandzukic no implique un sistema de contraataque por si mismo -como sí hacía Diego Costa- no equivale a que no sirva para contragolpear.
Defensivamente, Mandzukic es más útil corriendo hacia atrás que trabajando la salida de balón rival.
Quizá haya sorprendido que en el ejemplo anterior -que no fue más que un ejemplo de una posible situación minoritaria- se le haya asignado a Mandzukic el rol defensivo de extremo derecho; no es una labor propia de un delantero centro, pero ya se dejó constancia de que de clásico tiene poco. Entre otras cosas, porque es un activo defensivo muy versátil. Al croata le encanta sufrir, sentir que es partícipe de la recuperación del balón, incluso se le verá pisando el área de Oblak/Moyà si Simeone se lo pide. Sí hay que apuntar, no obstante, que no estamos ante un defensor talentoso. Carece de la capacidad de Villa para alterar la salida del balón contraria, no sabe posicionarse tras una fría reflexión para manipular la dinámica del rival. Como jabalí que es, su proceder es mucho más visceral. Mario marca la diferencia atrás en labores de puro desgaste. Correr y chocar. Digamos que resulta más útil defendiendo sobre el eje vertical (arriba-abajo) que sobre el horizontal (izquierda-derecha). También debe señalarse que Simeone sienta cátedra a la hora de diseñar sistemas defensivos y que ya convirtió a Costa, que no destaca precisamente por su análisis, en una pieza útil a la hora de presionar. Menos útil de lo que decía su cuenta-kilómetros, dicho quede, pero útil.
Analizado el uso potencial que Mandzukic podría tener en aquellos días en los que el Atlético vaya parecerse más a lo que suele preferir, toca estudiar las variantes que el «9» pueda ofrecer en esos otros en los que se le fuerce a atacar en estático. Sus fundamentos técnicos son humildes pero funcionales. Rara vez se le verá un detalle mágico o inesperado, pero tampoco se le podrá criticar por ser pésimo en algún menester, así que, también en esta fase del juego, es más polifuncional de lo que a primera vista deja entrever. Aun así, tiene cuatro movimientos predilectos que repite con más frecuencia. En salida de balón, el más obvio: bajar balones largos. Carece del toque de los mejores, pero es bastante eficaz y va de menos a más en los partidos, que es algo muy importante en su juego. Como cada una de sus aspiraciones conlleva dos o tres choques de carrocería contra su marca, el defensa se va desgastando y él no, porque es un jabalí muy resistente. Luego, cuando su equipo ya se asienta en campo rival, sabe bajar a la corona del área, recibir y dejar el balón de cara a sus compañeros. No suele ni girarse para dar el último pase ni abrir el balón a una banda, pero da el pase previo para que uno de sus compañeros sí lo hagan -otra vez necesita ayuda; otra vez colabora en que la jugada se complete-. Si su entrenador, por contra, prefiere desarrollar un juego más externo o con más intercambio de posiciones en ataque, es muy capaz de, también en este momento, caer a la banda derecha y dejar libre la zona del ariete para que la rellene, por ejemplo, Griezmann desde el otro lado, y puede apuntarse que a lo largo del año algún gol así, con asistencia de Mario a Antoine, vamos a ver. En cuarto y último lugar, y desde luego no porque su valor práctico sea menor, queda su faceta rematadora.
Como rematador, Mandzukic es, sobre todo, un especialista esperando los centros en el segundo palo.
Sabe imprimir fuerza a los centros aunque le lleguen flojosTras 1500 palabras focalizando sobre una misma idea, llegados a uno de los párrafos claves no vamos a ser incoherentes: Mandzukic, en el área, es un jabalí. Digamos que existen, groso modo, dos tipos de achucha-balones: los artistas y los físicos. Los artistas, grupo liderado por Falcao en el que podrían quedar encuadrados especímenes más modestos como Paco Alcácer o el propio Raúl Jiménez, son aquéllos que bailan en la caja caliente y que sienten por puro instinto la zona en la que va a caer el balón. Igual aparecen en el primer palo que en el segundo, por delante que por detrás de la línea de defensas, y siendo capaces de dotar de precisión a su contacto con la pelota se produzca con la parte del cuerpo que se produzca. Incluidas las nalgas, el cuello y la nariz. Pues bien, Mandzukic no es de esos. Mandzukic es de los otros, de los que no leen cada jugada por separado y adoptan una actitud más uniforme, que en su caso es cargar el segundo palo. Alguna vez se le verá en el primero, pero muchas menos veces que esperando el fallo del rival en el segundo. Eso sí, si el centro supera la primera barricada (y los de Koke siempre la superan), el «9» de Simeone es brutal. Se hace fortísimo en su terreno, como si edificase un cilindro protector imaginario alrededor de su cuerpo, y nadie va a saltar más alto que él cerca de su cuerpo. Incluso molestarle un poquito resulta difícil. Es potentísimo. ¿Su remate en si? Muy, muy bueno. Mejor con la cabeza que con el pie, pero en general estamos ante un futbolista preciso en el toque final. Con otra particularidad, no necesita que el centro le llegue tocado; es muy capaz de ser él quien imprima fuerza al balón. Es decir, haciendo balance, su instinto no está a la altura del de los grandes especialistas pero ha encontrado una rutina práctica en la que resulta muy productivo. Los centros apurados se quedan en el primer poste, pero el Atleti sabe liberar a sus centradores en las bandas para que la cuelguen debidamente.
Su cohesión con Raúl García, hombre clave para Simeone, será conflictiva. Ambos son pesos pesados.
En el caso de que los adversarios pasasen a defender más abiertos para restar calidad a los centros de Siqueira, Juanfran, Gámez o Koke entre otros, algo que cabría plantearse, por dentro aparecerían espacios que permitirían a tipos como Arda, ¿Cerci? o el propio Koke filtrar asistencias que dejasen solos a otros ante el portero. Y en este menester, la verdad, Mandzukic no es un estilista. No dispone de un repertorio de amagos demasiado rico y sus definiciones, que no son nada rápidas, encuentran el cuerpo del portero más veces de las que él quisiera. Estamos hablando de un muy buen delantero y por lo tanto las colará de esta guisa, pero ni mucho menos es su especialidad. Griezmann, por ejemplo, resulta más fiable encarando al meta en unos vs uno. A Mario se le da bastante mejor recoger rechaces y romper la red con la agresividad que le caracteriza. Si lo pensamos, es un proceder bastante acorde a lo esperable en un jabalí del área.
Diego Pablo Simeone ha reclutado un jugador de fútbol que piensa, siente y compite como se hace en el Club Atlético de Madrid. Mario Mandzukic es un delantero centro que acompaña todas las jugadas, que corre 90 minutos y que se deja los higadillos por ayudar a su equipo permanentemente, sin descanso, con y sin balón, con el realismo y la humildad que se necesitan para aceptar cualquier tipo de instrucción que su entrenador pueda ordenarle. Al ser un ariete de características diferentes a las de Diego Costa, su fichaje conllevará una serie de ajustes en el sistema que en principio podrían requerir un tiempo de adaptación, lo cual siempre es delicado en una Liga que podría irse cerca de los 100 puntos otra vez, pero asumir este riesgo era inevitable porque lo único parecido al hispano-brasileño que ofrecía el mercado era Luis Suárez y lo ha fichado el Barça. Si supera o evita ese factible problema inicial y el Atlético de Madrid continúa su idilio con la confianza, Mandzukic puede llegar a convertirse en una nueva prueba de que la táctica solo es una parte del fútbol. El campeón de Liga cambiaría su sistema, su pizarra trazaría movimientos diferentes, pero seguiría transmitiendo exactamente lo mismo que le erigió como uno de los mejores equipos del continente.
Error Humano 19 agosto, 2014
¡Completísimo análisis! Sólo me queda una duda, en cuanto a lo que comentas de su incompatibilidad con Raúl García: de un lado, entiendo lo que comentas de "pesos pesados" y que pueden tender a ocupar un mismo espacio. Pero por otro, me parece un recurso de salida de balón directa en caso de que Siqueira no pueda asemejarse a Filipe (será complicado igualarlo). Es decir, si la salida de balón se atasca, ¿no crees que un Mandzukic+RG en juego directo y busca de segundas jugadas tras su toque de cabeza se hace un arma muy efectiva y difícil de defender para cualquier defensa? Es que pienso en esta noche, saltando ambos con el Sergio Ramos de inicios de año (siempre tan laxo) y Coentrao, e imagino ciertas ventajas para el Atleti.