A comienzos del S.XXI, Brasil vivió una de las etapas más boyantes de su lujosa historia. Tras salir campeón del mundo en 2002, con Ronaldo Nazario de gran estrella, la canarinha entró en un periodo de victoria continua propio de las divinidades de este juego. Campeones de América en 2004 con un equipo alternativo, la cima llegó con el triunfo en la Copa Confederaciones de 2005. Brasil arrasó a Argentina en la final con un fútbol impresionante, comandado por Ronaldinho –el mejor del mundo para casi todos–, un imponente Kaká y figuras novedosas e ilusionantes como Robinho, Cicinho o el más consagrado Adriano. Aquello era una fiesta.
La paliza a su vecino argentino tuvo un valor simbólico incluso superior al deportivo. A doce meses del Mundial de Alemania 2006, la sensación reinante en el planeta fútbol era que nadie podía toser a esos monstruos. Que Brasil eraBrasil 2006 daba auténtico miedo otra cosa, algo inabordable. Para colmo, la conquista frente al gran rival se había dado sin la presencia de Ronaldo, Roberto Carlos o Cafú, tres mitos incontestables. Si la nación brasileña tenía en el combinado de 1970 (los Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino) el punto álgido de su leyenda, resultaba debatible que sus homólogos de 2006 estaban, como mínimo, a la par. Lean la nómina y alucinen: Cafú, Lucio, Emerson, Kaká, Adriano, Ronaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos, Robinho, Ze Roberto…
Brasil acudía a Alemania como el mayor ogro que se recuerda.
Por prestigio y calidad, el Mundial 2006 parecía asignado de inicio
Bastó apenas media hora para intuir que aquello no iba bien. Brasil abría el campeonato en Berlín ante la selección croata. No tenían los de Zlatko Kranjčar la mejor de sus generaciones. Los Boban, Suker y compañíaEl debut contó toda la verdad ya habían quedado atrás y la magia de Luka Modric todavía se haría esperar un par de años. La imagen de aquella Croacia (que no ganaría ningún partido y quedaría eliminada en la primera fase) era el esfuerzo en ataque de Dado Prso, las carreras de Babic por la banda… y poco más. Brasil solucionó el encuentro con una maravilla aislada de Kaká pero el aroma fue malo. Ronaldo había completado una pésima actuación, siendo sustituido incluso… pero lo peor fue lo de Dinho.
A sus 26 primaveras, el genio azulgrana aterrizaba en la Copa del Mundo como vigente rey del fútbol, Balón de Oro, dos veces Fifa World Player y campeón de la Champions. Era su Mundial y el debut en el mismo había dejado helado a la inmensa mayoría. Se hablaba de que Parreira le hacía jugar demasiado retrasado, siempre por detrás de Kaká, Ronaldo y Adriano. Como iba a pasar con Leo Messi en 2010, la medida tenía que ver con la falta de claridad del colectivo a la hora de hilvanar juego. Que la tocasen los buenos cuanto antes era el plan, y el mejor entonces era Ronaldinho. Un Ronaldinho que supo aquella tarde que Alemania 2006 iba a ser para él la gran pesadilla de su carrera.
Aquella Brasil de 2006 no insinuó nunca ser un equipo de verdad
Más allá de los malos rendimientos individuales, aquella Brasil se cayó porque nunca logró ser un equipo. No se alcanzó cohesión futbolística y, llegado el momento, cualquier rival iba a revelar la verdad sobre esa incoherente reunión de talentos. Croacia nos contó todo. Hoy, frente al mismo oponente, inaugura la Brasil de Neymar su andadura en el Mundial. Arrancar una Copa del Mundo no tiene comparación con nada. Dicen los que juegan que las piernas se agarrotan y sientes una ansiedad distinta. Valorando todo eso, raro será que no saquemos algo del primer choque de los niños de Scolari. Sorprendería tanto una brillantez exagerada como no ver esta noche a la pequeña roca competitiva que ha construido el sabio de Felipao.
Que empiece Brasil 2014.
Sebas 12 junio, 2014
Dios santo, que equipazo por nombres. Creo que muchos históricos de esa nómina no debieron ser titulares, recuerdo que contra Japón jugaron muchos suplentes, sobretodo laterales, y el equipo funcionó bien.
El Brasil 2010 daba mucho miedo también, no tanto por nombres sino por funcionamiento, incluso me parece más sólido que el de este mundial. Una pena, ya que era la verdadera prueba de España. Era su madrid de Mourinho.