Yaya Touré, un joven elefante de condiciones especialmente extraordinarias, había sorprendido y seducido donde se reunían los Filósofos y donde vive el príncipe más famoso de Europa. Txiki Begiristain, conocido por respetar el ADN azulgrana y rendir pleitesía al músculo negro al mismo tiempo, lo reclutó sin dudar para revitalizar el proyecto del Dios Dinho, y un año después, con dicho periodo extinto, cayó en manos de Pep Guardiola, que crearía un Imperio. Seguramente, el oráculo de Santpedor nunca lo hubiese requerido, pues Yaya no reunía las concretas virtudes que mejor se adaptan a su ideario, pero la inteligencia del técnico y la desaforada pasión del chico por el FC Barcelona (¡hasta hablaba catalán!) edificaron un punto de encuentro entre ambos: sería el pivote tapón. Y así fue la historia hasta que un niño con cuerpo de estudiante de informática fue ganando terreno a ritmo de pase vertiginoso, que era lo único que hacía pero también lo que más excitaba al líder. Touré, crack relegado a la suplencia, regresó con su mayor fan, esta vez en Manchester y con la promesa de ser aupado como estrella única. No correría para nadie, su hernia sanaría totalmente y él marcaría los goles. En el Etihad le reconocen como el punto de inflexión en su modesta historia. Antes de Touré, perdían siempre; ahora, siempre pueden ganar. El titán se lo ha creído, domina el club y lo condiciona a su imagen y semejanza. No a la del pivote tapón, sino a la de la estrella devastadora. En el Manchester City todos atacan con fuerza y fe, pero nadie esprinta para atrás. Por eso el Barça puede hacer hoy un partido divino. El Barça puede recobrar el timón que perdió en Múnich.
Como todos conocemos al equipo del Camp Nou y este texto debe servir como presentación de su rival de esta noche, comenzaremos detallando de qué manera el Manchester City alcanza su mejor versión, aun a sabiendas de que es la menos habitual en este colectivo. El hombre básico es David Silva. Su City, descrito como un conjunto sin cultura del esfuerzo, carece también de capacidad de control con el balón (no sabe ni ordenar ni alterar el ritmo del juego a partir de su posesión), lo cual le condena por defecto a abrir los partidos y a defender mal, quedando a expensas de que su demoledora pegada sea suficiente. Pues para poner un poco de criterio, la clave es que Silva rompa la formación inicial de 4-2-4, se cierre 20 metros, baje 25 y dibuje un 4-3-3 (imagen 1 e imagen 2). De este modo, el canario favorece la creación de triángulos, la posesión skyblue aumenta su volumen y su continuidad y las diez piezas de campo se juntan para ir de un sitio a otro, siempre al son de David. Si esta noche comparece esta versión citizen durante más de media hora, el Barça va a sufrir, porque no puede pararla. Este Manchester City sí es un equipo maravilloso y más o menos sostenible sin pelota. Son los únicos instantes en los que se aprecia la mano de Manuel Pellegrini.
Si David Silva no es el dueño del balón, el City se parte sin remedio¿Por qué duran tan poco? Porque depender de Silva no es el negocio correcto si buscas constancia. Su irregularidad es extrema incluso en este preciso momento, en el que su forma física y su estado de ánimo son óptimos. El alivio que encuentra David para que no todo dependa de él es Samir Nasri, que es otro que tal baila. Si Pellegrini basa el duelo en la búsqueda de su cara más potente, quizás el francés encuentre el hueco que deja la lesión del Kun. Su otra vía de entrada, la banda de Navas, es otra posibilidad pero menos probable. Sea como sea, cuando ni Silva ni Nasri transforman el 4-2-4 en un 4-3-3 y capitanean la posesión, el Manchester City es un equipo abocado a romperse: Touré, que es un ganador sin igual pero no posee una lectura del juego demasiado rica, tiende a bajar demasiado para subir él el balón, las líneas de pase no aparecen y los únicos métodos de avance terminan siendo el envío largo y aéreo hacia uno de los dos puntas o el Navas-sistema. Con el primero, al estar Yaya abajo en el momento del lanzamiento, el City no tiene con quien ganar las dejadas de Negredo o Dzeko y cae en la discontinuidad. Con el segundo, los skyblues cargan el área con seis o siete futbolistas y, si el centro de Jesús no es rematado, las contras del oponente son letales. Se insiste: si Silva o Nasri no son los dueños del balón, el City es un equipo sin ningún rasgo de inteligencia. Un caos donde solo se piensa en chutar a gol cuanto antes. Xavi e Iniesta ya salivan.
Hoy el Barcelona, presumiblemente, no se topará con su temido repliegue intensivo en 4-5-1.
Xavi e Iniesta salivan por tres motivos. El primero está analizado, el City no sabe mantener la pelota en su poder. Y el segundo también, no detenta un sistema defensivo potente. El tercero es que, dentro de lo mal que defiende, encima su modelo es ideal para que la circulación culé sea rápida y para que Iniesta juegue en la que ya es su mejor posición, la de falso extremo izquierdo. Fernandinho aparte, que se ha convertido en un pulpo del perfil de Sergio Busquets por pura necesidad, el resto de hombres de Pellegrini adolecen de una pasividad en el robo y las correcciones tácticas que, con franqueza, no se ven en ningún otro candidato a la Champions. Ni siquiera en el propio Barcelona, que tan criticado está por estos motivos. Y no se debe a una cuestión de motivación, no es que no necesiten correr en su día a día y luego puedan cambiar el chip, pues en el choque contra el Bayern Múnich de Guardiola de hace unos meses intentaron ser una mole y el resultado fue nefasto; Yaya iba pero nunca llegaba y los laterales del campeón de Europa creaban en cada jugada situaciones de superioridad numérica en el medio que resultaban decisivas, sobre todo en su perfil derecho (donde defiende Silva).
Amén de la falta de intensidad, el sistema táctico del Manchester City dista de ser aquel con el que todos los culés con mínima pasión por el análisis tienen pesadillas en las noches precedentes a un partido de Champions: el 4-5-1 que se acorta y se aplasta sobre el área propia. Esa propuesta táctica fue la que desautorizó a Iniesta de extremo en San Siro y otras plazas hace un año natural. El truco es que, a costa de concederle al Barça un dominio territorial surrealista, se vuelve inviable jugar entre líneas, pues la de cuatro y la de cinco están tan, tan juntas que si el central extiende un brazo toca la espalda de su mediocentro. Dicha circunstancia hacía que todos los centrocampistas culés, Iniesta incluido, controlasen el balón con diez jugadores entre ellos y la meta rival, dando pie a una sensación de indigestión que bloqueaba a cada azulgrana excepto a Messi, que convertido en el Barça en sí mismo, resultaba relativamente fácil de anular. El Manchester City no defiende así. La distancia entre su defensa y su centro del campo es muy vasta y, además, ni la acción propia de Fernandinho es recular ni la acción propia de Kompany es anticipar. Iniesta hoy sí podrá jugar entre líneas y ofrecerle al Barcelona todo cuando está a su alcance en esa posición, que es muchísimo. Quizá no la victoria (sus cifras de goles/asistencias no son altas), pero sí el control absoluto.
El Barcelona sigue siendo un equipo que obliga a todos sus adversarios a cambiar su manera de jugar.
Se comenta, sobre todo una vez se ha oficializado la ausencia del Kun Agüero, la variante de que Pellegrini guarde su 4-2-4 y opte por un 4-2-3-1 más conservador dando entrada a Javi García (imagen de la derecha). El murciano es un buen centrocampista que agrega una dosis de agresividad y estabilidad interesante para los suyos, amén de algo intangible que no por ello deja de tener importancia. El Barcelona es el mejor equipo europeo en los últimos cinco años por su propio nivel, pero eso no quita que determinados conjuntos, sobre todo de la Premier League, hayan mostrado un desconocimiento de lo que son el Barça y Leo Messi que les ha salido muy caro (a Ferguson en concreto, regalar dos finales de Champions). Es muy fácil llenarse la boca con piropos para los azulgranas, pero en este caso en particular, la realidad ha superado por completo a la ficción: el Barça ha sido mejor de lo que hemos sido capaces de describir. Y aunque hoy no muestre el mismo nivel, sigue siendo un equipo único al que hay que medirse con una humildad casi reverencial impropia de los equipos de la Premier League. El Barça solo es batible si asumes que ellos saldrán a gozar (balón) y tú a sufrir (sudor). Luego la noche pone a cada uno en su sitio según sea su rendimiento presente, ya pasó en Múnich, pero el chip de modestia paroxística es el inevitable punto de arranque. Cuantos más españoles alinee Pellegrini, menos riesgo de pasmo padecerá su equipo.
Indirectamente, la titularidad de García daría más opciones de jugar al inconstante pero peligroso Nasri.
En lo táctico, además, la titularidad de Javi García junto a Fernandinho se traduciría en dos certezas y una variante peligrosa. Las dos certezas son que Silva y Touré mejoran su aportación ofensiva. Son liberados de esfuerzos atrás y ganan libertad en ataque. En particular lo de Yaya es determinante porque, sin el Kun Agüero, será el gran crack del City cerca del área de Valdés. En cuanto a la variante, si Pellegrini prescinde de un delantero centro en beneficio de un pivote, perderá remate en el área de Mascherano, algo que le impulsaría a cometer ese pecado pasional que todos sabemos que disloca al Ingeniero: sacrificar a Jesús para juntar a David y Samir. Al Tata no le haría gracia. Más allá de la baja fiabilidad de ambos mediapuntas, los dos responden al perfil de «10» pausado y mágico que casi siempre marea a Busquets (Özil, Arda, etc).
Cuando el City llega al área, la carga tanto que, con un solo pase, el rival elimina a seis de sus piezas.
¿Y Leo Messi? Estamos llegando al final del artículo y su nombre apenas ha aparecido. En cuanto a él, el análisis es tajante: el Manchester City no ha mostrado el menor indicio de ser capaz de contener al argentino. No se habla de evitar que marque, lo cual es casi imposible cuando Messi pasa por un momento tan dulce como el actual, sino de reducir su influencia, de conseguir que Leo no sea un azote persistente. La naturaleza del equipo de Pellegrini queda explicada en las dos imágenes que preceden a este párrafo (izquierda y derecha), es pura irresponsabilidad, y Leo castiga tanto tal carácter que, incluso aceptando la superioridad física skyblue, cabe presumir que el Barça tendría las de ganar hasta en un partido de ida y vuelta. Por el Etihad no han pasado ni Rafa Benítez ni José Mourinho. No existe esa tecnificación defensiva que lucieron ante el genio definitivo Liverpool y Chelsea. El City es como el Arsenal y el Manchester United. Como para Xavi e Iniesta, el Manchester City es el candidato al título más propicio para el número «10». Siempre considerando, por supuesto, la dificultad que entraña jugar a domicilio en la Copa de Europa. No podemos caer en la exageración de vaticinar una noche plácida para los culés por estrictas condiciones tácticas. Sabemos, porque lo hemos visto, que la Champions League no va solo de eso. Y también que el Barça de Tata Martino no es un ejemplo de regularidad.
Si Iniesta juega como extremo, Cesc deberá cuidarse de no perder ningún balón en la base.
Groso modo, el tapiz sobre el que se jugará el encuentro ha sido colocado. De las pequeñas imágenes que componen el mosaico completo, con honestidad, no han sido recogidas ni el 25%. Los matices de la batalla son infinitos. Podríamos dedicar un artículo al reposicionamiento de Busquets en las últimas fechas, que ha adquirido una zona mucho más retrasada, seguramente, pensando en que el City siempre deja arriba dos puntas o a un punta y a Yaya. Tampoco ha sido desarrollado el rol de Cesc, que cuando Iniesta juega arriba se ve obligado a darle al juego ese poso y esa seguridad que hasta hoy se le atragantó en las noches de más luz. Qué decir del duelo entre, si juegan, Navas y Jordi Alba, o de la conveniencia de alinear a Bartra o Mascherano contra los poderosos Dzeko y Negredo. El factor Jovetic, la carta oculta de Neymar, la psicosis culé ante el balón parado, el espacio que puede ofrecer Alves a Xavi para que no note que va más lento que el resto, la opción citizen de apostar por un doble lateral con Clichy y Kolarov… El Manchester City-FC Barcelona posee una riqueza y una cantidad de puntos de atención que no existe en ningún otro duelo de estos Octavos de Final. Pero si hay que resumirlo todo en una frase, ésta es: «El Barça de Xavi, Iniesta y Messi se mide al rival perfecto para recuperar el prestigio perdido». Y lo hace en su mejor momento del año.
javimgol 18 febrero, 2014
El artículo pinta todo color muy blaugrana, la verdad. Se habla de que el City tiene muchas carencias defensivas.
El problema es que el Barcelona también ataca y deja mucho jugar. Una barbaridad. Equipos con un potencial ofensivo bastante menor que el City le han causado muchos problemas no hace 2 años sino 2 semanas.