Desde la perspectiva de un equipo que poco menos acaba de aterrizar en esto de competir en Europa, el Bayer Leverkusen de Sami Hyypia tiene, a grandes rasgos, una ventaja y una desventaja. La ventaja es que va a tener su oportunidad. El Bayer no monopoliza el juego ni tiene por objetivo prioritario ser superior al rival de forma sostenida, sino que prefiere los partidos sin guión ni argumento prestablecido. Le gusta más asustar que dominar, y de ahí radica, precisamente, la desventaja: su consigna es sacar rédito sin necesidad de que ocurra nada, sin grandes alardeos, sin grandes esfuerzos, y esto exige al rival una concentración absoluta a nivel defensivo en cada una de las situaciones que, sin correlación alguna, se van sucediendo a lo largo del choque.
En cualquier caso, ambas tienen mucho que ver con la actitud que adoptan los alemanes, y a la que nos vamos a referir como “desconexión”. Entenderemos “desconexión” como un estado de latencia y aparente inactividad, como una ruptura de la continuidad en el partido para tornarse en una sucesión de jugadas casi aisladas en las que el éxito o el fracaso está determinado, casi en su totalidad, por la técnica y el azar. También por el balón parado, sin el cual ayer, al Bayer, dicha desconexión le hubiera pasado factura.
El Bayer Leverkusen no necesita tener el balón para crear peligro.
El cuarto de hora inicial fue del LeverkusenÚnicamente 15 fueron los minutos en los que puede decirse, abiertamente, que el Leverkusen fue superior a la Real Sociedad; sólo durante un cuarto de hora fue capaz de generar ventajas con asiduidad en fase ofensiva. Concretamente, las encontró en la recepción de Son a la espalda de Elustondo, que giraba para la apertura en la incorporación de Boenisch y Rolfes en superioridad numérica. La Real, a falta de un lanzador y ante un Bayer muy intenso achicando la recuperación realista, vivió 15 minutos en su propia área. No obstante, a partir de dicho minuto llegó el punto de inflexión, de “desconexión”, y las tornas cambiaron al encontrar la Real a su lanzador con balón y a su sustento sin él en un mismo jugador: David Zurutuza.
Zurutuza fue el que dio con la solución buenaCon el Bayer en automático, la salida de la Real era todo lo sencilla que te permite el no tener un especialista. Lenta y de forma lateral o desplazamiento largo mediante, pero llegar a tres cuartos no era una tarea complicada. No obstante, allí se atrincheraban los alemanes, en dos líneas de cuatro casi pegadas a la frontal, esperando aislar a su presa para salir veloces al contragolpe. Y tras varias transiciones, llegó el ajuste. Zurutuza, como jugador inteligente que es, hizo lo que probablemente hacen todos los jugadores inteligentes: observó, leyó y entendió el partido y después, y sólo después de todo eso, participó. Se posicionó cerquita del balón y encimó al lanzador alemán, ganando los segundos suficientes para que la Real replegara y cerrara el carril central, concediendo únicamente centros laterales; centros que incluso llegaron a estar bajo control. Y a partir de ahí todo fue in crescendo.
La Real Sociedad mejoró mucho tras el descanso.
En la segunda parte, la desconexión alemana afectó también a sus líneas. Más largo y con mayor distancia entre las mismas, la Real placó esa primera ventaja que el Bayer tenía por dentro en posicional cerrando a Markel y Elustondo sobre los interiores. A la pérdida esperaba el pelirrojo de Rochefort como el perfecto lanzador incansable. Tras recuperación, la Real siempre salió en ventaja. Invertida la lógica habitual, con la Real aguantando el balón con un buen Vela y un mejor De la Bella en perfil izquierdo, y Griezmann atacando al espacio en la derecha, el equipo de Arrasate pisó el área con tanta naturalidad como erró ocasiones de esas que solo dejan de entrar si estás sumido en una evidente dinámica negativa. De esas que la temporada pasada entraban todas.
La Real fue mejor y hasta recuperó sensaciones, y al Bayer le falló el plan infalible. Y con todo ello, los vascos cayeron 2-1 en el BayArena. Hay pocos equipos capaces de dominar todas y cada una de las situaciones que se van desarrollando a lo largo de un partido y la Real no es uno de ellos. Los alemanes juegan con eso. Los cinco últimos minutos de cada uno de los tiempos escaparon al control realista por cuestiones de concentración y cansancio, y la desconexión alemana no sólo no peso, sino que ganó el partido. Por mucho empeño que pusieron los txuriurdines, la desventaja se impuso, esta vez, a la ventaja.
@alvarofrances9 3 octubre, 2013
Eché de menos a Iñigo Martínez en la salida. Bayer tapaba especialmente mal porque los tres de arriba eran demasiado estáticos. Ahí me faltó un cambio de orientación, una filtración…
Además, también me faltó algún apoyo para DLBella. Llegaba perfecto y cogía siempre la espalda a Sam con metros para correr. El asunto es que siempre estaba destinado al centro lateral porque la asociación era imposible, no había gente.