La carrera de Jimmy Floyd Hasselbaink es bastante surrealista. El AZ Alkmaar se deshizo de él cuando cumplió los 20 años y ningún club profesional de Holanda decidió hacerse con sus servicios, lo cual básicamente dejó al bueno del surinamés sin trabajo. Entonces deambuló por el fútbol amateur del país durante dos cursos, hasta que recaló en el Campomaiorense luso, donde hizo 12 goles y se ganó su pase al Boavista, lo que supuso, al fin y con 24 primaveras, la garantía de que podría vivir de jugar al fútbol. Lo otro se conoce más. Se alzó Top Scorer de la Premier en el Leeds United, lo fichó Jesús Gil y, pese a sus 24 goles, descendió a Segunda con el Atlético de Madrid.
Hasselbaink no era lo que dice un futbolista de gran talento. Rara era la vez en la que conseguía quedarse solo delante del portero, su calidad asociativa era discreta y tampoco es que fuese un maestro en el área chica, de estos que lo rapiñan todo. El delantero centro tulipán -para Kiko «la cara más negra del fútbol»– vivía única y exclusivamente de su habilidad para calar en la grada, su ética de trabajo y su espectacular golpeo de balón con ambas piernas. Era impresionante. Hasselbaink tenía muchas más probabilidades de marcar un gol desde 25 metros que en un mano a mano contra el cancerbero, arte que, quizá por falta de práctica, dominaba como el peor. Todo era su chut. ¡Pero qué chut!
Sólo la Selección Oranje le quedó grande a Hasselbaink.
Dicho sea que, en su caso, sus defectos le enaltecían, no le hacían de menos. Con ellos consiguió convertirse en una Leyenda del Chelsea pre-Mourinho, rellenando en la afición de Stamford Bridge el hueco que dejó Gianfranco Zola y volviendo a liderar la clasificación de goleadores de Inglaterra en la 2000/01. Tan efectivo resultaba su escaso repertorio que se ganó una plaza en una Holanda espectacular, que llegó a tener seleccionables en algún instante a Dennis Bergkamp, Patrick Kluivert y Ruud Van Nistelrooy, entre otros. Aunque en el combinado nacional sí se le vieron las costuras, pues la generación de la Copa de Europa del 95, con los De Boer, Seedorf y compañía, exigía un conocimiento del juego de posición made in Van Gaal que a Jimmy le quedaba enorme.
Falcao y Diego Costa pueden borrar hoy el recuerdo de Jimmy.
Aun dudando, hoy son más que menos los que colocan a Hasselbaink en el saco de delanteros portentosos del Atlético de Madrid moderno, con Vieri, Torres, Agüero, Forlán y Falcao; seguramente porque desde aquella 1999/00 sus goles han salido en los telediarios antes de cada derbi madrileño. Esta noche Simeone intentará borrar esta tradición de una vez por todas, aunque no le será fácil, porque el Atlético-Madrid de las 20:00 es una trampa de cuidado para su equipo. El balance entre lo que puede ganar y lo que puede perder es tan desequilibrado que está casi obligado a vencer, y el Madrid, al fin y al cabo, va a presentar un bloque de futbolistas más que digno. Quizás veamos a Koke midiendo el ritmo de Casemiro, con y sin balón, y será interesante medir a Albiol contra Falcao y Diego Costa. Mientras Pepe palidece en cada envite, el internacional español lleva dos encuentros destacando, y hoy es su gran prueba. Hay cosas que ver. Son el segundo y el tercero.
Luás 27 abril, 2013
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