París es una ciudad encantadora, la inspiración de artistas supremos. De muchas formas distintas. No siempre olió a luna, a habano, carmín de labios y perfume denso, como en la preciosa «Midnight in…» de Woody Allen. En su historia ha sufrido, y no solo por melancolía; y ha luchado por cambiar, y no sólo a través del arte. Antes de convertirse en La Ciudad del Amor, París fue el rincón del mundo que inició la Revolución Francesa, origen del último movimiento social comparable a la Globalización, de la que nosotros somos motores. Es romántico que 224 años después de quitarle el poder al poder absoluto, hoy vaya a medirse contra algo así como el nuevo Antiguo Régimen. El Barça decide y ordena sin consultarle a nadie, y sirve a un Rey que hace lo que quiere. Siete presos custodiaba La Bastilla cuando los parisinos la tomaron en 1789. Siete son aquéllos que aspiran hoy a derrocar a Messi y cambiar el orden vigente: Madrid, Málaga, Múnich, Turín, Dortmund y Estambul. Y París. ¿Volverá a ser ella? Vilanova ha vuelto, y dice que no.
El tiempo trajo derrotas interrogativas e incluso se llevó a Pep Guardiola, pero las arrugas aún no saltan a la vista. Cuando esta noche Matuidi, Lavezzi o Sirigu miren a Xavi e Iniesta, verán el rostro del mejor equipo de la historia. Intacto, como si todo siguiera en su sitio. El pánico que provoca la estampa se convierte en una adaptación reverencial por parte del rival, lo cual tiene su parte buena y su parte mala. La buena, que los mejores nunca aspiran a jugar a su máximo nivel contra el FC Barcelona. La mala, que el Barça se ha ido transformado en un equipo de ritmo modesto y, sobre todo, muy previsible. Cada uno de los pases de su juego de posición está avisado, así que la adaptación tampoco resulta la quimera que fue. Por eso el Paris Saint-Germain tendrá opciones. Su fútbol habitual sería la muerte, pero tiene un ramillete de jugadores de un perfil similar al ideal para ejecutar ese plan anti-Barça común. Si Ancelotti imprime personalidad y explica bien el orden a sus piezas más dotadas, la eliminatoria debería tender a durar, como mínimo, 135 minutos.
Xavi y Messi deben fijarse como objetivo volver loco al importante Blaise Matuidi.
El cacao principal estará en el lado derecho del Barça, con Alves, Xavi y Messi. Lo normal es que el PSG (4-4-2 en línea mientras defiende) sitúe a Chantome como volante derecho. Jugando así, con balón el dibujo suele pasar al rombo, con Verratti de «5», Chantome de interior derecho y, clave, Matuidi de interior izquierdo (si en la derecha juega Lucas Moura, el doble pivote no muta y Verratti y Matuidi invierten sus perfiles, dando al italiano la izquierda para que oriente debidamente su pierna diestra hacia dentro). O sea, en teoría Blaise influirá en el sector fuerte del Barça. El francés es muy bueno, tiene condiciones notables para hacer una labor de portada en la noche de hoy, pero su chip defensivo no es el de Makelele, sino el de Busquets: le gusta presionar, ir hacia delante y quitarle la pelota del pie al contrario. A esto nos referíamos en el párrafo anterior. Si Matuidi hace su juego y acude a por Xavi como un loco, Messi va a tener una recepción sencilla a su espalda que costará al PSG varias ocasiones de gol. De Ancelotti estará instruirle para que no pique el anzuelo, para que sus piernas se crucen con las de Leo y marquen diferencias. Por su parte, los culés buscarán engañarle, hacerle creer que, si va, podrá robar el balón. La batalla será tan bonita como decisiva.
Pastore es el titular en la izquierda, pero ojoDando por hecho que Villa será el «9» referencia y que el costado derecho pertenecerá en exclusiva a Alves, seguimos analizando todo lo que puede ocurrir por ahí. Thiago Silva, que es diestro pero actúa como central zurdo, no es muy dado a influir en zona de mediapuntas. Es un zaguero de área, y teniendo la excusa del asturiano andurreando por ahí, lo presumible es que a Messi le deje tranquilo. Por su parte Maxwell, viejo conocido culé, no preocupa demasiado. Su talento como defensor no es alto, y su intensidad no es importante. De ahí que cueste imaginar a Pastore como banda izquierda titular. Lo viene siendo y parece que cada vez convence más a Ancelotti, pero dejar a Matuidi como única traba real contra el Alves-Xavi-Messi suena a cruento sacrificio. En este sentido, Lavezzi, habitual punta, podría ser de mayor ayuda como volante izquierdo. Curra más, tiene más físico y es más apropiado en general para perseguir a quien haga falta en un momento dado. Además, con balón también se ajusta mejor. Pastore es un tipo de pausa, y de eso el Paris Saint-Germain va sobrado con Ibrahimovic. Sus ataques se basaran en contras; contras que no son de perfil asociativo tipo Dortmund o Real, sino marcadas por las conducciones de sus balas. El principal espacio que concede Tito Vilanova es la espalda de Xavi y Alves, y las carreras del Pocho amenazan mucho más que los detalles de Pastore.
Ancelotti regala sus bandas a todos sus rivales, confiando en que T. Silva cortará cada centro lateral.
En cualquier caso, antes de pasar a las posibilidades ofensivas de los parisinos hay que lanzar la mirada al lado de Iniesta. Se anuncia que Jordi Alba se ha recuperado a tiempo de sus problemas físicos, y tiene pinta de que Tello podría ser de la partida en el Parque de los Príncipes. Si Tito Vilanova apuesta por esta banda izquierda la profundidad está garantizada. Nunca va a tener más fácil el entrenador azulgrana eludir uno de los defectos de su equipo: la dificultad para acercarse a la zona de peligro. Alba y Tello son rapidísimos y adictos a la línea de fondo, y Ancelotti, literalmente, pasa de defender los costados. Le dan igual, porque tiene un comodín: Thiago Silva. El fútbol es como es y lo mismo Tello mete dos centros y resultan dos goles, pero en principio la superioridad que tiene el PSG en su propia área pequeña es total. Thiago es un demonio, un crack del despeje y la pierna imposible, el zaguero más seguro del momento. Valorándolo, Tello (o Alexis si juega) debe ser listo: una vez llegue al fondo su destino debe ser Iniesta, por muy claro que parezca que un pase al área conllevará peligro. Ser profundo en el sector de Andrés permite que el genio manchego reciba de cara a portería, en ventaja, y aunque parezca un camino más indirecto que el pase de la muerte, no lo es. Además Verratti, pivote derecho, no es ningún experto defensivo aunque se esfuerce.
Tello llega «on fire», pero ¿le viene el PSG?Un Verratti que es el dueño la salida de balón francesa pero que quizás hoy no logre funcionar. Marco se cree el sucesor de Pirlo, y eso está bien, porque contra el Barça la autoestima es clave. Pero Pirlo no es. Técnicamente está a años luz, para ser preciso requiere de mucho tiempo, y aunque un mal Barça lo ofrece, la versión intensa que esperamos hallar no debería concedérselo. Vilanova intentará hincar el diente a los primeros pases del PSG. Sus jugadores no rebosan valentía y su sistema no les ayuda en exceso. Terminan abusando del pelotazo a Ibrahimovic, que está bien porque Zlatan es increíble, pero deja de exprimir una de las grietas culés más húmedas: defensa rival que da tres pases seguidos, defensa rival que inicia un contragolpe mortal. A ver qué tiene preparado Carlo. Las dos o tres primeras salidas de Thiago Silva y Verratti desvelarán el plan, pero en principio esperamos mucho balón aéreo. En éstas, dando por hecho que Ibrahimovic bajará 3 de cada 5, el papel de Busquets se antoja aún más importante que el de Piqué o Mascherano. El sueco es muy bueno, pero la Ligue 1 le ha malacostumbrado a un ritmo algo lento, y Busquets es el mediocentro más agresivo de Europa. Aunque su pasión es presionar y ése será su sino en el minuto 1, a poco que los locales encuentren a su genio en este tipo de jugadas deberá pegarse a él y ponerse el mono de trabajo. Zlatan no es uno más. Sergio, tampoco.
El potencial ofensivo del Barcelona puede librarle de medirse a la velocidad de Lucas Moura.
Como la batalla entre Ibrahimovic y Busquets (qué maravilla potencial de duelo…) se presenta igualada, lo que suceda alrededor de los mismos podría decantar este capítulo. A Busquets ya sabemos que no se le suele ayudar, con Xavi e Iniesta no se puede contar de cara a tareas sin balón, así que todo lo más que podríamos encontrar sería un papel cerrado y comprometido de Alves y, sobre todo, Alba, al que Chantome daría más margen de maniobra. Zlatan sí va a estar mejor acompañado, sobre todo si, como planteamos en el tercer párrafo, Lavezzi ocupa la banda izquierda. Con dicho movimiento Ancelotti gana la opción de inyectar aún más velocidad en la punta de su ataque, bien con Menez bien con Moura. El francés tiene el cromosoma Benzema, cabe la posibilidad de que juegue y nadie se dé cuenta, pero es buenísimo y muy apto para sacar a Piqué de sitio y de quicio. Conoce mejor la posición que el normalmente extremo derecho Lucas, que a su vez es mucho más determinante con el balón. El joven brasileño no sabe cuándo tiene que picar y cuándo venir al apoyo, su fútbol está verde, pero si agarra el cuero es un peligro muy serio. Es cierto que no tiene la precisión de los mejores, la pelota a veces no obedece a su pié, aunque eso es un defecto sólo hasta cierto punto. No es viable mezclar su verticalidad y rapidez con un control absoluta de la pelota.
El golpeo de Beckham podría ser un revulsivoPor último debemos valorar la realidad social de ambos clubes, porque el fútbol no se reduce al juego. Afectan otras muchas cosas. En el partido que nos compete hay una diferencia crucial entre la historia antigua y moderna de las dos entidades: el centenario FC Barcelona es el mejor club del Siglo XXI, mientras que el Paris Saint-Germain ha ganado únicamente 2 ligas en sus 42 años de vida. El autocontrol que lucen los de Tito Vilanova no tiene nada que ver con el del PSG, al que de milagro no remontó el Valencia CF un 1-2 en la mismísima capital de Francia. Infravalorar el enorme plus que esto supone sería un error colosal. Cuando Verratti pierda un balón saliendo desde atrás, se pensará mucho el volver a hacerlo. Xavi persistiría. Si Sirigu canta y regala un gol, será una debilidad hasta el final de la eliminatoria. Valdés ni lo notaría. Si el legendario equipo de Leo Messi goza de esta ventaja contra cualquiera, desde el Bayern Múnich hasta el Real Madrid, imaginemos contra un recién llegado sin experiencia. Thiago Silva, Ibrahimovic e incluso David Beckham, siquiera sea desde el banquillo, intentarán equilibrar esta balanza, pero es imposible. Se necesita un Pelé o un Maradona, y un Beckenbauer o un Baresi, para mirar a la cara culé y no sentirse ante un grupo de futbolistas inalcanzables. Cuanto más cerca queda Wembley, más crece la sombra del FC Barcelona. Es una cuestión de estricta grandeza.
Abel Rojas 2 abril, 2013
Hay que añadir por supuesto el tema del balón parado. Cada córner y cada falta lateral va a ser un peligro brutal en contra del Barcelona. Incluso las frontales, debido al golpeo de Ibrahimovic. Con esto tiene que tener muchísimo cuidado el equipo de Tito. ¿Remedio? El que siempre intentan: no conceder faltas ni córners. El Barça ésto suele hacerlo bastante bien. Se mide mucho siempre que es posible.