Desde que Leo Messi trascendió como algo más que un futbolista su presencia ha definido todos los partidos importantes que ha disputado. El rival se olvidó del juego para centrarse en él, y su equipo se midió a once hombres oprimidos por el miedo y la razón. Así ha sido siempre, cada día durante cinco temporadas, con la única excepción de dos noches. En la primera un maremoto inundó la tierra y el Barça se quedó sin espacios; en la segunda un meteorito le golpeó de lleno y perdió el conocimiento. Ayer, surgió la tercera excepción. Una tercera manera, más artesanal y pretérita. La del insuperable Thiago Silva.
El central de París, Francia y Europa posee el increíble poder de cortar cualquier pase que provenga desde una banda. No importa que sea un centro, una pared corta o una asistencia final; si el envío dibuja una línea horizontal hacia el punto central de su área, el balón es suyo. Las consecuencias de tamaña virtud aterran. En el fútbol de hoy lo más difícil es encontrar espacios y, dentro de la dificultad, lo más fácil es hallarlos en los costados. Si un equipo puede regalar los lados a discreción con la certeza de que cualquier ventaja allí creada no servirá de nada, si puede cerrarse en el medio sin pudor ni disimulo, ¿hasta qué punto el partido parte en igualdad? Lo de anoche empezó 0 a -1. Hasta que Leo, en su primera, metió el gol del valor doble.
Beckham como mediocentro es una debilidad, pero el juego del Barça, algo lento, no la aprovecha.
Vilanova supo tomar decisiones importantesEl regreso de Tito Vilanova se notó. El Barça ganó capacidad de reacción, tomó muchas decisiones a lo largo del encuentro. La primera, comenzar con Messi en la banda derecha, algo muy interesante. Por momentos las dos líneas de 4 del Paris Saint-Germain se estrechaban tanto que las dimensiones del terreno parecían ser de 120 x 10 metros, y que Leo entrase en acción pegado a la línea debía generar un efecto imán que agitara un poco el asunto. No fue el caso. Ancelotti tenía tal confianza en su manera de jugar que ni siquiera puso a Matuidi en el sector de Xavi y Messi, y el juego le dio la razón, porque siendo Beckham el pivote izquierdo, el del lado de Leo, apenas se recuerda un desborde del argentino. Lo cierto es que Messi, más fino o más espeso en sus intervenciones, esta temporada no está luciendo el punto físico que en la 2011/12, lo cual le resta efectividad en el regate y, aunque suene a temeridad decirlo, influencia sobre el encuentro. Un Leo terrenal en el desequilibrio resiente bastante el fútbol culé. Dicho esto, su pegada continúa intacta: otra vez convirtió su primera gran ocasión.
Zlatan y Lucas Moura son indefendiblesPero antes pasaron más cosas. Y todas favorables al Paris SG. Con Xavi perdiendo el balón ante el más mínimo avance e Iniesta siendo superado física y técnicamente por Blaise Matuidi -y no aprovechando las concesiones tácticas del francés-, la ausencia de Messi en el carril central mermó la seguridad de los pases del Barça. La pérdida de velocidad en la circulación es un problema irresoluble, pero su precisión sigue siendo incomparable, y sin Leo en el medio no supo mantenerla. Tal circunstancia fue aprovechada por Ibrahimovic y Lucas Moura para desbordar al conjunto catalán. Ancelotti liberó a los suyos. No se negaron ni un regate ni un tacón, y esa tranquilidad dio pie al acierto de sus dos cracks. El sueco dominó el pase largo de manera tiránica, cada envío hacia su corpachón implicaba una posesión en zona de peligro, mientras que el brasileño hacía casi lo propio con los pases cortos que recibía. Moura es más defendible que Ibrahimovic, pero solo si su contrario repliega. El Barça nunca va a replegar -ni debe-, así que en el Camp Nou lo sufrirá de nuevo. A rezarle a San Busquets.
Víctor Valdés, Piqué y Busquets sostuvieron al Barça en sus peores más comprometidos.
La resistencia de Víctor Valdés, Piqué y Busquets consiguió amurallar la meta durante la agobiante primera media hora, y ahí Tito, en otro ajuste, decidió poner a Messi en el centro. La medida tuvo un doble efecto. Por un lado, el Barça fue más lento, más previsible y más fácil de defender, incluso. Fue como si hubiese aceptado el desafío de Thiago Silva, el de jugar en la cancha de 120 x 10. Por dentro era imposible avanzar -sin que los parisinos lo estuvieran bordando, más bien es que el Barça a día de hoy no es difícil de parar-, cada ataque terminaba en una banda y, sin Leo, el pase al medio perdió magia. Ni Alves ni Alexis merecen crítica, el primero estuvo genial y el segundo bastante bien, pero ninguno de los dos tiene la clase suficiente para desafiar el Teorema de TS. Solo Iniesta y Messi pueden inquietar su álgebra. No obstante, con el «10» en la sala de máquinas, los culés eliminaron de la ecuación el quite de los locales, y los ataques sufridos perdieron cadencia. De esta guisa, una jugada a balón parado en el minuto 38 terminó en genialidad de Dani Alves y un uno para uno de Messi. En la Champions League de verdad la pegada no existe, cañoneros como Van Persie, Cristiano Ronaldo, Robben o Ibrahimovic necesitan tres para inaugurar su cuenta. Leo ha girado las dos eliminatorias con su infalible primer chut. Es su calidad. Por eso el Barça es tan candidato a levantar esta Champions, pese a su imperfección. Los goles cambian los partidos, y luce al único jugador cuya pegada no depende de la superioridad física o los fallos defensivos que en estas instancias no existen.
Xavi traumatizó al Paris Saint-Germain en el 2º TEl Paris Saint-Germain se descompuso. Había dominado el encuentro, sus dos figuras se estaban saliendo y el marcador lucía un dramático 0-1. De no ser por la lesión de Messi, al descanso podría haber llegado muerto. Pero llegó con vida, y por eso tuvo tanto mérito lo que logró el Barcelona del 45 al 75. La Champions se vive a flor de piel, cada cambio exige una respuesta, y la lesión del mejor futbolista del planeta es un punto de inflexión colosal. Por descontado el Barça fue el gran perjudicado, perdió a su principal argumento y esto va de hacer cositas con la pelota y meterla dentro, pero la verdad es que se movió mucho mejor en el nuevo partido. Xavi percibió en los parisinos el miedo que provoca tener algo que perder y devoró a su inexperto oponente. Cuesta adivinar cómo un cuerpo tan liviano y chiquitillo puede albergar una grandeza tan brillante. El fútbol fue el juguete del catalán desde 2008 a 2011, su físico se lo quitó y lo sufre, pero cada vez que se le presenta la oportunidad de revivir épocas pasadas, allí está él. Los de Ancelotti no lo entendían: el rival al que habían superado en el primer tiempo había perdido al Dios del juego y les estaba metiendo un repaso. Por fortuna para ellos, Thiago Silva, épico y superior, mantuvo el tipo, y el Barcelona se topó con la cruda realidad humana: es muy difícil anotar sin la pegada de Leo. Se requiere mucho más juego, y jugar es más difícil que darle la pelota.
Si el Paris SG compite en el Camp Nou como en el Parque de los Príncipes, el Barça dominará.
En cualquier caso, el saldo del segundo periodo fue magnífico. No solo reconfirmó que es el grande en esta era de la Copa de Europa, el que siempre responde ante todos los cambios, sino que además algunos de sus jugadores más discutidos, como Cesc Fábregas, encontraron el modo de sumar al equipo. En cuanto al último cuarto de hora, por supuesto fue malo, pero no es fácil calcular hasta qué punto fue criticable. Entre que estamos ante el Pep-Team y que en España tendemos a pensar que todos nuestros rivales son muy malos, perdemos la perspectiva de lo que es esta competición. El Paris Saint-Germain es un conjunto de enorme calidad y con un par de superioridades decisivas (balón parado, juego directo sobre Ibrahimovic) que jugaba en su estadio y necesitaba imperiosamente marcar un gol. Es prácticamente imposible no sufrir en esas circunstancias, y ésta no fue una excepción. Al final, y pese al amargo gol de Matuidi, el FC Barcelona cosechó un resultado maravilloso y bastante acorde a lo que sucedió durante los 90 minutos. Administrando ventajas no hay otro colectivo como el de Xavi, sin duda el horizonte que se presenta es halagüeño, pero el semifinalista no está decidido. En siete días el talento ofensivo diferencial lo pondrá el Paris Saint-Germain. Si los franceses se adelantan y muestran un poquito de empaque, el encuentro será una auténtica pesadilla. No estará Messi defendiendo a unos. Sí estará Thiago Silva defendiendo a los otros.
Abel Rojas 3 abril, 2013
https://twitter.com/IArchondo/status/319372890346…
Qué cosa más increíble.