Los Clásicos en agosto son una mentirijilla. Espectacular y única, sí… pero mentirijilla. A nada que se profundiza en ciertos comportamientos, se va viendo. Víctor Valdés jamás cometería el error de hace seis días en Semifinales de Champions. Del mismo modo, ciertas concesiones del Real Madrid al juego culé no volverán a repetirse a lo largo de la temporada. Cuerpo y mente todavía no están. A la espera de ese posible huracán que repercuta en el corazón de este histórico duelo, las constantes seguirán siendo las conocidas. Que en presencia de dos plantillas infinitas, son muchas.
Mourinho buscó repetir algo parecido al planteamiento de su primera victoria en el Camp Nou. Repliegue pelín bajo y actitud flotante del mediocampo en la presión. Una medular que, bien por la incorporación del extremo derecho (Callejón-Di María), bien por el esfuerzo inteligente de Ozil, nunca perdía la inferioridad numérica con el Barcelona. Ahí acabaron las similitudes con el partido de abril. Porque el verano niega la máxima intensidad (para todos, pero sobre todo para el que vive en el gesto defensivo más tiempo)… y por Pepe.
Tras los últimos resultados, el central portugués ha completado un (justo) proceso de mitificación que alcanza el cenit en la exigencia blaugrana. Su participación adelantará la línea quince metros en lo global y resolverá no menos de diez apoyos en lo individual. Ahí se localizó la superioridad barcelonista en la ida. El bloque (excesivamente) bajo de Mourinho permitió a Xavi aposentar recepciones en campo rival. Peligroso pero tolerable. Lo grave ocurría diez segundos después; el Barça colocaba mediante permutas a futbolistas (Messi, Iniesta, el propio Xavi o incluso Busquets) a espaldas de Khedira y Alonso, donde Albiol no llegaba a corregir. El tercer gol del Barcelona, el mejor ejemplo, aunque no aislado.
La baja de Pepe resultó fundamental; Albiol no podía llegar a corregir a Khedira y Xabi Alonso
Pepe evita todo eso. Porque Ramos se siente más seguro y le acompaña hacia arriba, y porque incide técnicamente donde nadie. Como pareja y concepto, han sido la solución más fiable del fútbol europeo contra Leo Messi. El argentino siempre deja alguna, pero se ve forzado a recibir en peores condiciones, con portentos que no le permiten girar u obligado a proezas desde muy lejos. Las hace, pero a los puntos, es el Madrid quien impone el discurso. Para liberar a Messi de centrales, la solución exitosa viene llamándose Alexis. El chileno, quizás por ser un igual en lo físico, a menudo complicó a Pepe y casi siempre superó a Ramos. La otra opción es Cesc Fábregas, ya hecho a flotar entre zagueros incisivos. Inconveniente: El Madrid podría regalarle a Cristiano las primeras ventajas de la temporada proyectando a su lateral zurdo. ¿Marcelo?
Cristiano Ronaldo volverá a ser el hombre. El sometimiento de la ida no se repetirá. Los de Mourinho robarán con más frecuencia y gozarán de mayores posibilidades de transitar. Si bien su máquina puede no estar en los topes, el sostén táctico tampoco ha sido el ideal. El Madrid necesita un Ronaldo de tres carriles, sobre todo cuando se viene revelando un movimiento cada vez más decisivo: partiendo desde la izquierda, el portugués lanza un desmarque circular, saltándose al central derecho y acabando a espaldas del central zurdo (siempre Mascherano). El Jefecito volvió a verse incapaz de leerle, y compensar por físico ante Cristiano es imposible. El volumen de rupturas, clave.
Mascherano sufre demasiado para descifrar a Cristiano Ronaldo
Al detalle, el Madrid siempre puede ganar, y tiene armas. Intercambiar posiciones de Di María y Cristiano para buscar centro y remate a segundo palo suena bien. Jordi Alba aparenta debilidad en ese lance y Adriano lo confirmó hace tiempo. Tácticamente, hoy el partido no puede ofrecer nuevas variantes. Ninguno de los técnicos se encuentra en ese punto, con todo el año por delante. Es tanto el nivel que, sin pretenderlo, Madrid y Barça brindarán de nuevo diferentes lecturas de esta batalla sin fin. Mediáticamente, se inventarán mil y una consecuencias que, a estas alturas de la película, casi resulta una falta de respeto para estos dos colectivos.
NRG 29 agosto, 2012
¿Quién sabe qué puede pasar o quién será el hombre? CR tiene números para serlo, por supuesto. Aunque el que más tiene juega en el otro bando. Estoy de acuerdo totalmente con el artículo en que el Barça no tiene físico para frenar a CR (Masche, Alba….). Lo tenía con Abi y Pujol. Al primero no es fácil pillarle en el segundo palo como a Adriano o a Alba. Aunque creo que los culés que mejor han parado a CR son Piqué y Alves. El brasileño porque es un portento físico y el segundo, si está centrado, siempre compite muy bien contra el Madrid.
De cara al futuro habrá que ver como evoluciona Villa. Ese sí que ha sido un huracán en los clásicos.