No estuvo a la altura. El duelo entre los dos grandes dominadores del año en la Premier aseguró un final de campeonato taquicárdico a la vez que confirmaba algo que hacía tiempo que veníamos sospechando: la eliminación de ambos conjuntos en la primera fase de la Champions League estuvo lejos de ser una casualidad. Red Devils y Citizens ofrecieron un partido de una riqueza futbolística cuestionable, mal jugado. Venció el City porque a día de hoy, simple y llanamente, tiene más. Sin ofrecer nada especial, el peso de sus jugadores capitales hizo la diferencia. Y es que la actuación del United en gran parte del encuentro fue de lo peor que se recuerda desde que Ferguson diera a luz al gigante de Manchester hace ya mucho tiempo.
Mancini jugó a lo de siempre. Doble pivote con Touré y Barry, dos interiores, Silva y Nasri, que parten casi siempre desde fuera para terminar indefectiblemente por dentro mientras dejan vuelo libre y continuo a los laterales. Arriba,El City ofrecía mucho terreno a sus laterales un Tévez lejos de su pico de forma, pero que ofrecía una adecuación perfecta a los centrales del United: El Apache es un maestro del apoyo lejano, lo que incitaba a Smalling y Ferdinand a quedar. Si no lo hacían, Agüero respondía fijándolos con su habitual sensibilidad de espaldas al arco. El objetivo fundamental del dúo argentino estaba claro: Eliminar a los zagueros de la batalla del centro del campo y generarle al United una inferioridad física y técnica en ese sector que recordara a grandes derrotas del pasado. Cumplieron. Los centrales visitantes casi nunca estuvieron implicados en todo lo que sucedía por delante de ellos. El tibio Nasri no dejó pasar la oportunidad de confrontar contra un Giggs sometido a un volumen de trabajo defensivo excesivo y un Scholes que no está para lateralizar su juego de forma constante y agresiva. Si este partido lo pilla el David Silva de principios de temporada…
La verdad es que cuesta comprender a Ferguson. El mito escocés está estirando demasiado el chicle de Scholes y Giggs. Por muy buenos que sean (que lo son, qué duda cabe), en 2012, alinearlosRooney casi no intervenía como «9» referencia juntos es pagar costoso peaje. A medio camino entre un United que optó por un repliegue que no expusiera demasiado a su línea intermedia y un City que conseguía empujar a su rival, los Fergie Boys se vieron muy superados. El Manchester carecía de transición de manera grotesca. Para colmo, Rooney de nueve (otra decisión extraña de Ferguson) veía dificultado el movimiento de apoyo-descarga que maneja como ningún otro punta en Europa. Nani decidió no comparecer en la primera mitad. El City vivía en posicional, consiguiendo proyectar a los laterales hasta línea de fondo, la mayor muestra de dominio. Extraño que Mancini no apostara por la zurda de Kolarov en vez del esforzado Clichy. Era tarde para el serbio.
El United careció por completo de transición.
Sin ser suficiente para hablar de buena actuación, Ferguson reaccionó en la segunda parte. Welbeck sustituyó a Park, lo que sirvió para acercar a Rooney unos metros a la base y juntarlo con Scholes. El United ganó minutos de posesión, seguramente por el paso atrás de un City que siente la inmadurez y la (grave) falta de psicología de Mancini en estos contextos. Nani encontró algunas recepciones interiores, las primeras del partido, lo que rápidamente originó la entrada de De Jong, en una buena reacción del técnico del City. El extremo portugués duró quince minutos en el partido, confirmando lo que ya sabíamos: esta tampoco será la temporada de su explosión. Los últimos minutos legitimaron a Agüero en sus clásicos esfuerzos en inferioridad posicional contra defensas enteras e hicieron inaplazable la conclusión principal: Giggs y Scholes merecen descansar junto a Best, Charlton o Cantona en el Olimpo mancuniano. Alargarlos más resulta incluso de mal gusto.
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@DavidLeonRon 1 mayo, 2012
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Otra bala que dejas pasar, Sir Alex. Por favor, reacciona.