Analizar la Final de la UEFA Champions League tiene su propio compás, y hay que ceñirse al mismo para no desentonar. Por ejemplo, el instante inmediatamente posterior es demasiado emocionante, un batiburrillo de sensaciones que debe ser gozado y compartido, y que no quiere tomar forma escrita. El día siguiente es el poético; más aún si cae en domingo. No existe partido definitivo sin una gran historia detrás, y el momento ideal para sentarse y leerla es entonces. La frialdad y la realidad encuentran su espacio 36 horas después; cuando ya podemos afirmar, sin sentirnos culpables, que la Final estuvo por debajo del nivel medio de sus homónimas más recientes, entre otras cosas menos románticas.
El escenario del encuentro estuvo libre de sorpresas, más allá de la titularidad del joven Bertrand, de impacto casi nulo sobre el choque yLa zaga «blue» homenajeó a la del Levante UD su concepto. Di Matteo había optado por las esperadas, clásicas y replegadas dos líneas de cuatro, enfocadas al sufrimiento y las ayudas. Arriba, un Mata que enlazaba y un Drogba que punzaba. Junto a la disposición, cabe destacar la naturaleza pausada y reactiva de la defensa londinense. Ningún movimiento en vano, paciencia al poder. Esperar, recular, respirar e ir corrigiendo a David Luiz mientras tanto. La propuesta acumulativa del Chelsea fue bendecida por la baja de Luiz Gustavo, clave en el desarrollo de la Final.
No por Luiz Gustavo en sí, sino por forzar el cambio posicional de Toni Kroos. El joven centrocampista alemán tuvo que bajar a la base, juntoNuevo fracaso del trío Arjen, Thömas y Frank a Schweinsteiger, lo que devolvió al Bayern a su versión pre-Real Madrid. Y como era de prever, el trío de cracks (Robben, Müller y Ribery) demostró por enésima vez que se complementa muy mal. Con los motivos del caos ya analizados, se echó de menos algún ajuste de Heynckes, pero no se salió de las previsibles e insuficientes permutas entre ellos, en especial la de Müller por Robben. ¿Era mejor el Bayern? En términos absolutos, desde luego. Creaba más peligro. En términos relativos, no. Creaba peligro con menos frecuencia de la precisa. Y así se hizo el Chelsea con el control emocional de la Final.
Cech, Cole, Lampard y Drogba, junto a Cahill, fueron los hombres más valiosos del partido.
Cinco fueron los responsables principales. El primero, el más obvio. Pter Cech paró casi todo lo que tuvo parar. Tras él, siguiendo un orden de atrás hacia delante, Cahill. Es muy difícil seguir una hoja de ruta conservadora cuando tu compañero de eje central es Luiz. Ojo a Gary. Mucho auxilio halló en Ashley Cole, fantástico cerrando a Robben y sin problemas descifrando a Müller, aunque su único error costara un tanto que pudo cerrar todo. No fue así, en parte, por Frank Lampard, auxiliador colosal. Cada uno de sus 81 pases merece análisis propio. Y arriba, el héroe Drogba. Un futbolista convertido en leyenda; pero, aprovechando la calma otorgada por el día y medio de reflexión, quizá quepa destacar que necesitó la inferioridad más absoluta para mostrar su esplendor. Por lo que pueda suceder…
@ecosdelbalon 21 mayo, 2012
@ Sepioes-Calabuig
Uf, yo creo que Mikel estuvo lejillos del partido de Lampard. A mí Lampard me pareció un pasote. Físicamente lastrado, sin la dinámica que le caracterizó, pero tremendamente cerebral. En lo táctico muy bien, aunque creo que para un tipo que juega en doble pivote en el perfil de Robben es sencillo moverse. Con balón… es que me pareció brutal.
@ Sergio
Ojo, que Drogba entre semifinal y final hizo dos penaltis… y ninguno entró ^^
@ Herminator
Es que Torres este año ha estado físicamente genial en todo momento. Está fresco, tiene cierto ritmo y sigue marcando diferencias desde ahí. Su problema jamás ha sido físico. A Torres le mata el precio que se paga por él, porque él es el primero que no tenía claro valer tanto. Encima sus primeros meses le coinciden con una sequía insoportable y algún que otro fallo algo ridículo, y le pilla un miedo al gol que termina incluso modificando su juego. Torres se ha pasado meses, me-ses, huyendo de las ocasiones de gol. No fallándolas, no. Huyendo de ellas. Cayendo demasiado a las bandas, olvidando su formidable fuera-dentro. Es que encima incluso caía más a la derecha que a la izquierda, con lo que fue ese Torres red en Anfield con el interior de su diestra ajustándola al segundo poste.
Y sí, yo me lo llevaba a la Eurocopa.