La Copa de Europa no debería permitirse jamás el lujo de prescindir deliberadamente de equipos como la Atalanta BC de Gian Piero Gasperini. El equipo italiano ha sido hasta este momento, quizá junto al Slavia de Praga de Jindrich Trpisovsky, y con el permiso de otros como el RB Leipzig o el RB Salzburg de Minamimo y Erling Haaland, el equipo más divertido para el espectador neutral de los 32 participantes de la fase de grupos. Porque la Atalanta, como analizamos en la previa de este mismo partido, se caracteriza por ser un equipo eminentemente ofensivo. Muy agresivo en las dos fases del juego, tanto con la pelota como sin ella, atacando con numerosos efectivos en cada transición ofensiva, y muy dependiente táctica y emocionalmente de los marcajes individuales que extiende a lo largo y ancho del tapete, salvo cuando no le queda más remedio que “apelotonarse” en su propio campo, que es donde más sufre este equipo en todos los sentidos, la obra de Gian Piero Gasperini en Bérgamo, con este equipo y estos jugadores, es de culto. Y ayer, para bien y para mal (pese al 4-1), demostró por qué.
La Atalanta es un equipo muy agresivo cuando ataca, pero poco solvente en el repliegue
El primer tiempo del Papu Gómez y Josip Ilicic, cada uno desde un perfil pero ambos atacando a pie cambiado, fue digno de dos futbolistas que llevan toda su vida jugando en octavos. Haciendo muchísimo daño en los tres carriles, tanto por dentro como desde fuera, con el argentino muy activo desde el primer momento, gestionando futbolística y mentalmente cada ataque del equipo, y el esloveno flotando entre líneas, cobrándose la nula predisposición de Mangala y Diakhaby a impedir que recibiese con tanto tiempo y espacio siempre con absoluta ventaja, la Atalanta demostró desde bien pronto cuál iba a ser su intención con un dibujo en el que no había delantero centro puro. Sin Duván Zapata desde el inicio, jugando con Pasalic como tercer centrocampista más adelantado, unos cuantos metros más arriba que Freuler y De Roon, mediocentros en doble pivote, Gian Piero Gasperini pretendió extremar su habitual consiga de atacar llegando, siempre de cara y con muchos futbolistas, y no estando, generalmente de espaldas (a excepción de cuando juega Zapata), donde menos espacios hay.
El Papu Gómez es, técnica y sensorialmente, un futbolista ‘arrancado’ de la élite. Con una destreza depuradísima para manejar tiempo y espacio, y en consecuencia provocar el engaño, el ‘10’ de esta Atalanta BC es el inicio, el nudo y el desenlace de una historia con múltiples personajes secundarios. Porque si por algo destaca el equipo de Gasperini es por su capacidad para incorporar a una gran cantidad de piezas en todos y cada uno de sus ataques. Amenazando la integridad de los centrales (Mangala y Diakhaby) con un Pasalic completamente unidireccional en sus movimientos, yendo de abajo arriba y no tanto de arriba abajo, fijando en muchas situaciones tras hacer el desmarque (sin balón) para darle ese espacio intermedio al Papu e Ilicic tras superar por regate y/o cambio de rimo, y cargando posteriormente el área con los dos pivotes y al menos uno de los dos carrileros, generalmente el derecho (Hateboer), el más alejado de la pierna más hábil del Papu, la Atalanta bombardeó el área de Jaume Doménech siempre en situaciones de clara superioridad numérica. La agresividad no la negocia.
El Valencia CF echó en falta el dinamismo y la movilidad de Rodrigo Moreno entre líneas
Pero defensivamente, cuando la Atalanta pierde la pelota y no puede hacer efectiva su presión, el equipo es muy poco eficiente en la recuperación. En esta situación del juego, cuando el bloque debe esperar abajo su momento, configurando para ello un 5-2-2-1 en el que Papu e Ilicic intercalan el repliegue con la conducción que reinicia cada ataque, la Atalanta es muy poco competitiva. Con una dependencia extrema del marcaje, para el cual es capaz de dejar saltar a sus centrales a una zona más cercana al medio campo que a la corona de su propia área, el repliegue de la DEA es demasiado permisivo tanto por dentro como desde fuera. Con mucho espacio entre las líneas, y abundantes huecos a ambos lados del doble pivote, además de una defensa que dista de la calidad defensiva de la súper élite, lo mejor que se llevó anoche el Valencia CF de San Siro es la obligación de que, si quiere remontar para estar finalmente en cuartos, deberá obligar a la Atalanta a jugar mucho tiempo cerca de su área, que es claramente donde más sufre (sin balón). Y tiene sistema+calidad de sobra para lograrlo.
Albert Blaya Sensat 20 febrero, 2020
Por petición de Adri, inicio el debate^^.
Muy buen texto, como siempre. Este Valencia es un equipo que sufre por dos vías. Ha perdido el fuelle de Parejo en la base, está poco lúcido, se le nota que el contexto le pide y le exige que sea un 10 cada partido. Y es imposible. Y si Parejo no es un 10… el Valencia no es nada. Luego está el tema de los centrales, que es realmente sangrante. Lo comentaba en TWT, el Valencia ha caído vs Getafe y Atalanta, dos equipos diferentes, opuestos, pero apabullado defensivamente. Sin respuestas colectivas ni individuales. Y ahí es donde voy. No queda nada de lo que construyó Marcelino. Y encima hay jugadores que han bajado mucho. La vuelta va a ser a a tumba abierta, y en este escenario dudo que el Papu & cía no hagan una carnicería.