El pasado 4 de octubre, en su visita a Wembley, el Fútbol Club Barcelona construyó el primer gran punto de inflexión de su temporada. Hasta ese momento, Ernesto Valverde venía invirtiendo tiempo en una configuración táctica en la que Coutinho como interior izquierdo y Dembélé como extremo del mismo sector compartían once inicial mientras Arthur intentaba hacer pie en la zona en la que no cubre. En tierras inglesas, el centrocampista brasileño ex de Gremio comenzó a nadar solo y el Barça comenzó a hacerse grande en el océano. Desde octubre hasta hoy, el conjunto azulgrana había encontrado una ruta definitiva. Sin embargo, aún estaba por activar alguna pieza de renombre, como es el caso de Philippe Coutinho, con quien a base de insistir y esperar, el Barça pudo generar, en el día de ayer, otro nuevo nudo en la narrativa de su temporada. Ayer sucedieron muchas cosas en el Camp Nou.
En la vuelta de los cuartos de la Copa del Rey, aún con el francés Ousmane Dembélé en la enfermería, el líder del campeonato recibió a un Sevilla matizado. Pablo Machín dio entrada a Amadou en el pivote, colocando a Ever Banega en el interior, a Quincy Promes en el carril y a Pablo Sarabia en la punta, con Arana en la izquierda. Ante una defensa de tres zagueros y dos carrileros, el Barça, movido por el nervio competitivo, la adrenalina y el hambre de remontar el resultado adverso de la ida, ofreció una circulación de balón y una dinámica de movimientos muy coherentes con el rival enfrentado y con lo que se espera de determinados futbolistas, sobre quienes se pondrá especial atención en este análisis.
Coutinho puede haber encontrado su punto de inflexión
Como ya ocurrió ante el Real Madrid en el encuentro de liga jugado en el Camp Nou, Coutinho encontró su rol en el sistema como un atacante más. La andadura del brasileño en tierras catalanas ha estado marcada por el encaje posicional de su fútbol, el cual, entre Liverpool, Brasil, la finura técnica presupuesta y las necesidades puntuales del Barça ante la salida de Iniesta abrieron un debate que el propio jugador no terminó de cerrar entre las dudas mostradas como interior y la falta de confianza para convencer de que su fútbol está en otro punto mucho más relacionado con el pico del área. Porque la jugada de Coutinho, su diagonal hacia dentro con disparo posterior, es un hecho aislado. Su fútbol reside en jugar al fútbol como atacante, que es mucho más que una comba a la escuadra.
Ante el Sevilla, Philippe encontró mucho sentido al caudal ofrecido por jugadores con más madurez y ascendencia sobre el juego. Luis Suárez en apoyo y Messi fijando la marca de Amadou, con Banega en el sector de Coutinho, abrieron la puerta para que Philippe encontrara tiempo, espacio, movimientos y finalizaciones fundamentales para explicar su importancia como extremo izquierdo. Cuando Philippe viene a recibir, se nota que se queda lejos de las mejores decisiones que toma un futbolista de balón al pie en el fútbol del Barça, pero ocupando los espacios que otros abren, el ex del Liverpool es un arma de primerísimo nivel. Ante una defensa de tres, el brasileño mezcló realmente bien trabajando la zona de Daniel Carriço: situaciones de uno para uno, remates dentro del área y atracción en apoyo para que Alba castigara a Promes -un atacante jugando de carrilero, sin timing ni conceptos-. Un tiempo que el Barça encontró como muy productivo para comprender quién puede ser Coutinho en esta idea.
Arthur ejerció como líder en el mediocampo
Por contra, el Sevilla no encontró la forma de robar y transitar, sobre todo por la ocupación del campo que de por sí posibilita el 5-3-2. Con un hombre menos en una zona donde el Barça llegaba a meter cinco o seis hombres, los defensas trataban de igualar en número los apoyos cortos de Suárez, Coutinho y Messi, una decisión defensiva que le costó continuidad. El intento de proteger el espacio interior descoordinó su última línea y, como en el 2-0, desnudó mucho el lado débil de su bloque defensivo. La ruptura de Rakitic a la espalda de Kjaer viene precedida de dos arrastres en apoyo, el primero de Suárez, el segundo de Messi, que condicionan los ajustes y, por tanto, el planteamiento completo.
En la zona previa, en la medular, Arthur Melo, el otro gran nombre junto a un decisivo Jasper Cillessen en el momento más crítico del cruce, parando un penalty con 1-0, dibujó uno de esos partidos que transforman su significado en el entramado. Por participación y toma de decisiones, Arthur creó sistema desde la movilidad y no tanto desde la posición. El brasileño constó como una pared móvil, y no tanto como un interior fijo, permutando con Busquets y compensando el gran partido de Rakitic por delante de balón como intérprete de Messi. Lo cierto es que la segunda mitad tuvo miga. El Barça, que llegó a dominar por 4-0, vio como Arana conseguía un gol que ponía al Sevilla a un tanto de la clasificación. Los de Machín ganaron mucha presencia y empuje en mediocampo, ante un Barça que respondió con la entrada de Vidal y una amenaza al contragolpe que volvió a convertirse en trascendental para lo que está por venir. Por supuesto, aunque no fue nombrado, Messi siempre fue el mejor.
Lucas 31 enero, 2019
@Arroyo.
Para mi el analisis de ayer se reduce fundamentalmente a tu última frase … Messi . El argentino fue el sistema , la opción, la diferencia …Los movimientos de Messi hacia el medio campo que permitían a Coutinho ser delantero , los continuos apoyos de Messi a los centrocampistas sobre todo a Arthur , la posibilidad de salida siempre con Messi como opción , el miedo que generó con cada balón cerca del área , es que nada de lo que pasó ayer se entiende sin Messi sobre el campo . Messi fue el filete , Arthur , Vidal , Coutinho , no pasaron de ser la guarnición …