El Arsenal de Unai Emery compite cómo (y contra) los grandes de la Premier. El cuadro gunner, con una identidad cada vez más reconocible, dominó ayer durante bastantes minutos al actual líder de la competición. El Liverpool no pudo encontrarse nada cómodo en su visita al Emirates. Y primero desde la presión, atascando los primeros pases en la salida de balón de los de Jurgen Klopp, y después desde la posesión, en una segunda parte de mucho dominio posicional, Emery pudo celebrar el empate ante el Liverpool como uno de esos resultados que, sin valer tres puntos, sirven para reforzar conceptos, impresiones y matices que perfilan este proceso.
Aubameyang fue la mayor amenaza ofensiva del Arsenal
Con Torreira y Xhaka en el doble pivote, gestionando la salida en corto, y con Mkhitaryan y Özil lanzando al espacio, el 4-2-3-1 del Arsenal se centró en dos premisas entrelazas. La primera fue acabar la amplia mayoría de sus ocasiones (2 remates a puerta y 6 fuera, de los 9 disparos); y la segunda, por si la primera no era posible, era negar la transición al Liverpool desde una presión adelantada. Pero vayamos por partes. La presencia de Kolasinac en el lateral izquierdo, dotando de mucho ritmo y profundidad al ataque del Arsenal, le garantizó una cosa aun más valiosa a la ofensiva de los de Emery: y es una mayor libertad de Aubameyang, que arrancaba desde fuera, para finalizar sus ocasiones desde el carril central. De esta forma, con el armenio –desde el otro lado- y el alemán –por dentro- combinando desmarques y apoyos por delante y por detrás del mediocampo ‘red’, el técnico vasco consiguió configurar una serie de acometidas en las que el gabonés, corriendo de cara a portería, aprovechando los toques y los espacios de Lacazette, fue el principal responsable de acabar las jugadas en el arco de Alisson.
El Arsenal consiguió mantenerse muy metido en el partido durante los 90 minutos. Y al margen de las ocasiones que llegó (o no) a generar sobre el rectángulo rival, donde más daño le hizo al Liverpool fue en su trabajo sin balón. Con Özil y Lacazette en primera línea, dando forma a un 4-4-2 en el que Aubameyang, por izquierda, y Mkhitaryan, desde la derecha, cerraban por fuera, la pizarra de Emery tenía muy claro cómo y hacia dónde correr en caso de pérdida. La propuesta respondió a una serie de vigilancias hombre a hombre en las que los puntas iban sobre los dos centrales, los volantes sobre los dos interiores y el doble pivote, formado por Xhaka y Torreira, esperaba al momento indicado –cuando este recibiese de espaldas- para encimar sobre Fabinho. Una comprometidísima labor táctica que, además de permitir al equipo recuperar en zonas más avanzadas, tenía por propósito aguar la rápida transición al espacio de los Mané, Salah, Firmino y compañía.
Firmino escapó de la presión propuesta por el Arsenal
En dicha fase del encuentro, lo único que no pudo controlar el Arsenal a través de su colocación defensiva fue la movilidad de Firmino. Ante la incapacidad de su equipo para salir con el balón controlado desde atrás, el punta brasileño se acercó en varias ocasiones a la línea divisoria para, con Milner –izquierda- y Wijnaldum –derecha- abiertos y marcados por fuera, ejercer de teórico por delante de la línea del esférico. Una retahíla de movimientos, de arriba a abajo, y de un lado hacia el otro, que evadieron el radar defensivo del Arsenal. Y a través de los cuales el Liverpool, una vez descubrió el modo de conectar regularmente con Firmino, consiguió ir percutiendo en dirección a Leno. Un escenario de lo más dividido, en cuanto a posesión (58-42%) y remates (9-7), especialmente después de que Klopp detectase a través de su ‘9’ la debilidad en su rival, que cambió por completo en la segunda mitad.
Más allá del 0-1, el Arsenal quiso dominar con la posesión
Antes y después del tanto de Milner, la idea del Arsenal fue mucho más ambiciosa con la pelota. Emery resituó a Torreira, bajándolo entre los dos centrales, y el colectivo, con Xhaka por el perfil izquierdo, consiguió superar el 4-4-2 en el que Klopp, con Mané y Milner en los volantes, se armó para proteger su ventaja. La entrada de Iwobi, muy pinchado al lado izquierdo, primero desde la banda y después como lateral –tras la salida de Kolasinac-, permitió ensanchar la posesión del Arsenal. Mientras que arriba, ya sin Aubameyang –por Ramsey-, Lacazette hizo de referencia en la corona del área. De esta guisa, el Arsenal se adueñó de la posesión en la segunda mitad. Pero a los puntos, una vez llegaba arriba, echó en falta la determinación del futbolista gabonés. Una actuación, en resumen, en la que el Arsenal hizo absolutamente de todo: dominó con el esférico, corrió al espacio, minimizó las posibilidades de su rival. Y reafirmó lo que vienen diciendo sus números: la pizarra de Unai maneja alternativas para pugnar de tú a tú por cotas más altas.
David de la Peña 4 noviembre, 2018
Me gusta el Arsenal. Creo que además, y esto es lo más positivo para Unai Emery, es un equipo muy reconocible con respecto a su figura. Buena defensa del carril central, además a la altura que él quiere, y velocidad para transitar al ataque.
Además, como cuenta Adri, potenciando la llegada de Aubameyang desde esa posición de extremo izquierdo. El equipo tiene algunas carencias, incluso desde lo individual, si lo comparamos con sus grandes rivales, pero me parece un equipo coherente y ahora mismo bastante competitivo.