Como históricamente ha sucedido con cualquier concepto, modelo o sistema táctico, para que una nueva idea logre imponerse sobre las reinantes se necesita tiempo, protagonistas y, sobre todo, éxitos.
Éste es un proceso inevitable con el que deben cumplir hasta las ideas que, de hecho, de nuevas no tienen nada, sino que más bien son reinterpretaciones del pasado. Un proceso que además cuenta con varias etapas muy reconocibles. Se suele comenzar con un equipo aislado que, de pronto, obtiene una ventaja táctica respecto a sus competidores. Este equipo no tiene por que ser el único, ni siquiera el primero, pero al final termina pareciéndolo al ejercer de referencia. Más tarde, su dominio encuentra la respuesta más obvia de los que más han sufrido el cambio: sus rivales comienzan a hacer lo mismo. Así, en parte, acortan el gap que les separa. Y por último, tras varios éxitos y la réplica desde varios puntos del planeta fútbol, uno de los grandes nombres propios da el salto, cambia de competición, instaura su modelo y así la propagación continúa para, si se alimenta de triunfos, ya no detenerse hasta asentarse del todo.
Y es en este último punto donde precisamente parece encontrarse el ya famoso sistema de tres centrales, pues el inicio que hoy da la Premier League 17/18 puede marcar el comienzo de su reinado.
No sólo el Chelsea de Conte va a dibujar este esquema.
Todo comenzó con los éxitos de la Juventus de Conte en Italia. De pronto, muchos equipos del Calcio comenzaban a utilizar el mismo modelo. A su vez también estaba el caso de la Chile de Sampaoli, que no dejaba de ser una continuación de lo que había emprendido Marcelo Bielsa años atrás. En el Mundial de Brasil 2014 surgieron más casos. Estaba la Holanda de Van Gaal, la Costa Rica de Pinto o la México de Herrera, que también seguía un modelo ya instaurado en el país por La Volpe. Y todos con buenos resultados. El proceso continuaba a buen ritmo hasta que, de repente, aceleró el curso pasado cuando Sampaoli llegó a España y Conte a Inglaterra.
En La Liga comenzó a ser habitual ver a Sevilla, Betis, Osasuna, Leganés o, incluso, al propio Barcelona dibujar una defensa de tres. Pero en la Premier eso ya directamente se disparó. Además de que el Chelsea pronto se desmarcó como el equipo más competitivo de Inglaterra, pronto sus grandes competidores comenzaron a hacer lo propio. El Tottenham de Pochettino con Dier, el Manchester City de Guardiola, el West Ham de Bilic, el Liverpool de Klopp y, sobre todo, el Arsenal de Wenger continuaron con un dibujo que ya no parece una moda pasajera. La defensa de tres ha llegado, ¿pero por qué?
La importancia de los carrileros es clave en el dibujo.
Más allá del proceso ya analizado, este tipo de modelos vienen a responder a dos simples cuestiones: ¿cuáles son los defectos de las corrientes dominantes? ¿Y cómo encaja esto con el momento futbolístico actual? En lo respectivo a lo primero, la batalla entre el fútbol asociativo y el de transiciones terminó extremando el nexo que les unía: la presión. Cada vez más alta, cada vez más fuerte. Ante esto, a partir de lo que ideó La Volpe y propagó Guardiola, la respuesta de bajar al mediocentro y abrir a los centrales, es decir, de salir con línea de tres para sacar mejor el balón jugado, comenzó a extenderse. A universalizarse. Desde luego, los sistemas no son más que números de teléfono, que diría aquel, pero no parece casual que a partir de entonces muchos equipos decidieran ya jugar con tres atrás. Como tampoco parece casual que con este dibujo por bandera muchos equipos comenzaran presionar mejor a los 4-3-3/4-2-3-1 rivales, por más que curiosamente la Juventus de Antonio Conte hiciera todo lo contrario por la naturaleza de la BBC.
Y es que, evidentemente, existen muchos matices. Un dibujo no hace dos equipos iguales. Es más, pueden ser completamente opuestos. Sin embargo, si hay una cuestión que parece unir a todos los equipos que juegan de esta manera: la ocupación de las bandas. Ésta es una idea que ya lanzó Chema R. Bravo tras el Mundial de Brasil. Normalmente estamos acostumbrados a analizar a los equipos verticalmente. De ahí que digamos que el Chelsea de Conte juega en 3-4-2-1. En cambio, si lo hacemos de forma horizontal, tenemos algo quizás aún más representativo: el Chelsea juega en 1 (izquierda), 9 (centro) y 1 (derecha). Los centrales en salida se abren y los mediapuntas suelen pisar zonas exteriores al comienzo de las jugadas, pero la realidad es que las bandas son prácticamente monopolizadas por los carrileros como hace ya unos cuanto saños ocurría con los extremos en la archiconida WM.
Lichtsteiner en la Juventus, Marcos Alonso en el Chelsea, Blind en Holanda, Escudero en el Sevilla, Isla en Chile, Kyle Walker en el Tottenham… Todos futbolistas fundamentales en el ataque de sus equipos que, por pura presencia y frecuencia, parecían contar con una ventaja previa dibujada en la pizarra. Un protagonista éste que también encaja muy bien tanto con el papel actual de los laterales, cada vez más encargados de aprovechar la ventaja en ataque, como con lo que lleva tiempo sucediendo con los extremos, cada vez más mediapuntas o delanteros que jugadores de banda -puros o no-.
¿Qué respuesta tendrá este sistema cada vez más utilizado?
La defensa de tres centrales y dos carrileros, por tanto, parece una respuesta a la evolución natural que ha ido viviendo el fútbol en estos años. Resulta complicado que se extienda tanto como otros dibujos por las particularidades evidentes del mismo, pero en esta Premier League que hoy echa a andar puede tomar un papel absolutamente protagonista. ¿Cuántos equipos jugarán de esta manera? ¿Cómo se adaptarán el resto? En caso de no hacerlo, ¿cómo el resto de equipos tratarán de atacar las virtudes y defectos de estos equipos? Los dibujos, insistimos, no son más que números de teléfonos, pero hay un hecho evidente: cada vez hay más gente marcando el mismo. Y esto, lógicamente, tendrá consecuencias.
Foto: IAN KINGTON/AFP/Getty Images
Juan Plaza 11 agosto, 2017
Cuando la primera gran eclosión del sistema de 3 centrales y 2 carrileros largos (finales de los 80/ppos de los 90) ni un solo equipo inglés, ni uno, lo adoptó. Con la excepción de la propia selección inglesa, que quedó cuarta en el Mundial de Italia 90 con dicho sistema dejando muy buenas sensaciones. Inglaterra incluso lo prolongó hasta Francia 98