Su último partido como futbolista del Sevilla FC fue, seguramente, el más grande de su carrera. En aquella final de la Europa League ante el Dnipro de Dnipropetrovsk, Carlos Bacca se confirmó como uno de los delanteros centro del Continente al cerrar con una absoluta exhibición lo que ya era una temporada con nota sobresaliente.
En aquella noche de mayo en Varsovia se resumió, además, lo que le había encumbrado a dicha consideración. Sus dos goles, ambos atacando el espacio entre los dos centrales, bien servían para describir una buena parte de su juego. La directa, la mortal. Pero, además, Bacca también demostró ese día tener más cosas. Porque no todos sus desmarques buscaban portería, sino que muchos también estaban destinados a ayudar a su equipo. Y esto, al igual que esos apoyos cortos en la frontal para poner de cara a los centrocampistas, era imprescindible para el sistema de Unai Emery.
¿Qué le pasó entonces en el Milan para no jugar tan bien?
Sus años en Milan no fueron tan positivos porque, precisamente, se le fue desvinculando de una parte importante de su fútbol para especializarlo en lo más visible: el gol. Y sus cifras no fueron malas. El gol cada dos partidos (0’44 para ser exactos) se mantuvo como constante incluso cuando dejó de ser importe. Pero por el camino dejamos de ver a ese delantero exuberante que puso en jaque a Pepe, Piqué y Miranda en repetidas ocasiones. A ese nueve que le permitía a su equipo ser y hacer prácticamente todo lo que quisiese.
Por todo esto, tanto por lo que fue bien como por lo que no lo fue tanto, su llegada a Villarreal suena a acierto para todas las partes. El delantero colombiano gana un equipo que le permitirá exhibir todos sus registros, pues es un club dado a ello y su entrenador, Fran Escribá, ya ha demostrado querer recuperar parte de esa identidad a la vez que sigue una línea continuista de lo que dejó Marcelino García Toral. Y el Villarreal, a cambio, gana un sinfín de posibilidades tácticas que le van a permitir aproximarse más a una u otra idea sin, por ello, perder parte de su colmillo y competitividad por el camino, cosa que por momentos si sucedió el año pasado con Bakambu.
Mucho mejor con Fornals atrás que al lado de Bakambu.
Bacca es un 9 mucho más completo que Bakambu. El congoleño domina la ruptura al espacio y la definición como pocos delanteros en España, pero en el resto de aspectos no tiene incidencia alguna. Es decir, necesita espacios, lanzadores y un contexto que no siempre se va a producir. En cambio, aunque desde luego el registro más definitivo de Bacca es precisamente éste, el colombiano también domina el juego en la frontal, el remate al primer toque y derivados. Él es un goleador, no un especialista. Y además está lo relativo a lo que mejora al resto del equipo. El ejemplo más evidente es el de sus movimientos en transición. Bacca suele caer a banda izquierda para, mientras saca de posición al central rival, ayudar a su equipo a salir de su campo. Se anticipa al central por velocidad, lo domina con el cuerpo y lo castiga dejando de cara a uno de sus compañeros, el cual en este caso podría ser un Roberto Soriano con el que parece mezclar a la perfección. El italo-alemán es un jugador que parte desde la banda pero tiene una total influencia interior, con lo que necesita de cierta movilidad por delante (que sí le daban Pato o Sansone, pero no Bakambu) para no tener que tener que atacar una zona masificada por centrales y pivotes contrarios.
A cambio de entregarle todas estas cosas a su equipo, Bacca parece necesitar algo muy particular: la delantera para él solo. No es ya una cuestión de cómo casaría con Bakambu, con quién no tiene pinta de encajar en ningún aspecto, sino de que es un punta que requiere todo el frente del ataque para poner en liza todo su juego. Necesita espacio para manejarse según toque. Si debe dividirse el ancho y las funciones, su rendimiento baja de forma consecuente.
Es algo que ya vimos, por ejemplo, con Kevin Gameiro en el Sevilla. Ambos producían increíblemente en solitario, pero luego chocaban cuando jugaban juntos. En parte, también, porque Bacca es uno de esos delanteros que agradecen la figura de un mediapunta con último pase. De ahí que los excelentes años 2014 de Rakitic y 2015 de Banega no se puedan explicar sin nombrar constante a Carlos Bacca. Ni tampoco al revés, por supuesto. Porque la relación que establecían «9» y «10 era completamente bidireccional. Mientras uno fabricaba líneas de pases, espacios y goles, el otro las aprovechaba y las daba sentido. Y viceversa. Algo que puede reproducirse este año, aunque de una forma diferente, tanto con Pablo Fornals (que no es un mediapunta al uso, pero que sí es muy creativo y tiene muchos recursos individuales con los que complementarle) como con Manu Trigueros (sobre todo en su vertiente como lanzador).
La variante de Sansone como acompañante, a medio camino.
A tenor de esto, ahora la duda que nació con la llegada de Fornals se acrecenta: ¿jugará Fran Escribá con dos delanteros -quizás con Sansone- u optará por alinear a tres centrocampistas? Si la calidad de Bruno, Trigueros y el propio Fornals ya empujaban la decisión en una dirección, la llegada de Carlos Bacca parece decantar casi por completo la balanza. Sobre todo porque, sea de la manera que sea, un Carlos Bacca optimizado hace del Villarreal un equipo mejor.
Foto: Tullio M. Puglia/Getty Images
narrativacreativaweb2017 18 agosto, 2017
El Villarreal, "a la chita callando", ha montado un plantillón de escándalo, especialmente de medio campo hacia arriba. Y Bacca es la guinda al pastel. Un delantero superior por nivel a lo que tenían, y que además aúna los registros de Soldado, el que se marcha, y Bakambu, el que se queda, en un solo hombre. La capacidad de recibir en frontal a descargar y el remate a un toque de Roberto y la capacidad de atacar el espacio de Bakambu. Un movimiento perfecto, difícilmente mejorable en las cifras en las que se mueven los castellonenses.
Respecto al esquema, es probable que alterne el jugar con dos puntas y solo uno en función de las necesidades, pero yo también creo que lo que más potencia los mimbres es jugar solo con el colombiano para aprovechar el extraordinario talento de los Fornals, Samu, Trigueros, Soriano o Cherysev.
Sin duda, uno de los principales candidatos a pelear con los grandes candidatos la plaza Champions.