El tiempo desveló que la decisión de renovar la plantilla y cambiar de entrenador tras haber ascendido como primero obedecía a un cambio de paradigma. El Deportivo Alavés tenía un objetivo, cambió la dirección deportiva para adaptarse al mismo y ésta actuó en consecuencia para tratar de alcanzarlo en el menor tiempo posible. Como el resultado no es que fuera bueno, sino que fue inmejorable, nunca se echó la vista atrás para volver a cuestionarse lo traumática de la decisión del club, pero en el fútbol cada historia siempre tiene, como mínimo, dos versiones y, sobre todo, dos finales distintos.
«No me esperaba la decisión y más teniendo contrato. Tenía plena confianza en continuar, pero era raro que no me hubiesen llamado tras acabar la Liga. Creo que habíamos hecho méritos para que se confiase en nosotros en Primera División», explicaba José Bordalás en Marca. En su caso, además, la decisión del Alavés fue todavía más dolorosa. Más allá de comunicársele tarde, lo que provocó que comenzara el curso sin banquillo, ni de Primera ni de Segunda, este ascenso venía a significar el ansiado paso adelante que llevaba un tiempo buscando. En 2011 con el Elche y en 2013 con el Alcorcón se topó con la dura complejidad del playoff, pero en Vitoria había comprado un billete directo a la élite del fútbol español. O eso creía.
Bordalás: «Soy un técnico que me gusta el buen fútbol. Mi intención es que el aficionado disfrute. Podrás jugar más o menos bonito, pero te tienes que adaptar al equipo que tengas. Saco lo mejor de cada uno. Los que han trabajado conmigo lo saben».
Decepción lógica al margen, lo cierto es que Bordalás no ha tardado demasiado en resarcirse. Apenas un año después de que el Alavés decidiera no seguir contando con sus servicios, el técnico alicantino ha ascendido con el Getafe tras eliminar a Tenerife y Huesca en el playoff. Y lo ha hecho, además, calcando los mismos 1,77 puntos por partido que ya había promediado el año pasado en el Alavés.
La temporada no había comenzado bien para los madrileños, que pese a contar con una de las mejores plantillas de la categoría estaban acusando el cambio de escenario. La Segunda División española, a pesar de haber cambiado mucho en la forma, sigue siendo una liga con un lenguaje propio. Y mientras el Getafe de Esnáider se trabó en según que conceptos, de la mano de Bordalás el equipo azulón comenzó a hablarlo con una fluidez impropia de los recién descendidos. Primero se juntó como bloque, después marcó una meta común y finalmente hizo de su estadio todo un fortín.
O lo que es lo mismo: abandonó el descenso, se metió en playoffs y regresó a Primera. La fórmula empleada por Bordalás fue a su vez la que le define como entrenador. A partir de su 4-2-3-1 típico y de concebir el partido como una sucesión de batallas individuales que se deciden por lo físico y lo emocional, el Getafe se erigió en uno de los equipos más intensos e inabordables de la Segunda División a la manera que antes lo habían sido sus Elche, Alcorcón o Alavés. La intensidad, el convencimiento, la actitud… Esos conceptos etéreos, difícil de concretizar, son los que Bordalás ha manejado mejor que nadie durante estos años en la división de plata. De ahí que con él en el banquillo el Martínez Valero, el Santo Domingo, Mendizorroza y el Coliseum fueran estadios a los que ningún rival iba a disfrutar.
Pacheco: «El míster quiere que suba, que baje, que ataque, que defienda… Y si haces eso juegas con Bordalás como con otros. No me pide que pegue patadas, que exagere las caídas como algunos pueden pensar, sino que trabaje para el equipo. Y eso hago».
Pero, ¿podrá ser esto en Primera División? ¿La manera en la que canaliza la energía y en la que usa el balón, siempre partiendo de la intensidad y la verticalidad, casan bien con el estilo de la máxima categoría? ¿Esa guerra de guerrillas puede obtener ventajas? Y, si las consigue, ¿podrá aprovecharlas como lo ha venido haciendo en Segunda? A falta de comprobar la manera en la que Bordalás resuelve estas incógnitas, lo que podemos dar ya por seguro es que el Getafe de la temporada 17/18 tendrá un sello. Y que éste, cuando jueguen en El Coliseum, se les puede atragantar a muchos equipos.
Foto: Aitor Alcalde/Getty Images
Abel Rojas 16 julio, 2017
No conozco a Bordalás si soy honesto, pero por lo que presenta Quintana, se tratará de un entrenador a imagen y semejanza de la Segunda División tratando de competir en Primera. Va a ser interesante. No es fácil esto. Hay mucha diferencia estilística.