El Bayern Múnich 1-Real Madrid 2 estuvo condicionado, entre otras cosas, por la baja de Lewandowski. La estrella polaca ha alcanzado este año su punto máximo en cuanto a peso en el sistema bávaro; él matiza el estilo y él perfila las jugadas más repetidas. Sólo por lo expuesto, su ausencia ya causa gran impacto, y de cara a esta eliminatoria, este queda potenciado por un agravante: todo lo que él es va en contra de la única dupla de centrales que tiene Zidane a disposición, Sergio Ramos y Nacho Fernández.
Lewandowski es un goleador y como tal puede resolver un partido en un abrir y cerrar de ojos, pero lo que caracteriza su juego actual es la constancia; se trata de un delantero muy pesado que va a todas y que aprovecha su musculatura para ir minando a los zagueros acción tras acción. No hay ataque del Bayern Múnich en el que Robert no castigue con un hombro contra hombro, un cadera contra cadera o cualquier fricción imaginable. Quien la resiste, pierde energía mientras él se mantiene intacto; quien cae, ve desde un lugar de privilegio el golazo de Lewandowski. Porque esa es otra: a nivel rematador, está en su mejor momento, que ya es decir. Todo esto genera una tensión en el adversario que da alas a los bávaros y a la idea de Ancelotti, basada en un sistema ofensivo de ritmo más bajo que en año pasados.
Ni Nacho ni Ramos responden al perfil de central ideal para anular a Lewandowski a día de hoy.
El problema para Nacho reside en su falta de corpulencia. Nacho ha crecido y se ha convertido en un central sólido en varias facetas, con el extra de que exhibe una fiabilidad incluso por encima del promedio cuando los desafíos que afronta están vinculados a la velocidad (anticipaciones, coberturas, correcciones a campo abierto, etc); sin embargo, adolece de algunas limitaciones físicas que le lastran frente a delanteros especializados en recibir juego directo y ejercer de rematadores en el área: carece de centímetros o salto para neutralizar el juego aéreo y también de potencia en su tren superior para ganar la posición y entorpecer las maniobras del rival. Tampoco está bendecido por un instinto especial que le haga sobrevivir a esta inferioridad de partida. Nacho, ante Lewandowski, debe suponer un déficit.
El caso de Sergio Ramos responde a cuestiones diferentes. Antaño, se caracterizaba por un físico ultra dominante que alcanzaba su máximo esplendor precisamente en batallas donde el contacto era lo crucial. No en vano, uno de sus encuentros más recordados se produjo justo contra Lewandowski en la vuelta de la semifinal de la Champions de 2013, en la que, picado por los cuatro goles de Robert en la ida, Ramos lo marcó casi al hombre derrotándolo por pura fuerza bruta. En la actualidad, Ramos es un defensor de 31 años que acaba de superar los 700 partidos oficiales en su carrera, y sin remedio, eso se nota. Está más lento, menos exuberante y, sobre todo, menos activo. Su capacidad defensiva ha crecido en lo vinculado a la gestión de los espacios, siendo el hombre que más metros concede a su Madrid por sí mismo, ejerciendo a veces casi de segundo pivote en la línea de Casemiro, pero en clave Lewandowski, a Zidane le podría ir mejor aquel Ramos de la eliminatoria contra el Borussia Dortmund.
Si Lewandowski rinde a su 100%, su juego puede afectar a Casemiro y activar a Robben y Thiago.
En relación a las consecuencias, a quien más podría afectar que Lewandowski ejerciera un dominio sostenido sobre los centrales del Madrid sería a Casemiro. El mediocentro blanco ha crecido hasta convertirse en una de las figuras defensivas más determinantes del concierto europeo, y entre sus bondades ya sobresale su capacidad para determinar a qué altura le conviene más a sus compañeros que él se pare. Contra el Bayern Múnich en el Allianz Arena, Casemiro se cuidó mucho de no hundir demasiado su posición porque entre Ramos y Nacho estaban maniatando a Müller, lo que le concentró en la frontal del área y resultó fundamental para que el conjunto de Zidane desactivase las segundas jugadas de los de Ancelotti. Ni Alonso, ni Thiago ni Arturo Vidal recogieron rebotes de seguido para permitir al Bayern iniciar ataques desde arriba y contra un Madrid más desordenado. En el caso de que la zaga requiriera de los servicios de Casemiro para cuerpear contra el pánzer polaco, Modric y Kroos perderían una altura y tendrían que multiplicarse porque, tras los remates de Lewandowski, nada en el Bayern es más peligroso que Robben, Ribéry y Thiago Alcántara haciendo su fútbol tras recoger, arriba, el despeje del otro. Si el «9» está y se acerca a su cima, al Real se le viene un reto de magnitud máxima.
Foto: Fotopress/Getty Images
JackBonaventura 18 abril, 2017
A nivel de épica, cómo cambiaría este encuentro si Thomas Müller volviera a ser Thomas Müller.
Todavía no me hago a la idea de que Thomas Müller se esté apagando y esté dejando de ser el mejor futbolista de su generación. Sus compañeros (del bayern y la selección) eran buenísimos y fundamentales también… pero la historia, egoísta, era para él
Y con 27 años no lo podemos estar perdiendo.
No pierdo la fe en Thomas Müller. Me niego a dejar de creer en él.
PD: Lo puse en el texto de Benzema antes pero creo que éste es el lugar adecuado.