Y al séptimo mes de competición resucitó. Tras un año de vaivenes emocionales propios en él, Fernando Torres jugará mañana el partido de su vida. El que soñó desde niño, el que sin duda más ilusión le hace. Su historia ya la conocemos, muchas veces fue contada y no necesita repaso. Hoy nos interesa más su presente. Desde que reavivara a su equipo ante el PSV en la vuelta de octavos, Torres ha gozado de un papel protagonista en los planes tácticos de Simeone. Se puede decir sin miedo que Fernando ha sido clave ante Fútbol Club Barcelona y Bayern Munich y que, en consonancia, debería serlo ante el Real Madrid. Repasemos el camino del delantero en esta Champions y teoricemos sobre su adaptación a la final.
Fiel a la costumbre, iniciamos el texto con una aclaración. El fútbol de Fernando Torres que aquí se expondrá es rico en importancia pero escaso en volumen y a menudo irregular. Circunstancias éstas que tienen que ver en gran medida con la postura del Atlético de Madrid ante los potentes rivales que ha ido enfrentando. Más allá de sus merecimientos globales, el Atleti casi siempre defendió ante Barça y –sobre todo– Bayern, lo que hizo que la participación de Torres fuera muy baja y en situaciones adversas. Cada acción de Fernando suele acabar en error técnico, pero eso no significa que no esté jugando bien o que incluso esté resultando decisivo. Este análisis debe leerse desde esa perspectiva. Torres genera esperanza aunque en él predomine el fallo. Veamos cómo sucede.
La principal misión de Torres es decirle al Atlético que el gol no está tan lejos como a veces parece
Por ser lo más habitual y a la vez lo más simple, la fase defensiva será el primer punto que abordaremos. No hay excesivo misterio en ello; Fernando Torres cumple todos los requisitos que Simeone exige a sus delanteros cuando toca batirse contra las grandes plantillas del continente. Se podrían calcar los argumentos expuestos en el texto sobre Yannick Carrasco como “9”. Cuando el Atleti repliega a lo bestia, Torres se coloca junto a Griezmann por delante de la doble muralla de cuatro (Foto de la derecha) y trabaja sin cesar tapando líneas de pase por dentro y basculando. El secreto de esta dupla –la forme quien la forme– es que los puntas, siendo eso, puntas, han aprendido a pensar casi como un doble pivote. Hay coordinación y entendimiento entre ellos. Si uno sale a banda a tapar, el otro vigila su espalda en el centro. Por otro lado, si la presión es intermedia, Torres atenderá junto a Antoine al mediocentro rival, o mejor dicho, a la primera referencia creativa del oponente (Foto de abajo a la izquierda). En ese sentido, es interesante apuntar que si el rival coloca otro “creador”, Griezmann y Torres pasan a repartirse las marcas. Lo vimos cuando Philip Lahm abandonó la banda en el Allianz y se metió al medio junto a Xabi Alonso. Un detalle importante ante un Real Madrid que, con Luka Modric y Toni Kroos, acumula muchísima calidad ahí. De hecho, la visión que tenga Simeone con respecto al marcaje (o no) de Casemiro es una duda táctica muy importante en esta final. Por último, cuando el Atleti presiona muy arriba no hay novedad que resaltar: ahí Torres se lanza contra los centrales a morder (Foto de abajo a la derecha).
Torres no debe involucrarse en temas asociativos. Su tarea es vivir a espaldas del mediocampo rival
Pero no es la defensa lo que convirtió a Fernando en un fijo en el once de Milán. El apartado fundamental es otro. A Torres le hace indiscutible ahora mismo que, aunque sea de mentirijilla, parece Fernando Torres, aquel ariete que por sí solo era capaz de hacer profunda a una España sin velocidad. Su cuerpo no alcanza ni el 50% de la potencia de entonces pero a este Atleti, que tanto defiende, le vale.
El patrón táctico es clarísimo: Torres ha de jugar siempre sobre la última línea del rival. Cualquier toque suyo debe producirse detrás de la medular adversaria. Si Torres participa ante los ojos de Kroos y Casemiro, tanto el Atlético como Fernando estarán haciendo algo mal. Si los colchoneros inician el juego, un movimiento muy común es buscar lejos el desmarque de Torres a la espalda del lateral izquierdo (Foto de la izquierda), sacando de zona al central. En ese aspecto, Marcelo es un carrilero que permite ese tipo de recepciones, si bien el inspirado Sergio Ramos aparece como uno de los mejores correctores en ese lance. Aun así, Fernando debe intentarlo porque su equipo se beneficia. Apuntamos ya que son las caídas a la banda derecha las favoritas del madrileño, aunque también se deje ver por la izquierda (Foto).
Pero lo que más llama la atención de todo su juego es su consciente marginación de cualquier proceso creativo del Atlético. Esto sin duda es una directriz de pizarra y el motivo de su titularidad por delante, por ejemplo, del belga Carrasco. La explicación es sencilla. Cuando el Atleti se asocia, alrededor del balón pueden unirse muchos futbolistas. Desde el lateral Filipe Luis a los medios, pasando por el participativo Griezmann. Pero Torres no. Torres nunca. La labor de Fernando consiste en ser una amenaza latente en el desmarque al espacio y sobre el borde del fuera de juego (Foto de abajo a la izquierda). Señalamos que muchos de esos procesos creativos suelen finalizar en las botas de Koke, un excepcional pasador con el que Torres ha desarrollado una relación asistente-goleador muy íntima. El 0-1 en el Camp Nou aglutina todo esto. El de Fuenlabrada debe estar listo para cerrar la jugada rojiblanca.
Y luego está el tema de la contra. Como decíamos, ser medio Torres es lo que legitima su figura en 2016. Ante Barça y Bayern (y seguro que mañana ante el Madrid), el Atletico recuperaba la pelota en lugares retrasados, lejos de la portería contraria. En esos instantes, las piernas de Fernando son la esperanza cuando ésta no parece existir (Foto de abajo a la derecha). Explotando casi siempre el sector diestro (Foto), el carril por el que corre más a gusto, Torres recoge a la carrera los pases de sus compañeros (Foto). Siendo honestos, sus galopadas casi nunca terminan con éxito, y suena improbable que esto vaya a cambiar ante Pepe y Ramos. Sin embargo, sus esfuerzos repercuten muy positivamente en las sensaciones generales. Ver correr a Torres transmite optimismo al Atleti. Rara vez será el de Fernando el penúltimo toque del contragolpe aunque, como pasó en el gol de Griezmann al Bayern, a veces puede ocurrir. El resumen absoluto, del artículo y casi de su temporada, se dio en el disparo al palo ante los de Guardiola en el Calderón. El Atlético recobró la posesión muy abajo (Foto), condujo a la espera de un Torres (Foto) que, sobre el costado derecho (Foto), ejecuta la maniobra casi a la perfección.
Torres puede fallar si, a cambio, resulta una molestia permanente para Sergio Ramos o Casemiro
Y es así como Fernando Torres, con numerosos méritos acumulados, se planta en la final que siempre anheló. Será un choque tremendamente exigente para él. Pese a la presencia de futbolistas como Marcelo, que por su carácter ofensivo pueden dejar huecos a su favor, a Torres le espera el envite más duro hasta la fecha. El Real Madrid, por la calidad y físico de sus centrales y el número de piezas que mantiene en defensa (mayor que el de Barça o Bayern), concederá menos espacios de los que viene disfrutando. Pero Fernando tiene experiencia y grandeza. Sabrá ser paciente si las cosas no se tuercen. Al fin y al cabo, su aportación no consiste en la finura de su fútbol sino en la esperanza de gol que permite a este Atleti. Una virtud que ha sido siempre la principal en el Atleti de Simeone. La que dio sentido a todo.
iltuliponero 27 mayo, 2016
Chicos, este año no habrán vídeos en la previa como en la final de Lisboa? No me digáis que no, que eso fue la leche.