Desde que salió de Suecia en el año 2001, Zlatan Ibrahimovic ha ganado el campeonato de liga en todos los clubes en los que ha jugado. Los aficionados de Ajax, Juventus, Inter, Barcelona, Milan y PSG han visto como el sueco ha levantado hasta doce veces el campeonato nacional -diez de manera oficial tras el caso Calciopoli-, lo que le convierte en uno de los futbolistas más laureados de entre las grandes ligas. Sin embargo, la asignatura pendiente de la Copa de Europa pesa no solo en su palmarés, sino también, y sobre todo, en la percepción de su figura. Que el Paris Saint-Germain hiciese el mejor partido de la pasada Liga de Campeones en Stamford Bridge tras su expulsión fue, probablemente, la gota que colmó el vaso.
Su impacto en la eliminatoria ha sido obvio.
Las bandas de Dinamarca sí que intimidaronEl choque de ayer en Copenhague no tenía la exigencia de una gran cita de la más importante competición de clubes del planeta, pero para los suecos desplazados al Telia Parken lo que ayer hizo Zlatan sí estuvo a la altura de un evento de tal magnitud. La reacción de los daneses en el partido de ida, con ese tanto final que puso el 2-1 en el marcador y que dejó todo abierto para la vuelta, había cambiado completamente el panorama. Morten Olsen -que ayer puso punto y final a su longeva etapa al frente de la selección- eligió una estructura similar a la que acabó el partido en Solna el pasado sábado, con Yussuf Poulsen y Nicolai Jorgensen como extremos, y el buen arranque de partido del primero fue clave para que en los quince minutos iniciales Dinamarca creyese firmemente en la remontada.
Poulsen se metía dentro, ganaba balones directos, ofreció algún apoyo interior decente y cargaba el área con solvencia. Además, su posición centrada, como ya ocurriese en Solna, liberaba la banda a un Lars Jacobsen que ganaba metros y ponía en problemas al sector zurdo de la defensa sueca. Esa posesión a buena altura se tradujo en varias posiciones de remate para el combinado local, incluyendo un larguero con posterior rebote que se fue arriba ante la incredulidad de la grada. Suecia no conseguía salir a campo rival ni con envíos directos sobre su pareja de puntas ni con algún balón al espacio que Berg o Ibrahimovic tenían complicado poder disputar. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, apareció el punta del PSG para cambiar radicalmente el guión.
Zlatan Ibrahimovic metió a Suecia en la Eurocopa.
No estaba Zlatan haciendo un partido brillante a nivel de construcción -ese escenario de Suecia muy replegada e incapaz de juntar pases le alejaba muchísimo de la pelota-, así que la solución aportada tuvo que ver con el recurso por pura capacidad técnica. En un córner, Ibra se escapó de la marca de Kjaer, y conectó un remate al bote pronto que se coló por el palo largo de Kasper Schmeichel. Un 0-1 que despertó de un plumazo a sus compañeros, que terminaron de entrar en el choque cuando vieron a su capitán robar dos balones más propios de Gennaro Gattuso que de la habitual desidia que suele transmitir. Cuando en el minuto 76 coló una falta de forma milimétrica por encima de la barrera, su grito corriendo al banquillo lo dijo todo. No era un día cualquiera, y ahí estuvo él para pintarlo de amarillo.
losjuegosdeese 18 noviembre, 2015
Y no es su primera exhibición de este tipo; solo la actuación de Cristiano en la repesca de 2013 le alejó del Mundial de Brasil. Zlatan en aquél partido fue un escándalo (en el de vuelta, claro, el de ida fue otro cantar).
Mi percepción de Zlatan, pese a su historial en Champions League, es de futbolista muy grande,