Era muy complicado. Soñar en las horas previas es más correspondencia y responsabilidad del aficionado. El jugador intenta mitigar el contagio, procurando centrarse en una realidad: marcar el primero. Objetivo cuyo verbo compartían ambos equipos; convertida su posterior circunstancia en una mayor necesidad en los valencianistas. Obligación definitiva para comenzar a definir una laboriosa y compleja arquitectura entre el ardor de la grada, la respuesta visitante y el propio sosiego.
Emery lo tuvo en mente y el Atlético lo posibilitó en el césped. El primer pase, vertical; recepción, giro y apertura. El 4-2-3-1 del estratega vasco se enfocó a las virtudes de tres mediapuntas de una versatilidadArda y Diego desconectan si todo se reduce a defender táctica primorosa, enfrentados a un equivocado doble mediocentro y dos volantes de discontinuo sacrificio defensivo. Al jugador de ataque reclamado como escudo antes que flecha, solicitado su desgaste como punto de partida, conviene administrarlo con sabiduría. Arda y Diego son capaces de contener y prolongar mediante una ayuda, si el balón ataca su zona más próxima. Si la pelota viaja entre orillas, surge la desconexión. Lado débil, mente débil. Si no hay robo y transición, no hay conexión. Son jugadores que pueden defender si cada 5 minutos tienen la pelota y descansan con ella. El arranque del Valencia fue exactamente eso. 45 minutos de exigencia elevadísima basándose en una superioridad en tres cuartos absoluta, apareciendo consecuentemente la profundidad de, en la noche de ayer, dos carrileros de látigo y galope.
Diego Simeone equivocó la elección de sus hombres en el mediocampo. Tiago ya no va a llegar a la pelota y al choque. Quién sabeEl duelo entre Mario Súarez y Canales dio ventaja a los locales si en el mañana; hoy, ni por asomo. Su ritmo es escaso. A su lado, Mario Suárez, un jugador que carece de cualquier talento posicional para comprender qué pasa a su alrededor. Totalmente superado por un Canales que no tuvo que tirar de agilidad para ocupar espacios. La superioridad numérica y espacial era palpable. Sergio y Jonas caían a los lados del doble pivote para ofrecer línea de pase, Soldado puso la silla en la corona del área y Feghouli era el último enlace para mandar el balón entre Roberto y Courtois. La guinda, Barragán y Alba, que aprovechaban su llegada exterior para servir balones y garantizar saques de esquina, elocuente indicador del dominio local.
El Atlético fundamentó su resistencia en un ejercicio defensivo notable de su línea de cuatro y Courtois.
Donde el Valencia apenas tuvo superioridad fue sobre la última línea rival, primera defensiva rojiblanca. El trabajo de centrales y laterales para defender constantes filtraciones fue elogiable. De encontrar debilidad, Mestalla chocaba con el gigante belga, arrendado guardameta llamado a decidir eliminatorias de mayor calado. Salvador y guardián de un empate injusto. Los chicos de Emery estaban realizando una primera parte de semejante caudal a la ofrecida por los colchoneros en la ida, si bien encontró mayor entereza defensiva en el oponente de lo que lo hicieran Adrián, Falcao y Arda ante la frágil cobertura che.
No imaginábamos que todo fuera tan cruel. Y es que aunque el 0-0 al descanso no entraba en los planes de Unai y el desgaste físico y psicológico debía ser tenido en cuenta; quizás, lo que no se nos pasaba por la cabeza fue lo que ocurrió tras la reanudación. El hombre del partido, portador de la frescura e ilusión de una afición, se rompió. Y con él, la eliminatoria. Sergio Canales no merece ser noticia por estas cosas. Es un privilegiado futbolista, dotado de una técnica y talento que trasciende en cada balón. Atrevido, delicado y brillante. Ante nosotros, una crueldad; acrecentada por un despiste local, al ver como un balón largo alcanzó la bota de Adrián López. Bote y genialidad. Un final quizás merecido para los intereses rojiblancos pero de demasiado infortunio para la afición valencianista. Probable último partido de Unai Emery en Europa a las órdenes del Valencia. Al final, pasó quien llegó más en forma. El cuarteto ofensivo del Atlético lo vale. Un momento dulce para un final demasiado amargo.
@Xirivia_Barbar 27 abril, 2012
Perfecto analisis. Coincido en todo.
Al ver lo de Canales me quedé helado. Imagino que si yo estaba en shock, sus compañeros sobre el campo estarían igual o peor. Se realiza el cambio y todo jugador en el equipo ché estaba blanco. Durísimo golpe y, mientras pensaban en ello… Adrián los hundió definitivamente aprovechando un pase a la espalda de Mathieu, todavía en frío habiendo entrado por Canales.
Lamento mucho que la afición acabe marchándose del estadio y silbando a jugadores y entrenador. Perdieron la semifinal, pero esta vez sí dieron la cara. No imagino a la Catedral silbando en caso de que el Athletic hubiese perdido. La afición del Valencia (y yo soy uno de ellos) tiene un equipo que no se merece.