Es posible que Andrés Iniesta o Mesut Ozil jamás ganen el Balón de Oro. Sí lo hicieron, en cambio, nombres como Andriy Shevchenko o Michael Owen. La opinión pública suele lamentarse de este supuesto hecho injusto; la mayor estima del jurado soberano para con aquellos especialistas en mandar la bola a la red. En el fútbol, crear la ventaja siempre será lo más importante, pero sin agresividad e intimidación, la victoria es un milagro. El Arsenal resume esta idea como no se recuerda en bastante tiempo. Ayer, en Old Trafford, presenciamos otro ejemplo contundente.
De la caseta ya salimos con 1-0, desgracia de Vermaelen mediante. No hace demasiado, se mantuvo en la Comunidad de EcosWenger cambió el sistema para contentar otra vez a Cazorla un interesante debate sobre el grado de responsabilidad de Arsene Wenger en los errores de sus zagueros. El riesgo que les exige, el plan de juego… algo tiene que haber. Más allá de este detalle, el entrenador francés repitió con los 4 jugones en el once, como ante el QPR, pero con una variación fundamental: Cazorla y Wilshere se repartirían los espacios a idénticas -y retrasadas- alturas, ejerciendo cada uno como interior. Contentar a Santi (muy poco participativo como «diez» en el regreso de Jack) conllevó un precio excesivo: El doble pivote del United tuvo la actuación más relajada en muchos meses.
Costaba creerlo: la base de la jugada mancuniana, Carrick y Cleverley, fue flotada constantemente por una marca que, o no estaba o tardaba en llegar. Confirmamos en un partido de élite lo que veníamos sospechando: SinEl Arsenal dio todo a Carrick y Cleverley Diaby, nadie tiene capacidad de encimar en presiones tan alejadas. Carrick y su Manchester debieron sentirse en 2008. El mediocentro inglés filtraba fácil a los costados -Evra y Rafael aprovechaban la pereza de Ramsey y Podolski en los retornos- y dominaba a placer. Tan sangrante fue el asunto que los de Ferguson sumaban sesiones de posesión de casi un minuto. Rooney, nada demandado en la sala de máquinas, se limitaba a torturar a Arteta. Momentos de paseo para los locales.
El Arsenal sufre lo indecible a la hora de robar la pelota
Aunque ya pretendió arreglar el desaguisado centrando a Ramsey (recepciones por dentro y trabajo sobre los gozosos Cleverley y Carrick), la verdadera modificación se dio tras el descanso. La entrada de Walcott no necesita explicación; sin él, el Arsenal no tiene piernas. La carencia de ruptura y velocidad te permite centrarte en sus mediapuntas sin pagar peaje. Theo alteró la cosa una pizca. Sus galopadas sirvieron a los visitantes para avanzar metros y empezar el achique más arriba. Ferguson leyó bien el nuevo contexto, introduciendo a Anderson y su conducción. El brasileño va cortito de fútbol, pero está dotado para saltarse un pressing con regates.
El período de intensidad de los de Arsene Wenger reclamó una mijita a Rooney cerca de Carrick, que ya no iba tan sobrado. La pena es que el Arsenal, una vez más, evidenció que no tiene mimbres para ese estilo. Wilshere, cargado de pasión, malinterpretó la actitud de su equipo, yéndose con justicia a la caseta y acabando con la competitividad del choque. Para el Manchester, las conclusiones llevan asterisco. El Arsenal, por su parte, tiene los problemas muy claritos; no puede robar el balón, no puede presionar, no puede correr.
javimgol 4 noviembre, 2012
Del "Boring, boring, Arsenal" en poco tiempos pasaremos a escuchar "Naive, naive, Arsenal".