El Real Madrid arrastra en estos momentos un déficit de confianza muy alarmante. Solo así se puede explicar el motivo por el cual el actual campeón de Europa se viene desplomando con tantísima facilidad después de encajar el primer golpe. Ocurrió en Ipurua, después de empezar con buena pie ante los de José Luis Mendilibar, y volvió a suceder ayer, jugando en casa, ante el CSKA de Moscú, cuando cosechó su segundo 3-0 (0-3) en el último mes de competición, poco después de completar uno de los mejores arranques desde la llegada de Santiago Solari. El Real Madrid es presa ahora mismo de una fragilidad de la que viene siendo imposible rescatar cosas positivas tras la desventaja. Una debilidad que ayuda a entender el porqué de ciertas situaciones pero también de ciertas decisiones tácticas. Este equipo cae muy pronto a la lona.
El Madrid formó en 4-2-3-1 con Vinicius-Asensio a pie cambiado
A decir verdad, la primera parte del Real Madrid ante el CSKA no fue en absoluto negativa. Si bien es cierto que el marcador al descanso era de 0-2, no menos realista resulta el hecho de que el equipo puso mucho de su parte para acercarse antes al 1-0. En el fútbol, como en cualquier otro deporte, es evidente que los resultados son el verdadero fin del juego. Pero en este caso, siendo justos, el Madrid puso más medios que su rival para que el marcador le sonriese primero. Sin embargo, hace ya bastante tiempo que para este Real Madrid uno y uno han dejado de ser dos. Y lo peor es que este 0-3, después de ganar sufriendo en El Alcoraz, es el mejor reflejo de una inestabilidad anímica que ya amenaza con dejar de ser una dinámica para transformarse en rutina. Anoche en el Bernabéu se jugaron dos partidos: uno hasta el 0-1 y otro posterior al mismo.
Santiago Solari cambió el guion hasta el momento establecido, y formó de inicio con un 4-2-3-1 con Isco por delante de Marcos Llorente y Fede Valverde, y con los extremos a pie cambiado, a diferencia de lo que venía siendo norma. Con Vinicius por izquierda y Asensio desde la derecha, el comportamiento de las piezas fue en consonancia con la movilidad de Isco en la mediapunta. Actuando con muchísima libertad por detrás de Benzema, yendo a uno y otro costado, actuando en todos los carriles a lo ancho del campo, el futbolista malagueño rompió por completo con la rigidez instaurada. Sus movimientos, mucho más amplios que el día de la vuelta copera ante el Melilla, tuvieron la clara intención de conectar los distintos puntos a lo largo del esquema. Una retahíla de diagonales dentro-fuera, con balón y sin él, que pronto contagió al resto del ataque. Y más especialmente a Asensio, que completó un catálogo de movimientos muy diferente al de Vinicius. Mientras que el brasileño recibía siempre muy abierto en banda, dispuesto a encarar y desbordar con la pelota pegada al pie, el mallorquín, que rompió un par de veces hacia dentro para buscar el palo largo, se movió mucho más hacia dentro (sin balón) para intervenir en el juego entre líneas.
Ahora bien, el equipo fue incapaz de golpear durante este tramo del partido. Y el encuentro se le complicó sobremanera como consecuencia de su endeblez colectiva y ciertamente individual. Marcos Llorente y Fede Valverde, que formaron como doble pivote, son dos futbolistas muy dinámicos que entienden el juego desde la participación y no tanto la ocupación de los espacios. Un matiz a tener muy en cuenta, dadas las dificultades que ambos, como pareja, tuvieron para cerrar el carril central e impedir que el CSKA transitara con tantísima facilidad a lo largo de todo el encuentro. Pero ahí no acaba la cosa, porque además de correr bastante cómodo, el CSKA fue capaz de rematar con mucha más sencillez dentro del rectángulo defendido por Courtois. Una tesitura que el jovencísimo Chalov, escudado muchas veces por Vlasic, otro de los nombres propios del equipo ruso, además de Mario Fernandes y Becao, aprovechó para imponerse a la pareja formada por Vallejo y Javi Sánchez. Una flaqueza defensiva que condicionó el encuentro.
El Madrid volvió a ser incapaz de reponerse al mazazo anímico
Tras el descanso, con el 0-2 en su contra, el Real Madrid se embarcó en un letargo posicional, táctico y también técnico del que ya no saldría en los siguientes 45’. Solari probó con Bale como principal referencia, muy pendiente de cada balón que avanzaba por las bandas, pero ni por esas consiguió el Real Madrid darle la vuelta a un partido que no tenía aparente solución. Ni con Isco, Vinicius y Asensio, ni con Bale, Carvajal y Kroos. Así como tampoco, casi seguro, la hubiese tenido con Ramos, Modric y Ceballos, por solo citar a otros tres de los más habituales. Y eso, sin duda, es lo más alarmante para este Real Madrid. Una vez que se cae, es incapaz de volver a levantarse. Algo que hace unas semanas encontraba su amparo en la rigidez táctica que ha organizado Solari desde su llegada. Pero Isco, Asensio, Kroos, Modric, Ceballos, Benzema, Bale, Marcelo o Sergio Ramos son (para) otra cosa. Una parecida (aunque mucho mejor) a la que se vio, al menos, en los primeros 30’. Pero la realidad es que este equipo, que después del 0-1 es incapaz de reconocerse a sí mismo, está muy lejos de replicar a las circunstancias tras tantos episodios en los que pierde toda memoria.
Albert Blaya Sensat 13 diciembre, 2018
Muy buen artículo. Dejo por aquí un hilo que hice ayer noche sobre este Real Madrid, que coincide en sobremanera con el texto: https://twitter.com/Blayasensat/status/1072952758…
Lo que más sorprende es que no haya jugador que se rebele, que cambie el guión. No hay ninguna individualidad salvable, y preocupa.