Klopp ya había ganado, y de qué manera, en el encuentro de ida. Allí ya había colocado las fichas de modo que, de cada paso dado por el Manchester City, incluso no siendo en falso, pudiera sacar rédito. Jugaba con la amplia ventaja de no haber encajado, de jugar la vuelta fuera sin haber recibido gol en la ida y de saber que cualquier momento concreto le facilitaba el pase a semifinales. Y además sabía que cuando eso pasara, cuando el Liverpool marcara, el reloj anímico de los de Guardiola dejaría de contar. Se constató nuevamente que la suma de estilos contrapuestos y lo sucedido en Anfield terminó pesando y cayendo del lado más lógico. El City eligió bien en su propuesta, espoleado por un primer gol rapidísimo, pero no sirvió. Necesitaba muchas cosas que no acontecieron.
Con el pitido inicial ya había Gabriel Jesus adelantado al City y puesto sobre el césped un punto de partida que los skyblues no malinterpretaron. Guardiola varió el dibujo y jugó en una marcha concreta que mantuviera vigilada y templada la ofensiva red. La idea consistió en salir con tres centrales, Sané y Bernardo Silva de carrileros, Sterling mezclando apariciones dentro y en profundidad y Silva por delante de De Bruyne, quien se encargó de elegir el tipo de pase y el destinatario para cruzar de campo. Fue así como el City se instaló en la mitad contraria sin llamar a zafarrancho. La actitud tomada fue la de no perder la perspectiva. Pendiente del retrovisor, el City esperó para forzar las cosas. Las fuerzas no se desataron.
Guardiola apostó por un ataque agresivo pero a la vez controlador
Construir un partido de este tipo, pendiente de un hilo, en el que comprender dónde y cuándo soltar amarres, es especialmente difícil. Para que todo eso fuera posible aún llegado al descanso, los de Manchester dotaron a su plan de un control más posicional que derivado de la posesión. Para ganar altura ofensiva, Bernardo Silva y Leroy Sané se iban muy arriba, dejando a Mané y a Salah lejos de ese emparejamiento. Como se fue viendo con el paso de los minutos, Klopp los desligó del retorno, liberándoles de toda responsabilidad defensiva. Así, el extremo alemán recibía fácil y arriba y desde allí se metía por dentro o por fuera para atacar en la frontal. Para que Leroy fuera protagonista, Bernardo Silva se acercaba a zona de medios para atraer atenciones y liberar, generalmente con el cambio orientación de De Bruyne, a la zona de Arnold.
Para completar esa intención de tener la pelota arriba sin pagar peajes ni asumir riesgos, el City sumó dos ideas. La primera, no presionar la salida ‘red’. No habría ímpetu en el acoso ni muchos jugadores en campo contrario. Cuanta más presión adelantada y asfixiante, más posibilidad de que aparezcan espacios entre Ederson y Otamendi o entre líneas. La segunda idea es que, hasta nueva orden pasados los minutos, los interiores no se sumarían a la zona de remate cuando se ganaba línea de fondo. El Liverpool era superior en el área, tanto en número como en envergadura, y si De Bruyne y/o Silva acudían al área, la transición era más factible para Klopp. Aparecía un espacio intermedio para salir a espalda de interiores, o autopistas a espalda de extremos y centrales si Laporte, Otamendi y Walker subían líneas para cerrar esos espacios.
La decisión de Klopp situando a Firmino en banda, clave
Desde ese control se construyó la primera mitad, a la que se llegó con el mismo marcador con el que amaneció el encuentro. El Liverpool estaba controlado, pero a su vez, el Liverpool también estaba controlando lo planteado por Guardiola. Tácitamente, se asumía que en cuanto se abriera alguna puerta, se entraría en la fase de definición de la eliminatoria. Y en esa fase castigó el Liverpool con una combinación perfecta, culminada por el inspirad Salah, que jugó como ‘9’ durante la mayor parte del partido.
Y es que Klopp apuntó desde su pizarra un cambio en el primer tercio del choque, en el que Roberto Firmino pasó a banda izquierda y el egipcio asumió responsabilidad de referencia. Como el centro estaba congestionado y bien posicionado con tres centrales y dos hombres, Fernandinho y de Bruyne, el apoyo del brasileño, el gran faro para la primera recepción, fue muy difícil. Así, el técnico alemán derivó su primer contacto en transición al costado, donde Bernardo y Sané quedaban muy arriba y donde había menos tráfico. Una decisión que resultó tan inteligente como acertada para poder correr. En teoría, los veloces debían de poder cabalgar por fuera, pero para hacerlo necesitaban de un lanzador. Y la lanzadera estaba taponada. La movilidad de Firmino y la bombilla de Jürgen explicaron una eliminatoria bañada y teñida de rojo intenso.
fernandojb 11 abril, 2018
Ver de nuevo al Liverpool en europa rejuvenece, y Kloop la verdad que es un entrenador que da una vision de esto del futbol para mi gusto enorme.
Notas del partido:
– las prestaciones de los dos centrales del liverpool en comparacion con las del City fueron determinantes. Otamendi al final ha quedado un poco limitado.
– casi se puede extrapolar a la defensa, los laterales del liverpool , a comparacion a los del city.
– el eje central del city, otamendi, fernandinho y especilamente gabriel jesus han quedado muy lejos.
Y si destacar como se dice a Firmino , no se pero Brasil debe pensarse bastante el ubicarle en el equipo, es un jugador que da muchisimas cosas.
al city le he visto cansado fisica pero sobre todo psiquicamente, menos los extremos el resto del equipo ha quedado en un tono muy bajo.