Iker Muniain nació al fútbol para marcar las diferencias todos los martes y miércoles que su equipo tuviese partido de Champions. Su potente tren inferior, su velocidad gestual, su control del esférico, su capacidad para crear desde la conducción… Muniain era uno de los alumnos más aventajados de una generación que también contaba con Neymar, David Alaba, Isco, Koke, Carvajal, Courtois o Gotze.
De cómo poco a poco se fue quedando atrás, de cómo poco a poco ese maravilloso Iker Muniain del primer año de Marcelo Bielsa dejó de desbordar, crear e intimidar ya se ha escrito mucho. Su físico se hizo menos diferencial, jamás encontró un contexto tan apropiado como el que le juntaba con Fernando Llorente y Ander Herrera en aquel lado izquierdo del ataque bilbaíno y, gradualmente, fue perdiendo también el don de imprimir su personalidad a los partidos. Sin embargo, Iker Muniain tiene todavía 24 años. Sigue siendo jovencísimo. Y aunque es cierto es que lo normal es que jamás se acerque al potencial que todo el mundo vislumbró en la primavera de 2012, todavía tiene una carrera larga por encauzar.
La temporada del navarro es más que notable.
Y lo está haciendo. La temporada del navarro está siendo positiva en absolutamente todos los términos a pesar de que partía como suplente y de que el juego del equipo no parece tan perfecto como en años anteriores. Todo comenzó el día del derbi ante la Real Sociedad. Desde la izquierda, en un encuentro de ritmo frenético, Muniain comenzó a imponerse a todos. Aprovechaba el descontrol para filtrarse entre líneas, aparecer e incidir en lo desordenaba que aquel día quedaba el conjunto txuri-urdin. Su golazo fue la guinda que valió tres puntos, pero en San Mamés se había sucedido una noticia aún mejor: Muniain había dominado un gran partido.
¿Tendría continuidad? La tendría. Sin grandes exhibiciones, pero sí demostrando un nivel brutalmente constante, Iker Muniain comenzó a insinuarse capital para resolver los problemas que comenzaba a notar Valverde. El Athletic Club no está atacando tan bien, Aduriz no parece tan global, Beñat ha perdido mucha altura y la presión ya no marca tantas diferencias. Pero entonces, ante este delicado contexto, Iker empezó a solucionar jugadas. Ojo, no a mejorarlas, sino a solucionarlas. Siempre ofreciendo una línea de pase vertical, siempre atacando la espalda del centro del campo rival y siempre acelerando tras la recepción. De pronto, los mejores ataques del Athletic ya no iban directamente de Beñat a Aduriz, sino que antes pasaban por Muniain para que la anterior relación fuera posible.
La mediapunta parece el futuro de Iker Muniain.
Iker está logrando todo esto desde la izquierda, pero siendo más mediapunta que simple extremo. Conforme pasan los minutos, la necesidad apremia y la personalidad manda, Muniain va centrando su posición para hacerse amo y señor del juego del Athletic. Lo del día del Deportivo fue espectacular. Y no ha sido un caso aislado. El navarro está comenzando a encontrar los pasillos interiores por los que los mejores jugadores del mundo marcan la diferencia. Su labor es eminentemente creativa, pero para ello se está valiendo también de la conducción y el desborde, lo que hace de su juego un puñal con varios filos. De ahí que, a corto-medio plazo, lo normal sería verle asentado definitivamente en la mediapunta. Es el sitio que, al menos ahora mismo, más cosas le permite hacer para ayudar a su Athletic. Y, afortunadamente, da la sensación de que no piensa parar de darle razones de peso a Valverde hasta hacerlo solo suyo. Porque incluso en naufragios como el de anoche, él sale reforzado.
Foto: David Ramos/Getty Images
Permafr0st 24 febrero, 2017
Aprovechando el caso de Muniaín, voy a comentar algo que probablemente resulte muy poco políticamente correcto y es que a mí el Athletic me parece uno de los equipos más autocomplacientes del mundo
Lleva años compitiendo por debajo del nivel de la plantilla de la que dispone. Para mí debería ser candidato constante y obligado a la 4ª plaza en pugna con el Sevilla, pero pocas veces se mueve a ese nivel, partidos sueltos, rachas…y no pasa nada. Que equipos como el Villarreal compitan mejor con mucho menos durante varias temporadas o este año la propia RSociedad..me daría que pensar
Esa complacencia inevitablemente se traslada a sus jugadores, que acaban conformándose con un techo por debajo de su potencial. Porque al final, si quedas sexto y le ganas a algún grande la gente se queda contenta y no se para a pensar en que el equipo daba para bastante más, y al final todo esto acaba minando la capacidad de competir de futbolistas que deberían haber llegado más lejos.