Parecía no ir con ellos. El Liverpool venía alcanzando tal grado de competitividad y fiabilidad en el juego que una dinámica negativa se antojaba imposible. Y no es ésta que está pasando ahora una especialmente complicada, por más que sumen tres derrotas en cuatro partidos, pero la están atravesando. Con solo un partido por delante antes de la vuelta de octavos de final ante el Atlético de Madrid, el que les enfrentará al Bournemouth, el campeón de Europa sigue buscando esa victoria que desinfle el ‘runrun’. Ante el Chelsea, con varias rotaciones importantes -Alisson, Salah, Firmino, Alexander-Arnold-, el equipo de Jürgen Klopp dejó, por momentos, de competir bien, sin ánimo de reacción y con cierta conformidad con lo sucedido. No fue un encuentro presto a analizarse pero sí apuntó notas a pie de página para rescatar.
Gomez-Van Dijk. De entre las cuestiones comunes al tramo actual, principalmente ante Watford y Chelsea, la pareja de centrales ‘red’ aparece en el plano peor parada, siendo tanto causa como consecuencia de varias ocasiones generadas por el rival. Si bien se ve claro que al inglés el rival le busca mucho más para escapar de la influencia defensiva del neerlandés, ambos no están cómodos cuando el rival transita por dentro. El conjunto de Frank Lampard llegó con demasiada superioridad numérica y posicional demasiadas veces. Y lo primero responde más a lo largo que fue el Liverpool mientras lo segundo fue algo más atribuible a la seguridad mostrada por la pareja de centrales. Síntomas puntuales pero llamativos por lo que significan dentro de los partidos.
Billy Gilmour. Nacido en 2001, la gran sorpresa del encuentro fue este chico, con cuerpo aún de juvenil, menudo, delgadísimo, aparentemente frágil, pero con una frialdad llamativa. Ser mediocentro en un encuentro eliminatorio ante el siempre presionante Liverpool es una prueba que no debería haber pasado. Y el canterano dejó detalles, gestos, recursos y pases que razonan y justifican la oportunidad otorgada por Frenkie Lampard. Se está acostumbrando, por el trabajo realizado desde hace ya un par de lustros, el fútbol británico a encontrar perfiles muy fluidos en la medular, con agilidad, cabeza levantada, control de balón extraordinario y rango de pase para romper líneas. No son muchos los que han llegado, no, pero alguno llegará. Gilmour puede ser uno.
Willian Borges. Se marchó lesionado pero volvió a dejar muestras de su potencial, una palabra que debería sonar mal, pues el brasileño ya está en el último tramo de su carrera a sus 31 años. Es éste un caso particular, no muy extendido, si acordamos que por el camino se han perdido oportunidades para confirmar que estábamos ante un crack del continente. Porque Willian no tuvo nada que le limitara: no le pesa ni le molesta jugar a banda natural, tiene regate y desborde, buen disparo, un primer paso tan bueno como su carrera lanzada a través de su zancada para contragolpear. Capacidad para adaptarse a lo que necesitan compañeros de mayor rango y jerarquía. No hay que buscarle ningún pero pero tampoco le hemos encontrado lo que debería haber sido.
AArroyer 4 marzo, 2020
Por favor, no desperdicien la oportunidad de ver el debut de Billy Gilmour. Ilusiónense