Los jugadores verdaderamente buenos, los mejores, suelen estar por encima de la realidad, sobre todo si es una donde las cosas no funcionan. Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona siguen tratando de construir algo nuevo sobre lo que un día fueron imperios, más como dificultad que como oportunidad. Por eso la diferencia estuvo en la fotogenia, en la que el Barça le saca unos cuantos cuerpos de carisma y calidad al conjunto de Simeone. Cuando el flash dispara en ocasiones claras de gol, allí siempre están Marc-André ter Stegen o Leo Messi donde los rojiblancos apenas tienen verdaderas figuras mundiales más allá de su guardameta. El resumen está ya manoseado, es un cuento antiquísimo que hace del vaticinio y del runrun una apuesta segura. Alemán y argentino dieron tres puntos que sólo ellos pueden dar a su equipo en todo el continente. No hay que buscar más ejemplos.
Se cumplió además como forma de castigo por todo lo que generó el Atlético y no logró materializar. Provisto de un planteamiento mucho más protagonista y agresivo, el Cholo Simeone dio verdadera importancia y relevancia a la primera mitad. El argentino habilitó una presión continua, alzada, atacando las recepciones interiores de los azulgranas, mientras construía sus ocasiones de gol desde la derecha. En lugar de abrir el campo con los dos laterales, una fórmula ya abandonada, los rojiblancos, con Saúl como lateral izquierdo, se volcó sobre Trippier y su posición, entre lateral e interior rivales para después atacar el espacio y la línea de pase que creaba Correa por dentro o a la espalda de Junior. Con ese simple mecanismo, el Atleti involucró a pocos jugadores y condicionó el encuentro a favor para producir profundidad y después mantener la actitud con una presión alta que hizo desaparecer a Messi y al Barcelona, que se quedaron en 0 tiros en la primera media hora, sin apenas intervención de sus puntas.
El Atlético presionó con criterio y profundizó por derecha; Simeone acertó
No obstante, el partido comenzó muy precipitado e impreciso, en los dos bandos. Ernesto Valverde convenció a Lionel para que se mantuviera fijo y clavado en la cal derecha, actitud calcada por Griezmann en izquierda. Una sábana simétrica, sujetada por los extremos pero con claros problemas para progresar en el primer y el segundo pase. La ubicación de Rakitic como pivote fue castigada por los locales activando la presión en el tiempo exacto para cazarlo girado y sin perfilar, mientras la salida exterior sólo contribuía a alejar la pelota pero nunca a mantenerla a salvo ni a lograr control sobre ella para cruzar la divisoria. Simeone tenía claro lo que hacer y le estaba saliendo. El saldo era favorable y las sensaciones productivas. Soltando a Héctor Herrera, siempre agresivo y con feeling para incomodar arriba, el Barcelona volvió a transmitir muchas dificultades para sacarla jugada.
Sin embargo, Simeone, activo, predispuesto y preclaro para sacar partido de los primeros 45 minutos ante el Barcelona, se fue al vestuario contrariado. Agridulce. Sin botín en el marcador, el plan se quedó muy incompleto. La presión no dura 90 minutos, el rival obtiene información y ajusta después. Y es lo que sucedió. Ya en el último tramo de la primera mitad, Leo abandonó su posición abierta y se metió dentro. Aunque no recibiera volumen ofensivo, su presencia condicionó la altura defensiva de su rival, como se vería en la segunda mitad. El rosarino cerró las filas rojiblancas y le dio 30 metros de altura de balón a los suyos. No es que el Barça pasara a someter, porque no puede, pero sí se sacudió la dificultad técnica a la hora de sacarla mínimamente raseada. En el balance, el Barça se sentía casi ganador: en el peor tramo de juego, Ter Stegen paró dos imposibles para poner la primera pica.
Ter Stegen le dio el 0-0 al 45′ a Valverde. Una victoria ante el plan de Simeone
En el segundo tiempo se comprobó cómo funcionan y se desarrollan planes agresivos de presión alta. Sin el 1-0, el Atlético tuvo que tirar las filas atrás mientras Valverde reaccionaba. La primera directriz se llevó a cabo con obediencia castrense. Los centrales, Gerard Piqué y Clement Lenglet, rara vez se pasaron la pelota, y comenzaron a conducir una y otra vez para darles el balón a los interiores o a Messi, los tres compartiendo altura. El balón ya no pasaba por Rakitic, y así el Barça se metía en campo rival sin que los mediocampistas bajaran a recibir o el croata tuviera que girar para desembarazarse de la maca de uno de los pivotes colchoneros. Con esta medida, el partido ganó en control culé a pesar de que después no encontrara muchas situaciones claras. Pero lo peor había pasado.
La otra señal llegó con la intención de que Arturo Vidal sujetara a los centrales en timing con las recepciones de Messi para que él fuera encontrando esas situaciones tan características: recibo entre líneas, atraigo e imanto y suelto a una banda para después encontrar zona de remate o disparo. Simeone vio el percal, con mucho más espacio por delante para contragolpear, y mandó al campo a Vitolo y después Lemar, sin demasiado impacto más allá de una jugada concreta que el canario tuvo en el área. En un partido que parecía destinado a perecer en tablas, Messi trazó una diagonal que iba a terminar de la misma forma. Y por mucho que se conozca el grueso de sus intenciones, siempre con su zurda acercándose a su zona de confort, Jan Oblak, agarrotado por ver a Messi con un metro de espacio para disparar, ni estuvo cerca de llegar. Duele menos lo que nada sorprende. En Atleti y Barça ya no quedan casi nadie de los de antes, pero los que hay, no han cambiado.
Carlos 2 diciembre, 2019
En mi humilde opinión el Atlético ayer compite en la primera mitad más por acituf y ganas, que por fútbol. La presión fue inteligente, bien planteada, pero creo que se debe más a el espíritu que logra contagiar Simeone en estos partidos a los suyos, que a un punto de partida para mejorar.
A ver, es que ayer el Atleti remata 17 veces, sólo 2 de esas a portería, 1 de ellas a balón parado y la otra un pase genial de Joao Felix. 0 remates a portería en el 2do tiempo. Pará mí el equipo está en verdadera caída libre en lo colectivo, y en lo individual no tiene a qué jugador aferrarse.
Por cierto: Cuantos remates necesita Morata para anotar un gol?? Cada cuanto es su promedio? De los peores definidores que he visto.