La Real Sociedad es un equipo de autor, si. ¿Pero de quién?¿De Imanol Alguacil, por su convicción y dirección?¿De Odegaard, por su ascendencia y control sobre el partido?¿De todos los jugadores a la vez?¿De San Sebastián, por su elegancia?. Seguramente de todos un poco, porque quien visita su estadio asiste a una pérdida de protagonismo inmediato y a fases de ritmo alto basadas en una posesión armónica, ligera y absorbente, que apenas se detiene, sin transmitir sensación de descontrol. Es un equipo que matiza las palabras y que sale a presionar, a sacarla jugada y a hacer daño. Sobre todo a hacer daño; un equipo de colmillo en el juego, agresivo, al que obviamente le falta la calidad que sí tiene el Barça en ambas áreas para negar la victoria a quien le ha dominado.
Con sus alineaciones más habituales, a excepción del ‘5’ y ‘9’ elegidos por Imanol, con Isak en lugar de Willian José, y Ander Guevara por las bajas en la posición, el encuentro transcurrió por un cauce reconocible y factible, que podía darse, vaya. La Real tiró de sus dos fases más brillantes para hacerse con el mando del encuentro en toda la primera mitad. Su presión adelantada, que comienza siendo una defensa en campo contrario y una presión más exigente en las zonas exteriores cuando el rival lateraliza su salida, y una salida de balón y posterior fase ofensiva en la que se descubre semana tras semana una intención clara, conceptual, en la que rápidamente se busca encontrar profundidad.
La Real Sociedad dejó 35 minutos de un grandísimo nivel
Entre todas sus características, la Real es un equipo que se sitúa en el campo, siempre, con la intención de superar líneas por encima de cualquier otra circunstancia. Es un equipo que cultiva lo directo, casi como método y principio de economía. En todo su juego se superan líneas con un solo pase, y rara vez se avanza por fuera, solo si el rival es defensivamente muy bueno para taponar los pases verticales y diagonales. El conjunto donostiarra continuamente se asegura de que el poseedor tenga una o dos líneas de pase verticales. Si el oponente defiende en 4-4-2 (tres líneas defensivas), el mediocentro, un Guevara fantástico en la sencillez de sus envíos, se coloca a espaldas de los dos delanteros. Los interiores, Odegaard y Merino, siempre a espaldas de los pivotes, bajando uno de ellos si no se encuentra ese pase para conectar. Cuando uno de los interiores baja y recibe por delante de los mediocampistas rivales, es el otro interior quien hace de mediapunta junto al delantero centro o el extremo del lado opuesto, logrando que los últimos dos hombres amenacen la espalda de la zaga: así, las tres líneas defensivas del rival están distraídas con gente a su espalda sin poder saltar a quien tienen por delante.
En ese sentido, fue el sueco Isak en apoyo, fantástico, quien le dio un extra de dominio que definitivamente impidió al Barcelona recuperar la pelota. La Real es un equipo seguro de su potencial técnico, al que tienes que forzar para que la pierda, pues rara vez tiene pérdidas prematuras o de mala calidad. Como el equipo culé no puede plantear una presión intensa en primera línea por la naturaleza de sus dos atacantes, Messi y Suárez, la Real embotelló al Barcelona y le puso nervioso, hasta el punto de que el 4-4-2 culé se movía demasiado, saltando a por el poseedor y dejando espacios entre líneas por donde entraban Odegaard, Isak o Merino.
El Barça tuvo que defender mucho tiempo en campo propio
Expuesto el dominio, la ausencia de creaciones claras realistas se dio por dos situaciones. La primera, en base a un protagonista, un Gerard Piqué que se activó como merecía la cita, ante uno de los grandes de la Liga, y se mostró muy seguro y firme en su defensa del área. La siguiente situación que favoreció al Barcelona es que los movimientos de los puntas realistas siempre fueron en paralelo a su par cuando alguien conducía hacia portería, y no con algún desmarque cruzado que hiciera titubear la cintura de Lenglet y Piqué y que pudiera limpiar trayectorias al poseedor, que nunca encontró la opción más idónea para poner al punta frente a MAtS.
Lo cierto es que el Barça no salió muy castigado de ese dominio, hasta el punto de que dio por buena la situación y se comenzó a comprobar que aunque sufriera, terminó adaptándose mentalmente a la situación para sacar provecho del paso del tiempo. La Real estaba jugando tremendamente expuesta y en dos situaciones no controladas por la transición defensiva local permitieron al Barça poner un 1-2 muy significativo con lo que son uno u otro equipo en sus diferentes rangos. La entrada de Januzaj y Willian José, esta ya con 2-2, tras un fallo de Ter Stegen, calmó algo más el encuentro, uno de los que realzan el valor de un campeonato que bien es cierto, ha perdido calidad global en el juego y que tiene a la Real Sociedad como uno de sus máximos exponentes.
Ignasi 15 diciembre, 2019
Qué jugador es Ødegaard. Primer nivel mundial.
Respecto al partido, a la Real le pasó un poco como contra el R. Madrid. Si a estos equipos de jugadores estratosféricos no los "matas" en los primeros 35 minutos de semejante fútbol (recuerdo que la primera media hora que jugaron en el Bernabéu también fue una delicia) al final cualquier jugada en la que intervenga un Messi, Suárez, Benzema suponen 2 goles.