La etapa adulta del Liverpool de Klopp, la que ya le ha visto levantar un título y mantener su estatus como un equipo hipercompetitivo en el día a día, con innumerables momentos donde lucir su piel curtida y poner sobre la mesa los matices futbolísticos sumados por el camino, tuvo en el día de ayer una oportunidad más para mostrarlo todo junto, teniendo que afrontar un duelo ante el Manchester City de Pep Guardiola desde el favoritismo. No hizo un partido redondo ni impecable pero sí se valió de su extraordinaria y exclusiva versatilidad táctica y capacidad ofensiva para imponerse en el tramo donde mejor sabe aturdir la consistencia y las particulares debilidades del vigente campeón inglés. Fue un choque notable, digno de los dos equipos más capaces de crear situaciones desde todos los ángulos.
Para Guardiola existe un espacio de tiempo donde su rótula tiembla y termina cediendo hasta doblar la rodilla, y no es sino su entrada a los partidos cuando enfrente sonríe el alemán. Los primeros 20 o 25 minutos del Liverpool en Anfield, si le va la vida en ello, son el escape room del fútbol continental, y así quedó demostrado nuevamente en dos acciones súbitas, propias del fútbol sala a pesar de desplegarse en un campo de más de 100 metros. Uno no deja de sentir cierto pudor cuando reconoce una metodología que hace al futbolista acompasar movimientos precisos y memorizados con detalles técnicos -controles orientados, salidas predefinidas en su primer contacto con el balón- que ni se ven en otro equipo ni parecen posibles por el talento innato, no al menos en la amplísima mayoría de jugadores, elegidos a un lado. Klopp inventa equipos originales y lo más importante, replicantes duros como el acero cuando toca resistir atrás y ganar desde la madurez competitiva.
El primer tramo del encuentro volvió a salirle cara a un Liverpool que intimida como nadie más en Europa
Cabe decir que una vez se sucedieron los dos goles, el Manchester City recuperó la iniciativa y ganó los picos del área con su habitual preclaridad. En ese segundo tramo del encuentro apareció el Kun Agüero para comenzar a jugar. El argentino se ha convertido en un profesor ya sin tanta juventud ni explosividad, que detecta espacios e ideas con las que meter a su equipo arriba, obligando a los extremos ‘reds’, Salah y Mané, a desempeñar tareas defensivas, siempre necesarias cuando el City conforma su fase ofensiva estándar: sin sumar el mismo número de efectivos por detrás de balón, es muy complicado que el City no se haga con el dominio espacial y la posterior creación de ocasiones. Así, Sterling logró llevar a A-Arnold a línea de fondo, mientras De Bruyne gozaba de un punto de mayor libertad horizontal para, en parado o en transición, castigar la espalda de Fabinho y estirar al Liverpool.
Un párrafo propio y aparte merece siempre la asignación de marcas y vigilancias en salida de balón y en presión adelantada. En ambas áreas, esa colocación de las piezas se ha convertido en parte fundamental para las posteriores jugadas que se puedan dar. Dadas las características tan singulares de Salah y Mané cuando el Liverpool roba en una franja en la que después estos están por delante de balón, es decir, robando en las bandas o en zona de centrocampistas, para Guardiola es muy importante, como leyó brillantemente nuestro amigo Albert Morén en ‘Twitter’, que el emparejamiento que se pueda dar ante una hipotética pérdida de balón no haga que los centrales tengan que medirse con el egipcio o el senegalés a campo abierto, lo que lleva a pensar que los laterales han de estar por delante de ellos o lograr, a través del portero o el mediocentro, generar una superioridad sobre la primera línea que permita a Walker y Angeliño subir su posición y avanzar el juego hasta campo rival.
El segundo tiempo fue ‘skyblue’, aunque hace falta una versión superior para doblar al LFC en su área
No obstante, para lo que no estuvo preparado Pep, o al menos no logró reducir, fue la habilidad de los interiores de Klopp, Henderson y Wijnaldum, para implicarse en los movimientos ofensivos por más que estos les obliguen a abandonar su posición. El Liverpool es un equipo que no conserva sus posiciones de origen sino que constantemente las suelta para generar progresiones no previstas por el rival. El sistema se mueve tan mecanizado y a tanta velocidad que sus protagonistas no van por carriles, sino por prados. Henderson cayendo a banda como extremo, Wijnaldum haciendo lo propio o superando la posición de Firmino, los laterales conduciendo o rompiendo con paredes interiores cuando Mané o Salah se reparten la amplitud. El sistema y los jugadores sincronizan relojes para ocupar espacios de diversas formas para que el rival tenga que igualar en concentración y velocidad… o habrá perdido.
Pasado el ecuador, el City activó su circulación más fugaz mientras el Liverpool retrasó finalmente sus líneas hasta el bloque más bajo, entendiendo que alguna contra cazaría. De igual modo fue también sorprendente que solo realizara un cambio, el de Gabriel Jesús por Agüero. Sin embargo, sí dominó la segunda mitad hasta el punto de no conceder demasiado a su espalda ante la velocidad del rival. Acostumbrado en partidos grandes a resistir cerca de Allison, el Liverpool ganó a su principal competidor sin la necesidad de hacer un partido sobresaliente, gestionando las diferentes situaciones, luciendo una pegada indudablemente enorme en sus dos primeras llegadas y dando un golpe en la mesa de una Premier para la que nuevamente se postula como principal candidato a levantar.
AArroyer 11 noviembre, 2019
La verdad es que el City tenía bajas bastante sensibles que le podrían haber resuelto algunas situaciones importantes, creo que sí que se dejaron notar pero es evidente que el Liverpool tiene las blancas en este enfrentamiento. En el Etihad será diferente pero yo creo que Klopp tiene más recursos para todo tipo de fases de partido. Tanto en ataque como en defensa, tanto en individualidades como en las colectivas.
Vaya nivel del amigo Jordan Henderson y vaya trabajo de Klopp con todo su centro del campo: Wijnaldum, Henderson, Fabinho, Milner, Oxlade. Todos, jugadores de clase media dentro del máximo nivel. Y son dominantes dentro de la idea. Es un maestro el alemán. Un genio.