La memoria del Manchester United es tan poderosa que sigue teniendo capacidad para recordar quién era. El club vive uno de los momentos más delicados deportivamente hablando pero sigue encontrando estímulos para revivir sus recuerdos y sacar el orgullo cuando le visita su histórico rival. Old Trafford asistió a un encuentro más propio de la Premier de los 90, uno que permitió a Ole Gunnar Solskjaer sacar provecho del planteamiento que más réditos le ha dado desde que se sienta en el banquillo del teatro de los sueños. Si no se llevó la victoria ante el todopoderoso Liverpool fue porque 90 minutos son demasiado largos para su salud como colectivo y un tiempo siempre productivo para quien no le apremia el tramo final de los partidos. Los de Klopp, en su enésima demostración de competitividad, puntuaron en un choque que no dominaron.
El planteamiento de Solskjaer fue realmente competitivo
Ni es casualidad ni sorprende que el Manchester United, ante la única variable que sentirse inferior desde la posesión de balón y la protección del espacio, saque a relucir su mejor versión. Independientemente de que los registros se reduzcan al mínimo, su abanico de atacantes y el carácter que su grada aún le insufla ante rivales de entidad le hace ser un equipo mucho más competitivo que en el grueso del campeonato. En casa pero jugando a ser pequeño, los hombres de Solskjaer saben armarse y atacar. Así, el Liverpool de Jürgen Klopp se fue hasta un 70% de posesión de la que nunca pudo extraer el ritmo ofensivo que le caracteriza.
Ante la baja de Salah, el técnico alemán se vio en la obligación de ubicar a Origi en el trío atacante mientras asistía a una marca individual de Andreas Pereira sobre Fabinho. Estas dos trampas obligaron a los ‘reds’ a modificar su manera de progresar y conectar piezas, mientras Solsjkaer ejercía de muster of puppets de McTominay y Fred: vigilad vuestra espalda, con Firmino ‘out’ vamos a contragolpear. Una vez taponado el mediocentro, al Liverpool le quedó la vía exterior, y no es esta situación nueva ni limitada para quien goza de dos laterales formidables, pero el buen hacer de Young y Wan-Bissaka en la lectura y la defensa de los externos de su rival, cortó la fluidez con la que se desenvuelve el Liverpool. Tocaba acudir a las trincheras.
Rashford y James hicieron mucho daño en transición pero Klopp reaccionó y dio la vuelta al partido desde Oxlade, Lallana y Keita
Si por algo dejó la sensación de exitoso el plan red devil fue por la capacidad de dañar con la que se expresó su transición hacia Allison. El gol fue una buena muestra de lo que Daniel James y Marcus Rashford, juntos y por separado, conjugaron para crear una superioridad técnica y física ante Van Dijk y Matip. En ese duelo dos contra dos, intercambiando conducción con desmarques hacia fuera, la dupla local puso de puntillas toda la transición defensiva visitante, encargándose de separarlos y, para mayor acierto, sacar al holandés del área y dejar a Matip con el otro miembro del ataque, en lugar de al revés. Esta idea, sutil pero determinante, concedió al Manchester United una victoria momentánea merecida tras lo visto.
Sin embargo, Klopp reaccionó, y muy bien. Su triple cambio colmó de sentido su direccioón de campo, activando a Keita, Oxlade y Lallana para reinterpretar su ataque posicional y con él el ritmo de ocasiones y la aparición de hombres al espacio, ante un United visiblemente más cansado en las ayudas. Naby mezcló una primera recepción con arrastres hacia el área, Oxlade se asomó la frontal y Lallana ayudó al equipo a escalar desde el sector derecho para, finalmente, dar con otro gol, en el 84′, del equipo más consistente en los minutos finales de todo el continente.
AArroyer 21 octubre, 2019
Me gusta cada vez más Daniel James. Sobre todo por su carácter. También por su dinamismo. Me parece un jugador muy interesante y que bien rodeado es un atacante muy muy interesante. Ayer jugó realmente bien, y viene haciéndolo muy bien.