Villarreal y Real Madrid comparten algunas de las dificultades que llevan arrastrando demasiado tiempo. Por resumirlo de manera concisa, amarillos y merengues acumulan muchos meses sin saber cómo dominar, controlar o cerrar un partido. No es casualidad que en los inicios y en los finales se perciba un descontrol nada puntual, que lleva a sus jugadores a convivir sin remedio en un constante bucle de acción-reacción sin calma ni poso. El proyecto de Calleja ha asumido que necesita dividir la posesión y atacar rápido para generar espacios a sus atacantes, sin más recursos sólidos con los que temporizar los partidos más allá del genio Cazorla, mientras el Real Madrid afronta problemas estructurales de una lectura mucho más compleja, que afectan a su confianza y a su calidad en el juego. Ambos están, justamente, lejos del control de las situaciones.
A Calleja y Zidane les queda lejos poder controlar los partidos
Ante las ausencias de Isco, James o Hazard, cada uno representando un momento necesario para ayudar a controlar los partidos, Zinedine Zidane decidió apostar por igualar el dibujo de su rival, el 4-4-2, con Gareth Bale y Lucas Vázquez en los costados, una simetría que el técnico francés valora cuando su oponente suele progresar con físico y velocidad por fuera. A falta de una organización reconocible que haga del ataque organizado la razón de ser del método futbolístico del conjunto blanco, y que está lejos de ser en este momento, el Real Madrid asumió renunciar al dominio con tal de plantear un encuentro de mínimos, buscando remate y presencia con Luka Jovic junto a un Benzema, al que en principio, y no en la práctica, se le esperaba como el interruptor de todas las jugadas. Mendy para frenar a Samu fue el duelo que de alguna forma podría seccionar el contragolpe del ‘submarino’.
El discurrir de la noche, por tanto, no fue especialmente fluida para ninguno de los dos, quienes fabricaban una ocasión de gol más por fruto de la aparición que de la construcción. Cuando ambos colectivos tenían la pelota hallaban mucha dificultad para razonar por qué dirigían la pelota a un sector concreto y cómo iban a rodearla de los jugadores y las posiciones que pudieran girar o comprometer la defensa del rival cuando ésta acudiera a cerrar la combinación. La ocupación del campo por ambos sistemas imposibilitaba hacer subir las líneas y jugar en campo contrario, lo que llevaba a imaginar que una pérdida de mala calidad sería la vía más sencilla para desde la transición del rival crear tú una posterior.
Lucas y Bale, a pie natural, dificultaron la circulación
En el 4-4-2 como sistema base es prácticamente imposible progresar si no se automatizan y se sincronizan movimientos acompasados. A saber, varias posibilidades: un fuera-dentro sin balón del extremo, más una ruptura hacia banda, de dentro hacia fuera, del punta, y una subida del lateral para ocupar el espacio abandonado por su compañero de banda. En ese triángulo, que puede formarse también con con una ruptura del extremo entre central y lateral, un apoyo del punta para venir entre líneas y un cambio de orientación al lateral que llega al espacio generado por esos arrastres, se ahogaron ambos sistemas cuando se dibujaba un once contra once. Sólo Lucas Vázquez imaginó dinámicas parecidas en tramos muy concretos, lo que, en la práctica, dejó al Real Madrid con un juego interior muy pobre. Dispuesto el sistema con extremos a pie natural, cuando el balón cae sobre el pie de uno de ellos, generar interacciones para sacar limpia la pelota desde una zona arrinconada se hacía muy complicado. El Villarreal defendía cómodo y podía mandar la pelota fuera para salir.
Sabido que al conjunto de Calleja también le faltan páginas en su diario para asegurar una ventaja en el marcador, con debilidades defensivas a la hora de cerrar el área y con dificultades para involucrar a sus laterales y defender hacia arriba con la pelota en su poder, el encuentro navegó en la solitaria búsqueda de una victoria. Aunque la expresión sea más antigua que el propio juego, Real Madrid y Villarreal tan solo pudieron aspirar a ganar y esto, cuando se busca el análisis y el comportamiento de los equipos para observar o explicar por donde pueden crecer los mismos, es peligrosamente escaso. Con el empate en la mano, ambos equipos no podían aspirar a crecer, solo a vencer entre la escasez.
OliJC 2 septiembre, 2019
Triste pero acertadisimo analisis. El Real Madrid no sabe que hacer con la pelota y se nota un monton. El sistema en el que insiste Zidane poniendo a Bale en la izquierda y Lucas (o peor aun, Vinicius en el lado que no conoce ni controla) no crea ninguna sorpresa y no complica a ninguna defensa aunque no sea capaz, como ayer, de controlar el juego aereo. Da la triste sensacion de que Zidane solo prueba colocaciones distintas de sus jugadores pero que no tienen trabajada ninguna rutina que les pueda crear una situacion ventajosa. Por eso solo cuentan con una genialidad que, de vez en cuando, aparece. Si las rutinas se hechan de menos alante, hacen gravemente falta en defensa donde parece que nadie sabe si debe cubrir una zona (y cual) o lanzarse hacia el balon para adelantarse al que lo recibe, dejando en pelotas a Courtois cada dos por tres… Parece muy, pero muy facil marcarle un gol al Madrid.