Un ‘9’ para muchas cosas

El actual Benfica de Bruno Lage es un equipo muy particular. A falta de organizadores puros en su centro del campo, más allá de Andreas Samaris, un centrocampista mucho más creativo que Gabriel Pires y Florentino Luis, el flamante campeón portugués se rige en un 4-4-2 en el cual esa falta de imaginación en su doble pivote es, al mismo tiempo, un condicionante y una oportunidad para el resto del equipo. Tras la marcha de Joao Félix al Atlético de Madrid, el Benfica se ha visto obligado a reinventar gran parte de su estrategia para que dicho sistema siga siendo igual de productivo cuando tiene la pelota. Un remedio que el propio Lage ha empezado a experimentar a través de su delantero centro, pues el aterrizaje De Tomás en Lisboa está pensado más allá de la cuota de tantos que este vaya a poder conseguir. El Benfica necesita al RDT de Vallecas.

Raúl de Tomás fue el 2º máximo rematador de LaLiga 2018/19

Vayamos paso a paso. El Benfica promedió la temporada pasada una cuota de posesión muy ligeramente superior al 55%. Este dato, por servirlo de un contexto, es en realidad consecuencia de la plantilla, del sistema y del plan de partido que atesoran los de Bruno Lage. Sin renunciar -a pesar de todo ello- a una salida de balón rasa desde el centro de su defensa, el 4-4-2 del Benfica es un sistema en el cual sus dos mediocentros se sitúan de forma paralela en el inicio de cada transición ofensiva. Esta disposición, que a decir verdad es consecuencia directa de la propia estructuración de la plantilla, lleva al equipo de Lisboa a adoptar ciertos efectos que tienen que ver con su colocación sobre el campo. El primero, y quizá más evidente de todos ellos, es que esta singularidad lleva -y llevaba- a los dos laterales a asumir una mayor competencia con el balón en los pies. La segunda, por supuesto relacionada con la anterior, es que los puntas deben mostrar una continua activación por delante del balón. Y la tercera es que Gabriel, cuando es quien acompaña a Florentino en el doble pivote, pierde mucho vuelo para llegar al área.

De Tomás deberá moverse mucho en el ataque del Benfica

Así las cosas, descrita la forma, el fondo nos ayudará a entender mucho mejor el porqué de la apuesta del Benfica por Raúl de Tomás. La escasa inventiva del doble pivote da pie a un escenario en el que, cuando el Benfica debe asumir una mayor iniciativa a partir de la posesión, la movilidad por delante del balón se antoja fundamental para que el ataque sea lo más vertical, directo y eficaz, como le gusta a Bruno Lage. Esto quiere decir que los dos delanteros deben estar permanentemente activos para moverse y facilitar así el mayor número de líneas de pase. Y en este sentido, a la espera de ver cómo evolucionan como pareja, el binomio entre Raúl de Tomás y Haris Seferovic parece muy consecuente. Por las necesidades del propio 4-4-2. Y, aun más si cabe, por lo que son individualmente. Cuando uno acude al apoyo, el otro tiene la obligación de permanecer arriba para fijar a los centrales del rival y/o trazar un desmarque ‘hacia fuera’ que estire y ensanche a la vez.

Ninguno de los dos, obviamente, tiene el talento de Joao Félix. Pero con ello es con lo que debe jugar el propio Lage para hacer de su sistema una perfecta coreografía entre ‘juego’ y ‘jugadas’. Porque la versión que se vio la temporada pasada de Raúl de Tomás en Vallecas es justamente eso: un delantero con bastante movilidad en el carril central, muy dotado en lo técnico -para devolver el balón, esconderlo, girar, rematar y fabricarse él mismo sus oportunidades- y con capacidad -por liderazgo y lectura- para capitalizar el ataque desde su condición de ‘9’. Para un Benfica que progresa de manera muy exterior, en el que sus extremos -yéndose hacia dentro- aclaran bastantes situaciones ofensivas a los dos laterales, y que, de alguna u otra forma, debe superar la marcha de Joao Félix, lo cierto es que la llegada ahora de Raúl de Tomás es una oportunidad para hacer de su 4-4-2 un ecosistema en el que, del ‘9’ para su equipo y del equipo para su ‘9’, todos se potencien. Pues de dicha relación dependerá gran parte del éxito de Lage en el año I después de Félix.