Marcelino Garcia Toral y Rodrigo Moreno han demostrado en sus respectivas trayectorias que duermen mucho mejor cuando tienen de su lado a un ‘9’ puro como el diamante. Una necesidad compartida que no exige ni reclama un gran nivel individual en dicha pieza sino un molde concreto que complemente, potencie, equilibre y favorezca la construcción de los equipos del asturiano y el fútbol del hispanobrasileño. Así se comprobó con Simone Zaza y con el último Kevin Gameiro. Por tanto, se esperaba que el conjunto che acudiera al mercado a seguir escarbando para encontrar un nuevo molde que, si era posible, no tuviera miedo a dar el salto de nivel que el proyecto viene reclamando. Y antes de pasar a analizar los porqués de esta conclusión, debe decirse que el Valencia ha fichado a un delantero fantástico. Se llama Maxi Gómez y no sólo cubre la necesidad sino que da un salto de nivel.
La llegada del uruguayo Maxi Gómez tiene un efecto doble: rellena el molde deseado y aumenta el nivel de la posición
Cubre la necesidad porque le da al Valencia de Marcelino una referencia constante como último hombre a la hora de avanzar la jugada. Maxi es el ‘clavo norte’ que fija el marco para reconocer donde está el último zaguero del rival, cuánto espacio hay entre él y el portero, y de qué manera puede el equipo instalarse arriba. El uruguayo convive fenomentalmente bien con los mediapuntas. Su relación fuera del área se circunscribe a apariciones concretas, toques únicos y limpios con los que nunca invade, no mantiene una relación constante, participativa y amasadora. Maxi es un ‘9’ clásico que favorece sociedades de terceros. Y eso, que podría ser un handicap en otro tipo de equipos, es vital en Mestalla, porque el Valencia ya tiene sociedades generadas de máximo valor que lo único que demandan es espacio y tiempo para producirse. Por otro lado no sólo va a permitir que sus compañeros den forma a la jugada y a la fase ofensiva entre ellos sino que su capacidad para fijar defensores en contragolpe es fabulosa. El sudamericano suele fijar el carril central tras su primer toque, abriendo espacios en los exteriores para la carrera de Guedes.
Su juego de espaldas y su clasicismo posicional son una absoluta bendición para el genial Rodrigo Moreno
Desde lo técnico, Maxi es un delantero de área que conjuga muy bien el juego directo aéreo con el instinto y el remate. Y aquí viene el salto de nivel, porque el fútbol del charrúa es especialmente determinante en todas esas suertes. No debe esconderse que el Valencia ha padecido dinámicas muy negativas por no encontrar un delantero que traduzca lo que ocurre en el terreno de juego. Y ahí, Maxi, es pura pegada. Si entendemos este concepto como la posibilidad de rematar una sola vez en el partido para ganarlo, ese remate se lo concederíamos al nuevo atacante che. En el área, los movimientos y los impactos de Maxi Gómez son sensacionales. De cabeza, con las dos piernas y armando disparos sin tiempo, sus recursos deben considerarse del mismo nivel al que ha llegado el club valencianista. La Champions League.
Todas estas virtudes son perfectas para el 4-4-2, sobre todo porque sus principales carencias las suple el bailarín Rodrigo Moreno. De mediar un 4-3-3, y aunque sus apoyos son buenos en timing, a Gómez le falta un punto de finura y sensibilidad para imaginar en la frontal; su juego interior es algo rígido en lo técnico y por eso llega a un lugar idílico para ser él mismo, que los demás también puedan serlo y que en la batidora, el cocktail salga mucho más afinado que en el pasado. Era muy difícil que el Valencia hubiera encontrado, comprendiendo su momento, sus posibilidades, su plantilla y su sistema, un delantero mejor.
javi 16 julio, 2019
Gracias por el articulo Alejandro, es muy interesante.
Ya que en tu análisis te centras en Maxi como pareja de Rodrigo, me gustaría saber tu opinión también para los partidos en los que le toque compartir delantera con Gameiro.
Muchas gracias !