La Premier finalizó. En una lucha encarnizada, que ha llevado al Manchester City a sumar los últimos 42 puntos en juego, el fútbol inglés ha vuelto a experimentar las posibilidades que existen de controlar la máxima cantidad de variables posibles. La obra de Guardiola a 38 fechas ha elevado el techo de exigencia, contribuyendo a que sus competidores traten de planificar, construir y competir en base a un imposible que se ha convertido en la única forma de levantar un título de regularidad a un equipo entrenador por el de Santpedor. No sólo se trata de invertir en plantillas más profundas, sino de cambiar la mentalidad. Cambiarle la lente al proyector y enfocar y focalizar como marca el técnico ‘citizen’ será la única manera de cuestionar su dominio.
Laporte ha sido el iniciador del juego que mejor ha sentido la idea en los tres años al frente del Manchester City
Aymeric Laporte. En ese camino, Guardiola se ha apoyado en algunas piezas con las que no contaba en años anteriores, no al menos al nivel de optimización que han logrado alcanzar en la 2018-19. El caso de Aymeric Laporte, fundamental para iniciar el juego y consolidar el lado izquierdo como el primer punto de atracción, ha sido una de ellas. El francés llegó a Manchester y recibió un mensaje directo y nada extraño, recibiendo la responsabilidad de dar los pases que sabía dar. Rodeada su técnico de conceptos en salida de balón y de matices para saltar presiones o dividir al rival en zonas más templadas, Laporte ha sido uno de los primeros secretos de un equipo hiperdominante desde atrás, cuyo baricentro del juego cuestiona los parámetros actuales.
Bernardo Silva ha subido un escalón, de nivel y de rol, en el equipo. Pep lo ha convertido en jugador que toma muchas más decisiones
Bernardo Silva. En el siguiente escalón, ubicado entre el interior y el extremo pero con el rol de crear una línea de pase a mitad de camino entre la continuidad y el desequilibrio, se ha situado el portugués Bernardo Silva, uno de esos jugadores que Guardiola cinceló sin ruido, dándole una importancia en el entramado que el ex del Mónaco ha respondido con una sutilidad y una naturalidad acordes a un titular indiscutible. La prolongada baja de Kevin de Bruyne obligó al técnico catalán a reconfigurar los roles de su mediocampo, sin importar el origen posicional del futbolista, acondicionando sus características a la altura del bloque y al tipo de circulación que ha caracterizado al colectivo ‘skyblue’. Sus 47 pases por partido, en contraposición, o más bien como contrapunto y complemento a los 85 por encuentro del mencionado Laporte, explican cómo Guardiola ha logrado integrar a perfiles diferentes para conservar la pelota y diferenciarse de los demás.
Agüero, desde dentro, ha pasado a ser el mejor ‘9’ posible para la idea; volvió a ser determinante en el título
Kun Agüero. El último secreto es el mejor delantero de la Premier League del último lustro. Sergio Agüero pasó por distintas fases para darle al equipo una respuesta precisa. Tramos de absoluta libertad posicional para sumarse al mediocampo y ofrecer espacio para la ruptura a Leroy Sané y Raheem Sterling, los extremos más productivos de la temporada, movimientos igualmente líquidos que hicieran menos indispensable la mordiente de Gabriel Jesus, y sobre todo, una puntualidad rematadora presente en los partidos donde la exigencia aumenta considerablemente -goles ante Manchester United, Liverpool, Arsenal y Chelsea-. A sus 30 años, el argentino, que suma al menos 20 goles en cada una de las últimas cinco temporadas, traspasó hace tiempo una línea personal para que su papel en un equipo de 65% de posesión no eche en falta el oportunismo y la versatilidad de un delantero absolutamente total.
Santiago Estrade 15 mayo, 2019
Es que lo de Guardiola es ajedrez puro. El otro día, hablando sobre él y Klopp, se me venía la oposición claramente.
El Liverpool, para sostener sus números, necesita una dosis de intensidad+concentración para que el rendimiento individual de sus jugadores en los duelos individuales sea favorable. Su entrenador es capaz de maximizar el aspecto "escalar" del juego, el cuantitativo.
Pero Pep lo que hace es dar la mejor estructura, el mejor dibujo geométrico, que permite que sus jugadores estén más cerca, mejor distribuidos y mejor orientados en cada jugada. Por eso no le hace falta jugadores demasiado físicos. Él maneja el aspecto "vectorial", el cualitativo. Y además escoge para cada nodo de su árbol de decisión una intención diferente para el juego, según en qué "fotograma" (disposición de los jugadores sobre el campo en ese momento de la jugada) se encuentre. De manera que la velocidad de pase o desmarques varía radicalmente, no ya por estar en salida, lado fuerte/débil, 3/4… sino por factores que definen miniventajas para cada jugador (receptor girado y encimado, lateral saliendo con espacio, pivote contrario sobre-lateralizado…). De tal manera, no obliga al jugador a aprenderse un gran mapa de opciones. Ni le dice que siempre juegue de una manera. Le las pocas situaciones que el jugador va a encontrarse, según las pistas que él vaya a poder percibir durante la jugada, y pocas opciones a elegir, cada una según su funcionalidad. Y eso encaja con la hoja de ruta general que es el modelo del equipo.