Al mundo del fútbol le queda aún un terreno que está por abonar y experimentar, pero los equipos no tienen tiempo para ello y parece que la mera experiencia y vivencia acumuladas no le bastan a la mente humana. Es la parcela que pone en duda la ventaja más holgada y el contexto más favorable; la gestión emocional y futbolística de un resultado aparentemente definitivo. Saber bailar cuando la música ya no suena, tener algo muy importante que perder, poder interpretar qué necesita el partido, cómo debe cuidarse la ventaja y cómo se afronta cada golpe recibido. En eso, las eliminatorias a doble partido nacen como la película de una vida: el sentirse arrinconado, moverse hacia adelante para integrar la ansiedad, actuar cuando todo se está bloqueando, marca la diferencia en el máximo nivel. En la noche de ayer, el Liverpool FC, y Jürgen Klopp, el que (no) arde, rompedor de cadenas, padre de tres dragones, se clasificó sin dos de ellos para la final de la Copa de Europa. Lo hizo mirando a la cara a todas las aristas de este deporte tan grande y doloroso, uno que sigue escribiendo historias como si la razón de su existencia fuera únicamente esa, hacer brotar sucesos. Un deporte que se vende solo.
Empezando por lo futbolístico, siendo imposible explicar qué pasa para que suceda todo lo que sucede, por más que lo fotográfico sea tan potente, tan significativo, debe empezarse por la altura de un partido que revisado alcanza un nivel adictivo. El ritmo, la pasión, los puntos de guion son sueños para formatos que traten de competir con un partido así. Arrancando desde la base, Ernesto Valverde y Jürgen Klopp alinearon todo lo que de algún modo tenía cabida más directa. El Barcelona apostó por Coutinho y Vidal; el primero ha sido el tercer miembro del tridente ofensivo en los dos últimos meses, el que ha interpretado las fortalezas del Barça a nivel de sistema. Aunque su incidencia siga muy lejos de lo que necesita el ataque del Barça de Messi y Suárez en días grandes y exigentes, sobre todo sufridos, el brasileño ya sabe lo que tiene que hacer a nivel de movimientos, que es lo que lleva a Valverde a crear cierta seguridad, por más que su recepción de balón, su repertorio de acciones recibiendo al pie y su mentalidad para constar en los partidos no hayan tenido impacto y hayan terminado sin auxiliar al equipo. El segundo, el chileno, simplemente fue uno de los pocos capaces de sobrevivir y manejar lo que, en la raza entera, sería una asfixia. Arturo Vidal, puede decirse, salió vivo de la larga noche.
Sólo el chileno Arturo Vidal pudo sobevivir en el eterno estadio de Anfield
Klopp no tenía mucho margen y quiso respetar los roles del bloque con jugadores en su posición de origen. Sin experimentos, el alemán ubicó a Origi en la punta y a Shaqiri en la derecha, con Henderson, Fabinho y Milner en la medular. Tras el pitido inicial, el Liverpool decide primero: presionar allá donde vaya la pelota, incluido Ter Stegen. No hay excepción que le haya salido cruz a Klopp; nadie ha podido controlar su ímpetu. Aunque presionar al portero implica dejar una pieza libre y una oportunidad para encontrar superioridad en algún tramo del campo, la desventaja de la ida y el magnético poderío de su pressing posibilitan romper mentalmente el encuentro y la resistencia culé. Los primeros 15 minutos son reds, sobre todo por un detalle que puede sonar a clave pero que al final resulta básico. El Liverpool va a cada balón con ánimo intimidatorio. Todo lo que ocurre en campo culé, todo lo que pasa antes de que la pelota cruce la divisoria, gire el plano de la realización y la jugada pase a campo ‘red’, no tiene otra posible interpretación que la máxima implicación de cada pieza inglesa. Cuando Origi va a por Ter Stegen, todos los demás jugadores locales saben lo que va a pasar si la pelota cae cerca suyo. La presión de Klopp, alineada en perfecto posicionamiento y milimétrica intensidad en el momento de la acción defensiva, siempre gana. Ni el máximo exponente del control y el dominio, llamado Pep Guardiola, ha podido mitigar su efecto, adaptándose por completo a su condicionamiento.
Valverde no fue menos, y se preparó con Vidal y una posterior defensa simétrica para controlar lo que vendría después, el Liverpool con balón. Klopp finalmente se atrevió y utilizó su 2-3-5 en ataque posicional para conectar a sus centrales con sus laterales. Los cambios de orientación de Van Dijk, Matip o Fabinho hacia Alexander-Arnold y Robertson hicieron muy ancha la defensa del Barça, dejando líneas de pase, cabos sueltos, por donde poder soltar a los interiores y acumular una cantidad ingente de efectivos sobre el área. La ausencia de gente veloz y amenazante en la transición culé y la impresionante agresividad y calidad posicional de la presión tras pérdida de los ingleses dejaron al Barça en mucho menos de lo que en teoría podría exprimirse en favor de un sistema ofensivo rival tan extremo. Pero más allá del pressing hombre a hombre, a todo campo, o del efecto del 2-3-5, lo que se inoculó en la mente del Barcelona es lo que sucedió desde el minuto 15 o 20 aproximadamente. Porque los blaugranas ganan peso con la pelota, más hacia la media hora de partido. Sin embargo, es una consecuencia de la decisión tomada por Klopp, que decide esperar. Aunque Arturo Vidal y Sergio Busquets interpretan bien algunas acciones puntuales para cambiar la orientación y despresurizar el ahogo del rival, es el Liverpool quien maniobra por decisión propia. El Liverpool domina los tiempos.
Klopp dominó el duelo mental desde su pressing y su 2-3-5. El Barça acabó evaporado
Lo que sí hace bien el Barça es ocupar el campo cuando activa su circulación de balón en la parcela contraria. Vidal, Roberto, Messi y Busquets suman tiempo con balón, y lo hacen progresar, pero si uno recuerda el error de Alba, y uno prácticamente calcado de Roberto un minuto después, si uno recuerda el ritmo que desprende el juego del Liverpool defendiendo hacia delante, se ve al Barça reconociendo la inferioridad y la poca amenaza que su sistema ofensivo dispone para revertir la dinámica. Se constata que en Anfield, los de Valverde no pudieron disputar ni discutir los ritmos de juego, hallando a un Liverpool poderosísimo. Es así como se llega al descanso, con un ambiente enmascarado, en el que se puede pensar que el Barça templa la escena y aminora el ritmo. Un espejismo que, por más que desde el 7′ hasta el 45′ la creación de ocasiones del Liverpool se reduzca, se comprueba que todo sigue estando en la mente. Y que si Klopp forzaba, el pánico entraría en escena para paralizar a su rival.
Un nuevo error de Alba activa el 2-0 y desde ahí es muy difícil encontrar culpables en directo. El 2-0 ejerce de apagón y encontrar el interruptor de la luz entre una marea de inconscientes que ya no van a parar para impedirlo es tarea imposible. El factor ambiental, muy reducido en el fútbol moderno, pero con márgenes para condicionar como lo hace Anfield Road, en comunión con el proyecto que le ha llevado a dos finales de Champions consecutivas, hace acto de presencia. El grito que se escucha es tan ensordecedor como la ausencia de plan que se vislumbra en las filas azulgranas. Porque al 2-0 le sucede un 3-0 que expone las dudas del más calmado. Piqué no está para apagar fuegos. En el área los pilares caen y Klopp y sus chicos culminan su obra con un momento, el del 4-0, que al menos sí puede servir como prueba gráfica de lo que la mente del futbolista es capaz de crear en favor y de pararse en contra. El colofón a la cúspide levantada por Jürgen de la Tormenta, el dueño de una sonrisa que siempre encuentra recompensa a su locura razonada.
@diegotactics 8 mayo, 2019
Va hilo largo, sincero y posiblemente aburrido.
Primero de todo. ¿Es un fracaso la temporada? Por supuesto que NO.
Segundo. ¿Debe de seguir Valverde? NO.
Vamos a hacer un repaso a las eliminatorias del Barcelona en Champions estos dos últimos años:
vs Chelsea
vs Roma
vs Lyon
vs United
vs Liverpool
¿En cuántas de ellas en el cómputo global fue superior a su rival? Vamos a reducirlo más. ¿En cuántas de ellas peleó fuera del Camp Nou? El bagaje es de 1V (vs United), 2E (vs Lyon y vs Chelsea) y 2D (vs Roma y vs Liverpool).
Antes de nada, estoy de acuerdo aquí con David.
https://twitter.com/DavidLeonRon/status/112586937…
Este equipo, con esta alineación, no puede ser peligroso en Champions como visitante. Messi y Suárez no pueden ser peligrosos en transición ya, Messi por lo obvio, no puede regatear a cuatro-cinco en cada acción como hacía hace 5 años y Suárez ya no está ni cerca de tener esa autosuficiencia de hace algunas temporadas.
Creo que el Barcelona en la primera mitad llega a competir bien dentro de todo esto. El gol está cerca de llegar, Vidal-Alba-Messi están jugando francamente bien pero la actuación de Coutinho demandaba un cambio al descanso.
No se hizo y en la segunda parte viene la hecatombe y las malas decisiones. Sale Semedo cuando necesitabas ya un gol, metes a Arthur intentando volver al plan que este Barcelona demanaba cuando ya nadie confiaba, sigues insistiendo con Malcolm por izquierda cuando su radio de acción se reduce muchisímo y Piqué no ronda el área hasta el 93, literal, el 93.
Considero que con Valverde el Barcelona ha ganado el saber sufrir y de anestesiar en la primera acción que tenía el equipo (esto se vio de forma muy clara en la ida). Ahora bien, si el plan no gusta en esta casa ni cuando ganas, no te quiero ni decir cuando caes de esta forma.
Ayer, de nuevo, se ve que cuando Messi no roza la excelencia (y a pesar de todo da varios goles) el equipo no tiene prácticamente nada que hacer. No hay plan, no hay absolutamente nada más.
Valverde fue MUY inferior a Klopp en los 180 minutos de serie. Solo ter Stegen y Messi aplazaron una noticia que no podía alargarse mucho más. Hoy por hoy el Liverpool es MUCHO más equipo que el Barcelona, muchísimo más.
¿Futuro? Pues no es tan negro como se pinta. El equipo sigue teniendo individualidades que ganan partidos prácticamente con autosuficiencia (Stegen, Alba, Piqué, Messi) o piezas con un potencial enorme (Arthur o Lenglet) y creo firmemente que casos como los de Coutinho y Busquets, especialmente el primero, que creo que, a pesar de estar mal, tiene mucho potencial más allá que para servir de simple enlace de Messi-Alba o para arrastrar para Alba, se pueden recuperar con otro entrenador. Ahora bien, tu fichaje estrella por ahora es un tipo de jugador que en la eliminatoria contra el Liverpool solo jugó 15min de los 180 (Arthur).
En definitiva, Valverde, que fue fichado para acercar al Barcelona a la élite europea, no ha conseguido estar ni cerca de conseguirlo. Y lo digo incluso si hubiese ganado esta Champions, porque la eliminatoria contra el Liverpool la pierdes de forma clara 9 de cada 10 veces.
Este equipo no se puede alejar del juego de posición si quiere acercarse/volver a estar en el top3 de Europa.
Poco más.