Caprichos del destino, en la temporada en la que la continuidad del sistema ha estado en entredicho, la Liga de Campeones contará con cuatro semifinalistas más propios de la emérita Copa de Europa que de la actual Champions League. Después de remontar la tempranera ventaja del Manchester City, en uno de los arranques más memorables que se recuerdan de la máxima competición continental, de resistir durante muchos minutos en una posición de inferioridad sin apenas capacidad para intimidar en el área contraria y de que Llorente, cuando el partido parecía abocado a la presumible clasificación de los de Guardiola, mandase a guardar un centro desde la esquina, el Tottenham certificó así su regreso a una semifinal de Champions nada más y nada menos que 57 años después.
Pochettino planteó de inicio un 4-3-1-2 con Eriksen por detrás de Son-Lucas Moura
Sin Fernandinho desde el inicio, con solo Gundogan por delante de los dos centrales, el Manchester City se organizó de partida en un 4-3-3 con Bernardo -derecha- y Sterling -izquierda- bien abiertos, ambos como extremos, y con De Bruyne y Silva como interiores. No obstante, a pesar del resultado en el nuevo White Hart Lane, la primera intención de Pochettino no fue esperar a su rival con todo el bloque aculado en su propio campo, sino que trató de acosar la fase de salida de su contrario a partir de un 4-3-1-2 en el que Eriksen, situado por detrás de Son y Lucas Moura, las piezas ofensivas más verticales de este Tottenham, tenía por objetivo la recepción de Gundogan por delante de Laporte y Kompany. Con Dele Alli actuando como interior izquierdo, tanto en fase de balón como en el posicionamiento defensivo, a la misma altura que Wanyama -pivote- y Sissoko -en el interior derecho-, la intención del Tottenham fue robar antes de que su rival lograse cruzar la divisoria y asentar su grueso ofensivo por delante de la línea del esférico. Algo que, consecuencia de ese rombo en mediocampo, dejó ver una pequeña abertura que el Manchester City -una vez detectada tras el tanto de Sterling- se ocupó de echar abajo.
Con Bernardo Silva pinchado en el costado derecho, recibiendo siempre muy abierto a banda, dando amplitud a un sistema que salía siempre por raso desde atrás, pero en el que el comportamiento de los dos laterales -Walker y Mendy- fue muy distinto entre sí, el Manchester City quiso poner su foco ofensivo en el emparejamiento directo entre el extremo portugués y Danny Rose. A medida que se fueron sucediendo los desaciertos defensivos de uno, que falló gravemente hasta en dos ocasiones en menos de 3 minutos, y el otro tiraba de la máxima eficiencia en el remate para darle la vuelta a la contienda, Pochettino se vio obligado a darle varias vueltas a la pizarra para tratar de cortar una hemorragia que, dada la gravedad del asunto, amenazó con provocar un fallo funcional irreparable. Pasando del 4-3-1-2 a un 4-2-3-1 ya con el marcador favorable, en el que Eriksen y Dele Alli intercambiaron sus roles, el argentino acabó aplicando un torniquete en la herida con Son, su jugador más inspirado de cara a puerta, como volante izquierdo para realizar la cobertura defensiva a Rose, una vez el City volvió a adueñarse del balón.
Con el futbolista coreano muy implicado en sus funciones, recorriendo más hacia abajo que hacia arriba el costado donde había sido reubicado, el Tottenham -que por entonces volvía a estar por debajo en el resultado- pudo extraer dos conclusiones al descanso. La primera es que, después de que Sissoko se tuviera que retirar lesionado y de que Alli se ocupase de acompañar a Wanyama en el doble pivote-, el paso a un sistema 4-4-2 más pragmático, con Son Heung-min muy pendiente de la movilidad de De Bruyne, el cuadro de Pochettino consiguió que el corte dejase de sangrar con tanto acopio. Sin embargo, la medida dejó a los de Londres -con Llorente y Eriksen como hombres más adelantados- sin escapatoria alguna ante un ataque posicional cada vez más profundo y recalcitrante. Una fase en la que el tándem entre Bernardo Silva y Kevin De Bruyne, el primero como extremo y el segundo desde el interior-, siguió percutiendo con la misma insistencia que un martillo hidráulico ante el repliegue bajo en el que se organizaron los de Pochettino.
Guardiola concentró el foco ofensivo del City en el enfrentamiento Bernardo-Rose
Con Bernardo muy fijo -antes de recibir la pelota- en banda, tratando de encarar a Rose con su pie izquierdo para amenazar en el pico del área, y con De Bruyne llegando desde atrás, trazando diagonales a diestro y siniestro dentro-fuera y fuera-dentro para alejarse de Son y castigar la espalda del pivote, el Manchester City concentró una gran parte de sus posibilidades en dicha zona del campo. Con Agüero, a su vez, saliendo fuera del área para chocar y ofrecer el apoyo de espaldas a portería, dándole así continuas soluciones al interior y al extremo, y cuando no al lateral -Walker- que llegó siempre mucho más que arriba que Mendy, que se metía por dentro -en paralelo a Gundogan- para atraer a Wanyama y provocar una distracción con la que Sterling recibiera en situación de uno para uno ante Trippier, o incluso de 2×1 teniendo en cuenta que Silva era el interior, el cuadro de Guardiola administró fases de muchísima superioridad durante el encuentro.
Kevin De Bruyne bordó su actuacióna arrancando desde el interior derecho del 4-3-3
Con la más que probable intención de volver a amenazar en campo contrario, Mauricio Pochettino decidió invertir las posiciones de Son y Lucas Moura, con el asiático desde la derecha y el brasileño ahora por banda izquierda, al poco de empezar los segundos 45’. Respetando, eso sí, el 4-4-2 sobre el que se había posicionado en el último tramo de la primera mitad, el técnico de Murphy continuó trabajando con el cincel hasta dar con la forma deseada. Pero en este tramo del encuentro tuvo lugar una de las individualidades más impresionantes de la noche. Arrancando en conducción desde atrás, absorbiendo las distintas vigilancias que le fueron saliendo a su paso para después, una vez provocada la incisión, coger las pinzas y colocar la pelota en el momento y el espacio más indicados, De Bruyne coronó su potentísima actuación con la asistencia a Agüero en el cuarto tanto de los suyos. Conduciendo, atrayendo y dividiendo, como si cortara, limara y descorchase una botella -quizás por el trabajo bien hecho- con la funcionalidad de una navaja suiza, Kevin De Bruyne fue, sin lugar a duda, uno de los nombres más destacados de la noche en el City of Manchester. Como lo fue Son. O Bernardo. O Agüero. Y como aparecerá este jueves publicado en el caso de Llorente. Pero no hay mejor forma para finalizar este texto que, con las imágenes de Guardiola y Pochettino en el descuento, rememorar aquello de que “Perder es lo normal”. Pues a partir de ahí se construye todo.
cordobeh 18 abril, 2019
Tres primeras jornadas de esta edición: 1 punto para el Tottenham. Cuantos uy llevan y anoche con bajas clave, bien guiado por la mano del entrenador.
Si no estuviese el Barcelona estaríamos en la reedición de la 2003/4